Desde que comenzó la crisis hasta ahora es evidente que la represión del Estado contra la clase obrera ha ido en aumento, algo que no nos debería de extrañar. El capitalismo ha llegado a su fase superior y última, está agonizando, se agarra a la vida como si de una persona a punto de ahogarse se tratase, pero su vida está sentenciada, morirá.
La Ley Mordaza es un gran ejemplo de ello, la represión ejercida hasta ahora no es suficiente. A partir de la aprobación de la ley, ejercer mayor violencia contra la clase obrera organizada y luchadora será totalmente “democrático”.
En las últimas décadas, a excepción de Euskal Herria, donde el grado de represión nunca cesó, se podría decir que la opresión sufrida en el resto del estado fue bastante floja en comparación con la actual. Hemos pasado de pequeñas multas a penas de cárcel en apenas 6 años y además el goteo de sanciones administrativas cada vez es más constante.
En Euskal Herria la represión sufrida fue tremenda, cierre de periódicos, ley de partidos, cárcel, hasta asesinatos sufridos a manos de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Con el todo es ETA bastó para pisotear todo aquello que les pareció oportuno. Todo menos el sindicato LAB. ¿Se iban a atrever a meter presos a todos sus afiliados? Desde luego, el Estado lo tenía difícil y decidió no meterse en camisas de once varas.
Con la agudización de la crisis capitalista todo ha cambiado, la burguesía sabe que debe de suprimir todo tipo de organización obrera y es por ello que el día 21 de noviembre LAB y ELA hicieron público un proyecto de real decreto regulador para la ilegalización de organizaciones sindicales elaborado por Confebask (Confederación de empresarios vascos). En ese documento se planteaba abiertamente la ilegalización de ELA y LAB por desarrollar actividades que se consideran ajenas a las sindicales o con una conexión lejana con los fines que entienden que son propios de un sindicato.
Será difícil que, después de esta denuncia pública a tiempo por parte de estos sindicatos, los vayan a poder ilegalizar. Aun así, conocer las intenciones de la patronal es un factor fundamental para saber en qué punto de la lucha de clases nos encontramos. Nos sirve también para empezar a estar preparados para cualquier tipo de ataque que podamos sufrir por parte de la burguesía. Debemos estar preparados para lo peor porque sin duda aun no ha llegado, está por venir.
La clase obrera organizada tiene que ser quien dé respuesta a estos ataques, para ello, la unidad obrera es fundamental. Debemos de ser nosotros mismos, los obreros, desde nuestros centros de trabajo y con una lucha constante y diaria quienes les hagamos frente. Esa es la única manera de salir de la crisis y por tanto acabar con el capitalismo, mediante el control obrero de los medios de producción. Todo aquel que vaya en otra dirección, lo único que conseguirá es darle algunos años más de vida al capitalismo, es decir, retrasar el comienzo de la revolución. Por tanto, solo nos queda trabajar duro e ir construyendo las condiciones necesarias para la revolución porque, tarde o temprano, nuestra oportunidad, estemos seguros, acabará llegando.