Entre el 26 de agosto y el 1 de septiembre una representación del PCPE participa como invitada en el Congreso fundacional y lanzamiento público de la formación política legal, fruto de los acuerdos de Paz entre el Gobierno colombiano y la insurgencia comunista
Un millar de delegados y delegadas procedentes de todas las estructuras militares y políticas de las FARC-EP, de las Milicias Bolivarianas, del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia y del Partido Comunista Clandestino Colombiano han debatido las tesis, programa político y estatutos fundacionales del nuevo movimiento político.
El nuevo partido no es un partido de cuadros, es un movimiento político de masas que deberá articular el acumulado social de cinco décadas de lucha, tanto en los frentes obrero, campesino y popular como en las instituciones burguesas, con el objetivo de la conquista del socialismo-comunismo en Colombia. Esta definición de organización de masas ha puesto en la agenda la necesidad de articular la unidad de los y las comunistas colombianos, hasta ahora divididos entre el Partido Comunista Colombiano y el Partido Comunista Clandestino Colombiano.
Uno de los retos actuales es articular la unidad de los comunistas y de dos expresiones de masas como son la Unión Patriótica y el nuevo Partido, sobre todo frente a la consolidación e implementación de los acuerdos de Paz. Los incumplimientos reiterados del acuerdo de Paz por parte del Gobierno colombiano ponen en riesgo, según los mismos dirigentes exguerrilleros, el acuerdo firmado en La Habana en 2016. Cientos de dirigentes sociales asesinados el último año y decenas de exguerrilleros, exmilicianos y familiares asesinados hacen temer que se suceda un nuevo genocidio como el de la Unión Patriótica en los 80 y los 90. El incumplimiento del Gobierno sobre lo pactado para el desmonte de las organizaciones paramilitares hace revivir el fantasma de la UP.
Pero no solo existen dificultades serias respecto a la seguridad física, el Gobierno está incumpliendo sistemáticamente todos los puntos pactados, las amnistías de excombatientes no avanzan, el mecanismo jurídico post-conflicto, la JEP, está en riesgo de caer en manos de los sectores más reaccionarios enemigos de la Paz, la sustitución de cultivos ilícitos no se materializa y el estado sigue optando por la erradicación forzosa, los proyectos socio-económicos para los guerrilleros siguen en el aire y el punto agrario está sin aplicación y en riesgo de quedar en nada.
Hoy, para el el nuevo Partido heredero de las FARC-EP, forzar la aplicación del acuerdo de Paz es una prioridad. Y las próximas elecciones presidenciales y legislativas de 2018 representan un punto crítico para la consolidación de una formalidad democrática que permita la lucha política de los y las revolucionarios en la legalidad y sin la amenaza constante del asesinato, la desaparición forzada, la tortura y la prisión. Ante este horizonte, desde el PCC y el nuevo Partido se apuesta por una Convergencia por la Paz y la Democracia que sea una alternativa al polo reaccionario del uribismo que ya ha dicho que, si ganan las presidenciales, harán añicos los acuerdos de paz.
Desde el Partido Comunista de los Pueblos de España, con su presencia en el último Congreso del PCC y en este Congreso Fundacional del nuevo movimiento de las FARC-EP, mantenemos nuestra solidaridad y compromiso con el conjunto de la clase obrera y campesina colombiana, con sus sectores populares y especialmente con los revolucionarios y revolucionarias colombianas que luchan por conquistar el socialismo y el comunismo en la nación andina.