Aun agradeciendo el tono razonado de la crítica que realizó el pasado 25 de agosto el dirigente del PCE (m-l) – J. Romero– a un artículo publicado por UyL en el que se realizaba una contundente crítica a su partido por formar parte de la iniciativa política denominada Junta Estatal Republicana, me es imposible evitar una mínima réplica a los diversos argumentos utilizados por quien pretende con ellos caracterizar como aventurera y doctrinaria la política del PCPE.

En primer lugar, parece poco dialéctico que para evaluar una apuesta táctica de su partido surgida en 2013, haya que remontarse a la aparición en 1.956 de lo que denomina revisionismo moderno, al papel traidor del PCE en la Transición y a la fundación del PCPE en 1984 y su posición inicial frente a la Perestroika. Falaces y descontextualizados apuntes utilizados para reivindicar la posición inamovible a lo largo de los años de su partido respecto a cuestiones tan importantes como la construcción del movimiento comunista internacional, la práctica internacionalista y el trabajo de masas, que olvidan que una buena parte de la militancia que fundó el PCPE y permaneció en él tras la traición de Gallego y su camarilla, es militancia que provenía de diversas experiencias organizativas (PCE 8º y 9º Congreso, Células Comunistas y PCT fundamentalmente) que desde 1.968 venían rompiendo con el revisionismo carrillista y lo que, posteriormente, acabó denominándose eurocomunismo. Resulta tan forzado su uso como si para realizar la crítica que desde nuestro órgano de prensa realizamos a la JER, el PCPE hubiera usado como argumento de peso “un poco (sólo un poco)” de la historia del PCE (m-l) y su posición militantemente contraria a la presencia internacionalista de Cuba en defensa de los gobiernos populares de Angola y Etiopía en la década de los 70 y 80, el apoyo ilimitado y acrítico a Albania y al PTA de Hoxa y Ramiz Alia, en su huida a ninguna parte, aislando a su país y dividiendo el movimiento comunista, o el fracaso rotundo de iniciativas tan desacertadas y sectarias a nuestro entender –entonces y ahora– como la Convención Republicana de los Pueblos de España, la Asociación Obrera Asamblearia o el pase a la acción armada en 1975 del FRAP. No, compañero Romero, os equivocáis al trabajar con una foto fija que busca dividir a los y las comunistas en función de posiciones adoptadas décadas pasadas. Para la militancia del PCPE la única forma coherente de entender la práctica consecuente del internacionalismo, desde 1917 hasta el golpe de estado que en agosto de 1.991 liquidó la URSS y derrotó temporalmente la experiencia socialista iniciada por Lenin y su Partido, fue la solidaridad efectiva con la construcción del Socialismo en la URSS y el resto de países que formaban parte del campo socialista. Indudablemente no fue esa una postura exenta de errores, pero sobre ello ya hemos realizado y seguimos haciendo los análisis necesarios para, usando la dialéctica que el compañero ignora en su análisis, situar a nuestro partido en la posición de luchar y trabajar por la construcción del Socialismo hoy en España, sin vernos determinados por una historia que asumimos en su totalidad pero que hoy evaluamos de forma diferente a como lo hicimos en su momento.

Toda una generación de comunistas que no vivieron la derrota de la lucha obrera y popular vivida en los años 70 y que entraron a militar ya en el PCPE o los CJC o vienen de la lucha por la defensa del marxismo – leninismo en el PCE, forman, junto a los camaradas más veteranos que lucharon en la clandestinidad o el exilio contra el franquismo o quienes formaron la generación de la llamada Transición, una militancia soberana que estudia y analiza desde las categorías del marxismo – leninismo y la experiencia práctica de lucha política cotidiana, la formación social sobre la que interviene y saca conclusiones en sus congresos y conferencias. Congresos y conferencias que sirven para adecuar y actualizar nuestros análisis y propuestas y a las que, lejos de trabajar con la varita mágica de la inspiración permanente con la que parecen trabajar algunos, vamos dotándoles en nuestros sucesivos Comités Centrales de un cuerpo táctico basado siempre en la estrategia, los principios propios de una organización marxista-leninista como la nuestra y la experiencia política práctica de un partido con un importante, aunque aún insuficiente, trabajo de masas.

