Para quienes nos lean desde el Estado español, y en general del conjunto de Europa, el concepto de Paro Nacional lo asimilamos al de la Huelga General, pero no es exactamente lo mismo. El paro, ya sea nacional, de sectores productivos (transportistas, “paperos”, educativo, campesinado…) o sectores sociales (estudiantil, indígenas, afrocolombianos…), tiene un componente más centrado en la movilización y los bloqueos, que en el cese estricto de la actividad y la paralización de la producción. Ese matiz es importante para que entendamos el alcance y las características del Paro Nacional en el marco de un país con un capitalismo de base extractivista y rentista, con una oligarquía que en muchos casos desciende de la colonia española, que no duda en ejercer la represión de forma brutal y descarnada. Así, en los Paros, la huelga se ejerce fundamentalmente en el sector público y en los sectores corporativos como taxistas, camioneros o campesinos.

Con esta pequeña introducción, asistimos a un nuevo Paro Nacional 2 años después del pasado Paro Nacional del 21 de noviembre de 2019. Y esto es un hecho histórico, es necesario señalar que antes del Paro de 2019, no había habido ningún paro desde 1977, conocido como el gran Paro Nacional Cívico, que se saldó con 33 manifestantes asesinados, más de 3.000 heridos y miles de detenciones.

El Paro de 2019, si bien empezó el 21 de noviembre, inició un ciclo de protestas populares que se alargó hasta el mes de febrero y se truncó con las medidas sanitarias por la pandemia de la COVID-19. Este ciclo de protestas se saldó con 5 manifestantes asesinados, cientos de heridos y miles de detenidos. El Estado aplicó la represión de siempre, pero utilizó hábilmente las nuevas tecnologías para sembrar el caos e intentar paralizar las protestas, el día después decretó el toque de queda, y al siguiente, se orquestó el bulo de que en las principales ciudades “bandas de venezolanos” asaltaban las humildes casas de los sectores populares, creando a través de imágenes falsas difundidas por Whatsapp y Facebook y con el altavoz de los grandes medios de comunicación, un estado de pánico y terror que paralizó las protestas por unos días.

Si el Paro del 2019 se convocó contra la reforma laboral, la reforma de las pensiones, contra los asesinatos de líderes sociales y por el cumplimiento del acuerdo de paz con las antiguas FARC-EP; el del presente año, recoge las mismas demandas a las que suma la reforma tributaria que está preparando el gobierno que castigará con fuerza a la clase obrera, al campesinado y a los sectores populares. Especialmente sangrante será el aumento del IVA en productos de primera necesidad, el aumento de los impuestos sobre el trabajo y los pequeños comerciantes.

Hay que tener en cuenta que en Colombia un 55% de la fuerza laboral empleada, lo hace en el “sector informal”, es decir la venta callejera de todo tipo de productos y como braceros. El 63% de los trabajadores y trabajadoras de Colombia viven con menos del salario mínimo de 200 dólares mensuales, y el 85% lo hacen por menos de 700 dólares mensuales. Esta realidad hace que el aumento del precio de los huevos, la leche o el pan, haga la diferencia entre comer dos o tres veces al día a comer una, entre ponerle más o menos agua a la leche de los pequeños o que un huevo deba repartirse entre dos o tres personas.

Las grandes centrales sindicales (CUT, CGT, USO) colombianas al llamar a Paro Nacional retoman el pulso lanzado en 2019 y previsiblemente iniciarán un nuevo ciclo de protestas. La gran central de maestros FECODE al sumarse al Paro Nacional, es una fuerza decisiva en Colombia para el triunfo de las movilizaciones, también los sectores estudiantiles, los campesinos y los indígenas han manifestado que se suman al Paro Nacional.

La realidad colombiana es compleja, un país sumido en una interminable y difusa guerra interna por más de 200 años, con el fenómeno del narcotráfico que permea todo el cuerpo social, con una oligarquía brutal que aplica a rajatabla la doctrina contrainsurgente del enemigo interno, no puede analizarse con categorías binarias, es un país de matices y muchos grises. Pero a pesar de la violencia y la descomposición social en Colombia provocada por la oligarquía, el Pueblo colombiano ha demostrado y demuestra una infinita capacidad de lucha y resistencia.

Seguiremos informando de los acontecimientos que se sucedan.

Ferran N.

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