La gentuza que nos gobierna en nombre del capitalismo, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, no cesa de querer reescribir la Historia; sí la que escriben los pueblos con hache mayúscula. Anhelan los/as muy bellacos/as contarla a su guisa, es decir en función de sus intereses políticos, económicos y geoestratégicos para así intentar difamar a la única alternativa real y posible de superar el insoportable e insostenible sistema de producción capitalista: el socialismo-comunismo. Saben muy bien estos/as sátrapas que pese al cacareo cotidiano de que el modelo socialista ya no sirve, si las masas llegan a no poder seguir soportando la vieja sociedad capitalista tarde o temprano la revolución y el socialismo estarán ineludiblemente al orden del día. Señorías, cosas del materialismo histórico. Por eso en septiembre de 2019 y ahora el pasado mes de marzo, el Parlamento Europeo primero, y lamiéndole las botas los/as franquistas del PP después, han creído provechoso aportar su granito de arena al edificio anticomunista.

Sin duda para conjurar aquel fantasma que recorrió antaño Europa, y contra el que se coaligaron en santa jauría las potencias despóticas del viejo continente. Así pues, y siguiendo ese enraizado clasismo, la Eurocámara ha gestado una insidiosa resolución en la que en medio de una sarta de mentiras, medias verdades e infames silencios, equipara el comunismo al nazismo afirmando, entre otras falsedades, que “fueron los causantes de una pérdida de vidas humanas y de libertad en el siglo XX a una escala hasta entonces nunca vista en la historia de la humanidad”. Deduciéndose de todo ello que para esta insustancial y gravosa institución europea los detonantes de la Segunda Guerra Mundial no fueron el Tratado de Versalles ni los Acuerdos de Múnich, sellados el 30 de septiembre de 1938 con la aceptación por parte de Francia e Inglaterra de las exigencias expansionistas de Hitler, sino el Pacto de No Agresión Germano-Soviético firmado el 23 de agosto de 1939. Qué desvarío y qué ultraje a la verdad histórica el de estos/as miserables eurodiputados/as dispuestos/as incluso a ocultar la lucha heroica y decisiva del pueblo ruso (27 millones de muertos) contra el nazismo. Odioso oprobio al que se han sumado los/as franquistas del PP, que estimándose estar del lado bueno de la historia por ser fascistas, han presentado en el Congreso de los Diputados, el pasado 23 de marzo, una proposición no de ley que recupera la ignominiosa resolución europea.

¡Qué cinismo!

Dicen estos/as cachorros/as del franquismo, tan benevolentemente tratados por la indecente Transición, que comunismo es igual a nazismo. Ellos/as y sus antepasados que han sobrevivido gracias al apoyo del fascismo internacional durante la Guerra Civil y a la indigna posición occidental que prefirió Franco al Frente Popular. ¡Qué cinismo! ¿O es que creen que hemos perdido la memoria con tanto querer arrebatárnosla? Nada hemos olvidado. Sabemos quienes perpetraron el golpe de Estado en 1936 y por qué, y sabemos también quienes combatieron el fascismo hasta sus últimas consecuencias. En la guerra y en la clandestinidad hasta la muerte del dictador. Fueron comunistas los/as que lucharon sin descanso por la democracia y la libertad en aquellos trágicos años. Fueron comunistas también quienes defendieron Europa del nazismo, cuando Franco con los nazis y su División Azul los/as combatían invadiendo la URSS. Fueron comunistas igualmente los que liberaron Auschwitz, obligando a Hitler a suicidarse y a Alemania a rendirse incondicionalmente. Y son muchos/as comunistas españoles/as los/as que permanecen aún enterrados en fosas comunes y en cunetas ante la indiferencia de estos/as rastreros/as parlamentarios/as y sus gobiernos que ansían reformular la Historia. Sí, la que escribimos los/as comunistas desgarradoramente. Y aquí seguimos, contra el capital, por la clase obrera y el socialismo-comunismo. Entonces, ¿como los nazis?

José L. Quirante

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