“La diferencia fundamental entre las tres olas, la primera por novedosa y porque había que hacer, estábamos ante un tragedia sin comparación, pues había que tirar pa,lante con lo que fuera, la segunda ola hubo mucha rabia, mucho enfado y la tercera ola lo veo como que es abatimiento”.
Natalia Flores Amador es lo que se ha dado en llamar personal de primera línea, una trabajadora que en la pandemia el poder descubrió y publicitó como esencial, y a la que más allá de definir como heroína y algún reconocimiento o aplauso público las administraciones han abandonado a su suerte en todas las fases, poéticamente declaradas “olas”, tal como ella misma nos cuenta, el personal sanitario ha sufrido un revolcón tras otro en esta marejada llamada COVID.
Es anestesista de un hospital del norte de Madrid, el Infanta Sofía, en el ha vivido la pandemia y durante estos 10 meses ha visto que en la gestión se han cometiendo los mismos errores…” no se ha hecho nada por buscar una estrategia real y efectiva para que los hospitales no vuelvan a colapsarse, porque si se colapsan dejan de atender muchísima otra patología que no es covid y se centran todos los esfuerzos en una patología que sí tiene una mortalidad no desdeñable, pero la gente sigue enfermando, los canceres siguen existiendo, las patologías que producen dolor y sufrimiento siguen estando y no están siendo tratadas”..
Al principio de la primera ola tuvo que apoyar a los intensivistas, que son los que habitualmente atienden este tipo de patologías. La plantilla era claramente insuficiente para la cantidad de pacientes que necesitaban cuidados críticos y se sumaba que no tenían material para atender a los pacientes y tampoco material de protección…”teníamos que buscarnos las tretas, como ha salido en muchos medios de comunicación, las mascarillas las utilizábamos en varios turnos, las guardábamos, no teníamos mascarillas fp3, las adecuadas para este tipo de pacientes cuando vas a hacerles procedimientos invasivos, cuando vas a entubarles, etc. y bueno pues trabajábamos en unas condiciones un poco precarias”.
…”Además cancelaron todo tipo de cirugías y se habilitaron las unidades que habitualmente tenemos para el cuidado de pacientes pos operados para dar cabida a los pacientes críticos, esta habilitación de estos recursos físicos fue como buenamente se pudo porque no había respiradores, no había monitores, no había bombas de administración de medicación y bueno tuvimos que utilizar los recursos que el hospital tenia, los respiradores y las máquinas de anestesia de los quirófanos, que no eran lo adecuado porque no son materiales diseñados para este tipo de patología…pero era la única alternativa para evitar que esos pacientes pudieran fallecer”.
Lo ideal con estos pacientes es trabajar en un ambiente aislado, en un box especial y que se les atienda con el EPI, pero ante la demanda brutal se crearon salas diáfanas, en las que se trataban a muchos pacientes a la vez. Esto obligaba a trabajar con el EPI puesto muchas horas al día, con turnos muy largos, incluso 24 h., con unas condiciones de trabajo bastante exhaustas y físicamente muy exigentes.
Se dieron cuenta que los pacientes evolucionaban mal, con muchas complicaciones, infecciones, con un curso que no era corto… “Así que la primera ola nos supuso bastantes cambios, digamos que nos revolcó bastante bien, nadie nos creía inicialmente cuando veíamos lo que estaba pasando en otros países o en otros hospitales de la comunidad, los jefes de servicio o los directores de los hospitales no nos creían, pensaban que iba a ser algo anecdótico y luego pasó lo que pasó y que todos vimos”.
…”Lo único positivo entre comillas de la 1ª ola fue que prevaleció la capacidad de auto organizarnos entre compañeros, sobre todo a la hora de poder prestar nuestra mejor atención a los pacientes porque la verdad es que nos sentimos desprotegidos por parte de nuestros superiores, por la ausencia de disponibilidad de trajes de protección, la ausencia de planificación y de una estrategia común con otros hospitales,…sino que cada uno estábamos librando nuestra batalla contra el virus de manera aislada, entonces lo único positivo fue la auto organización, porque la organización a las más altas esferas dejaba bastantes que desear, dejó bastante que desear en ese momento y sigue dejando bastante que desear en esta tercera ola”.
