Seguramente sin la crisis sanitaria actual seguiríamos mirando a otro lado pese a las denuncias de las trabajadoras de residencias de tercera edad y las de algunos colectivos de familiares. La gallina de los huevos de oro de un servicio público esencial se lo reparten empresas privadas. El accionariado mayoritario son fondos buitre como en VITALIA HOME propiedad del fondo británico CVC, ORPEA o DOMUSVI de fondos franceses o de inversores inmobiliarios en Ballesol, Sanitas o La Saleta. Esas empresas privadas acaparan el 85 por ciento de las plazas y centros disponibles y sus ingresos provienen mayoritariamente de fondos públicos a través de conciertos y concesiones.
Acaparan también la mayoría de fallecidos con COVID-19 o síntomas compatibles con la enfermedad. Por el momento 13.447 personas han muerto en residencias, en algunos lugares son más del 50 por ciento del total de fallecidos. No hay que buscar la razón de esos estragos en la edad y condición física de las personas afectadas, sino en las condiciones de insalubridad y de falta de atención en esos centros, con pocas dotaciones de personal y nulas medidas de prevención. Cadáveres abandonados durante horas o días. Personal dándose a la fuga o confinándose con los enfermos para cuidarlos. Trabajadoras muy precarizadas –un 90% del total son mujeres–, con una ratio de personal por ingreso denunciada hace tiempo, con más personas ingresadas que la capacidad oficial de los centros, con ritmos de trabajo extenuantes, con bajos salarios y un sin fín de irregularidades que la administración ha venido pasando por alto.
La seguridad y bienestar de las personas mayores y de quienes cuidan de ellas en las residencias, son incompatibles con hacer de un servicio público un negocio extremadamente lucrativo. Si la patronal se llena los bolsillos por poner un ejemplo, como sucede en Vitalia Home de Leganés con beneficio de 1.000.000 € neto, es escatimando en muchas inversiones necesarias y ahorrando costes de personal en estas empresas, lo que se traduce en una pérdida en la calidad en la asistencia, como está demostrando estos días.
El testimonio de las trabajadoras corrobora la situación.
Redacción UyL