El pasado lunes tuvo lugar un paro convocado por sindicatos y organizaciones sociales y de derechos civiles bajo el lema "Huelga por las Vidas Negras (Strike for Black Lives)”. A las trabajadoras y trabajadores sindicalizados se sumaron empleados de la industria de servicios, de cadenas de comida rápida, agrupaciones de músicos, del sector de salud, jornaleros, de la construcción, entre otros sectores.

Las personas que acudieron a la huelga exigían acciones radicales por parte de las corporaciones y el gobierno para enfrentar el racismo sistémico y la desigualdad económica que limita la movilidad y el avance profesional de muchos trabajadores y trabajadoras afrodescendientes o de origen hispano, que constituyen un número desproporcionado de aquellas personas que ganan menos que un salario digno y exigiendo igualmente un mejor trato a dichas personas en los lugares de trabajo. Las demandas por tanto van más allá del "Black Lives Matters" y pretenden vincular el racismo sistémico con las injusticias económicas por la falta de salarios dignos, la explotación de mano de obra, la falta de seguros médicos y otros derechos laborales, incluido el de formar sindicatos.

“Lo que los manifestantes están diciendo, es que si queremos estar preocupados, y deberíamos, por la violencia policial y gente falleciendo a manos de la policía... también debemos estar preocupados por las personas que están muriendo y son llevadas a situaciones letales a través de la explotación económica en todo el país”, declaró el reverendo William Barber II, copresidente de Poor's People's Campaign, una de las organizaciones que apoyaron la huelga. Barber dijo que la participación del lunes mostró la importancia del problema para las personas que están dispuestas a salir durante una pandemia y hacer que se escuche su voz. “Tristemente, si no están en las calles, los sistemas políticos no se mueven porque envíen un correo electrónico o un tuit. Lo ignoran”, comentó.

Al mediodía del lunes en cada zona horaria de Estados Unidos decenas de miles de trabajadores en 160 ciudades realizaron paros inspirados en el reconocimiento racial que surgió tras las muertes de varias personas a manos de la policía.

En San Francisco, 1.500 conserjes dejaron sus trabajos y marcharon al ayuntamiento. Los cocineros y cajeros de McDonald’s en Los Ángeles y los trabajadores de los asilos de ancianos en St. Paul, Minnesota, también participaron en la huelga, según los organizadores.

En un local de McDonald’s en Los Ángeles, los trabajadores bloquearon el servicio al auto durante 8 minutos y 46 segundos, aproximadamente la cantidad de tiempo que, de acuerdo a los fiscales, un policía blanco mantuvo su rodilla sobre el cuello de Floyd mientras éste decía que no podía respirar.

Donde no se pudieron realizar huelgas, los participantes protestaron durante el receso para comer o guardaron un minuto de silencio mientras se arrodillaban para honrar a las víctimas de la brutalidad policial.

Fuente: Redacción UyL. Telesur.

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