Y es en esos congresos y más concretamente en el 9º, que realizamos en diciembre de 2010 con un país inmerso en una profunda crisis y un capitalismo rebosando síntomas por doquier de una evidente crisis estructural, en el que la militancia del PCPE decide reformular la propuesta política frentista y etapista que, en un ejercicio de “artrosis” ideológica y “alergia” a la dialéctica, caracterizaba la posición de la mayoría de partidos comunistas y obreros europeos desde 1935. Una lectura inmóvil de una correcta decisión del VII Congreso de la IC que, pasados los años y cambiadas las circunstancias sirvió y sirve a muchos para instalarse perfectamente en el sistema de dominación capitalista a la espera de la “maduración” de las condiciones objetivas y subjetivas. Una posición cómoda para organizaciones que como el PCE y todas las que forman parte del PIE, han mutado en estructuras oportunistas de perfil socialdemócrata e, incomprensible a nuestro entender, en partidos que se denominan marxistas-leninistas y que, además de mantener similar propuesta política a la que realizan las fuerzas oportunistas (de ahí su cómoda coincidencia en la JER), renuncian a mantener una persistente y dura batalla ideológica contra ellas y no dudan en coincidir, además de en todo tipo de plataformas -incluso electorales-, en actos políticos que consideran “un hito en el proceso de unidad de la izquierda”. No, compañeros, en ese tipo de unidad abstracta de la “izquierda” contra la derecha, al margen de programas y contenidos clasistas ahí nunca nos encontraréis. Nunca apoyaremos a la oportunista Siryza o saludaremos la victoria del “compañero” Hollande, el mismo que meses después capitanea la agresión imperialista contra Mali y Siria, lo que debería provocar algún tipo de reacción autocrítica entre los que, como vosotros, utilizaron la portada de su web para felicitarse por la “unidad de la izquierda” que posibilitaba la derrota de la derecha en Francia. ¿Queremos un Hollande en España que sirva para frustrar las aspiraciones de cambio de una parte de los trabajadores y trabajadoras?

El PCPE no trabaja en esas claves, ni creemos que el capitalismo monopolista de Estado en España –plenamente inserto en la cadena imperialista– pueda transitar hacia ninguna etapa democrática intermedia. Efectivamente, si hablamos de dialéctica, copiar el argumento de la república democrática en la Rusia zarista de 1905 para España en 2013 y además olvidar el postulado leninista de la inexistencia de una fase democrática intermedia entre el capitalismo y el socialismo, juega en vuestra contra. Nuestro análisis es que en el imperialismo (fase última y superior del capitalismo) lo que le corresponde a los partidos comunistas es realizar una propuesta política acorde al tiempo político que vivimos y que, no es otro que el del tránsito revolucionario del capitalismo al socialismo. Ahí es donde debemos situar el fiel de la balanza que debe calificar de acertada o no nuestra táctica y por eso para el PCPE en este momento histórico de crisis estructural capitalista cualquier propuesta que, postulando la existencia de una etapa democrática intermedia entre el capitalismo y el socialismo, le niegue “a las masas… la posibilidad de comprender por experiencia propia que el derrocamiento del viejo poder es inevitable, poner en juego métodos de lucha y formas de organización que permitan a las masas comprender más fácilmente, por la experiencia, lo acertado de las consignas…”1, adquiere una responsabilidad histórica ante la clase obrera por dificultar el proceso de adquisición de conciencia de las masas trabajadoras y su acercamiento progresivo, en función de su propia experiencia, a la sección más organizada y teóricamente educada del proletariado. Es ahí, en el terreno, donde con la excusa de buscar una salida social a la crisis o una democratización de las instituciones (cambio de rey por presidente de la república burguesa), se colabora con el reformismo, donde inevitablemente se acaba en el terreno de la colaboración, no ya con los reformistas, como nos acusas a nosotros en tu escrito, sino también con los planes de un bloque de dominación oligárquico burgués que, en el estado español, no dudaría ni un segundo en arrumbar a un rincón de la historia a los borbones para seguir manteniendo su dominación de clase.

Por ello, la pregunta que nos realizamos al analizar nuestras posiciones tácticas y las vuestras es: ¿atrae esta táctica a las masas obreras y populares hacia la propuesta revolucionaria del Partido de vanguardia de la clase obrera? Es evidente que damos respuestas distintas. Para nosotros, planteamientos como los que expresas en tu artículo jamás supondrán un aumento del número de trabajadores y trabajadoras con conciencia que se acercan a la línea certera de la revolución socialista. Muy al contrario, su desarrollo y hegemonía entre la clase obrera, despistándola de su tarea principal e imbuyéndola de la imposibilidad de constituirse en clase en el poder, lo único que hace en este momento histórico de crisis estructural es otorgarle a la oligarquía un balón de oxígeno imprescindible para su supervivencia, al paralizar completamente la acción revolucionaria de la clase obrera.

Como es lógico, nuestra posición, basada en poner en pie la amplia alianza social por el Socialismo liderada por la clase obrera, que denominamos Frente Obrero y Popular por el Socialismo (FOPS), y en la que no tiene ningún tipo de cabida lo que denominas “evidente urgencia de la unidad de la izquierda que acabará aceptando la mayoría” y que nosotros decimos que se hará al margen de contenidos programáticos tan básicos como el rechazo al €, la salida de la UE o la nacionalización de banca y los sectores económicos estratégicos, es la que consideramos acertada y por eso, guste más o guste menos a personas como tú, nos permite definir sin falsas modestias a nuestro partido como un partido de vanguardia por su ideología, organización y programa.

Julio Díaz


i Fundamentos del leninismo. J. Stalin

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