Las mujeres se sitúan en primera línea de batalla de la crisis de la COVID-19, grandes sectores claramente esenciales y fundamentales están en gran mayoria feminizados y están pagando claramente las consecuencias de la privatización de la sanidad.

Claro ejemplo de ellos son los testimonios de Ana Merchan , mujer luchadora y trabajadora en el sector del cuidado de mayores en residencias de Guipuzkoa. Más de 5.000 mujeres que desde 2018 llevan en huelga, más de 247 días, y que no dudaron en aplazar la huelga temporalmente durante los meses más duros de pandemia. Relato que expresa claramente la crueldad de este sistema capitalista donde prima más la economía que las vidas humanas y donde la única salida es la lucha y la unidad de todas ellas.

Laura, enfermera trabajadora de una concesión administrativa de terapias respiratorias, ejemplo claro de que la privatización sanitaria empeora no sólo las condiciones laborales de las o los trabajadores, sino también la calidad y seguridad asistencial que hacen cada vez más duras las jornadas laborales. Condiciones laborales mermadas que tuvieron que asumir las trabajadoras donde la empresa primó sus beneficios antes que la seguridad de todas ellas, donde se juegan el ser contagiadas ya que la empresa entre otras muchas cosas no les proporciona los equipos de protección individual necesarios para poder atender a los pacientes con las medidas necesarias.

Relatos que claramente expresan la crudeza del capital, que es necesario y urgente que se destine más presupuesto a la sanidad pública y que desaparezcan todos los conciertos.

Sólo el pueblo organizado salva al pueblo.

Elena Buitrón

 

 

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