Hoy en día se está promocionando la ideología del capitalismo verde, es decir, continuar con el mismo sistema económico y social, pero realizando reformas y cambios que se supone que salvarán el mundo y nuestra forma de vida. Sin embargo, esto sigue siendo el mismo cuento de siempre, porque lo que no se dice es que el capitalismo no es compatible con la naturaleza, y es que esto se ve con cosas como los incendios veraniegos en el Amazonas o los del África subsahariana. Y es que estos incendios, casualmente, le saldrán rentables a empresas cárnicas y de soja, porque el terreno que sea destruido por las llamas, será utilizado por esas empresas para ampliar su terreno y, así, sus ganancias.

No sólo eso, si no que además, potencias imperialistas, como Canadá o Rusia, se verán incluso beneficiadas por el cambio climático, recibiendo un importante crecimiento de su PIB, mientras que el resto de naciones simplemente observarán como su economía se desploma.

Y dejando la economía de lado, también vemos como el método de supuesta lucha contra el cambio climático se limita a simplemente señalar a los individuos de la clase trabajadora como causa del calentamiento global, haciendo una enorme campaña mediática en la que apenas se mencionan los crímenes que hacen las empresas privadas, pero sí se hace enorme hincapié en las acciones individuales. Y, como resultado, se idealizan las acciones de, por ejemplo, comprar cepillos de bambú o comprar marcas ecológicas, y quien no siga la norma, es alguien que no hace nada por la causa del ecologismo. En resumidas cuentas, el rico es bueno, porque puede seguir ese modo de vida que tiene un alto coste, y el trabajador es malo, porque no compra todas las marcas eco friendly.

El capitalismo verde no hace ningún cambio real, simplemente parchea el sistema y perpetúa la opresión de clase. Las acciones individuales no van a cambiar el mundo. Esto se ejemplifica, por ejemplo, en Holanda, país que promociona el uso de medios de transporte respetuosos con el medio ambiente (como la bici o el transporte público), pero aún así sigue siendo una de las zonas más contaminadas de Europa.

La socialdemocracia, los progresistas, los verdes, etc, todos son cómplices del mismo sistema económico, y todos ellos han fallado al enfrentarse con la crisis del siglo XXI. Claro ejemplo es Suecia, país donde la socialdemocracia está casi siempre presente desde 1917. País que aplica la política de un falso progresismo y ecologismo, pero que se lucra mediante la venta de combustibles fósiles. No sólo eso, además, es el 18º mayor consumidor combustibles y el 8º en consumo eléctrico, aún cuando es el 88º país por población mundial

Por lo tanto el auténtico ecologista, es anticapitalista. Un ecologista luchará por la transición a un nuevo sistema económico y social, que sea antagónico al capitalismo, sistema que no sólo destruye a las personas, sino que también destruye nuestro planeta.

Saúl F.

uyl_logo40a.png