Llegó la segunda ola, en septiembre, empezaron a ver incremento de pacientes y advirtieron a sus jefaturas nuevamente…” pues vuelta la burra al trigo”…de la dificultad que entrañaba volver a atender a este tipo de pacientes otra vez, con la paralización de toda la actividad que no fuera covid y todo lo que eso implicaba: parar otra vez programas de cirugía, consultas, sobrecarga de otros circuitos que nos hacían postergar patologías que ya habíamos postergado en marzo”. Los llamaron apocalípticos y se volvió a vislumbrar que los planes estratégicos y de organización de los hospitales eran mero papel, que no valía para nada., en muchos casos, como en su hospital, la inversión había sido nula, se repitieron los mismos errores, se habilitaron otra vez esas UCIS extendidas, de último recurso pasaron a definitivas …” una cama de UCI no es una cama solamente sino necesita de personal cualificado, de personal entrenado, de material especifico y que no vale improvisar y en la segunda ola se volvió a improvisar incluso se volvió a utilizar a personal no entrenado o no debidamente entrenado”.
La tercera ola recuerda muchísimo a la primera con sus picos de contagios, ingresos y muertes, obligando otra vez a disminuir la actividad, retrasando diagnósticos, tratamientos que llevan 10 meses esperando……”ahora mismo no queda esa rabia o ese enfado que había en la segunda ola ya no está, ahora mismo el sentimiento más predominante entre los sanitarios es el sentimiento de abatimiento, cansancio emocional, derrotismo y bueno pues que tenga que ser lo que sea y ya está... sin una mínima capacidad de queja. Esa es la diferencia fundamental entre las tres olas, la primera por novedosa y porque había que hacer, estábamos ante un tragedia sin comparación, pues había que tirar pa,lante con lo que fuera, la segunda ola hubo mucha rabia, mucho enfado y la tercera ola lo veo como que es abatimiento”.
”Desde la primera ola cada hospital ha hecho la guerra contra el virus a su manera, sin valorar, discernir o distinguir entre los medios y recursos que tienen los hospitales grandes o pequeños, que partían de recursos bastante más limitados y les está dando igual que hospitales pequeños cono el infanta Leonor o infanta Sofía estén al borde del colapso, su única propuesta ha sido la creación de un hospital de la nada que si se utiliza como ahora es un error y ocasiona mucho sufrimiento”.
Cree que la situación de colapso que vivimos desde hace 10 meses es fruto de una cadena de años de depauperización de los servicios públicos por parte de la comunidad de Madrid, la que menos presupuesto por habitante gasta en sanidad pública y que opta por la privatización. Que se ha dejado campar el virus a sus anchas con lo que supone, su alto porcentaje de complicaciones, ingresos UCI y mortalidad …”Los gestores de esta comunidad han tenido a bien apostar por la economía del enchufismo… miles de millones de euros que se podían haber utilizado en reforzar la atención primaria, una red de rastreadores y los hospitales, para que la atención que tuvo que ser paralizada durante los meses que duró la primera y segunda ola pueda llevarse a cabo y no tengamos que sufrir muertes que no son por Covid pero que están relacionadas”.
Aunque la falta de recursos materiales y de protección ha cambiado no ha sido así en cuanto a recursos humanos... “una vez acabadas las promociones de enfermería que llegaban a trabajar incluso antes de acabar los cursos académicos, nos encontramos que el personal de enfermería es el que es, no hay disponible porque la gente se volvió a sus comunidades autónomas porque se les acabó el contrato y en Madrid no se lo prorrogaron…”
Nos cuenta que las políticas de precarización del personal sanitario continúan con contratos eventuales, de guardias en el caso de los facultativos, sin un clara política para resolver esta situación a corto plazo, los procesos selectivos de empleo público están paralizados y esta precarización favorece que las estrategias llevadas con el hospital Isabel Zendal puedan llevarse a cabo, …”están haciendo que los profesionales más vulnerables de la cadena, los eventuales se están viendo amenazados para ser trasladados y trabajar en ese hospital en contra de su voluntad, si es que quieren trabajar en la comunidad de Madrid. Lo que es el remate y el insulto más absoluto, el desprecio más absoluto a los profesionales que están dando la cara en esta tercera ola y por décimo mes consecutivo”
(mañana continuará ...)