Mañueco, con la bendición de Casado, se ha echado p´alante, y acogiéndose al “modus operandi” del PP en Madrid, acusa a sus socios de falta de lealtad, se carga a cuatro consejeros de Ciudadanos, pide los focos a su persona y convoca a las urnas a la población castellanoleonesa, el 13 de febrero.
Y allá que van todos, a poner su sabiduría agropecuaria al servicio del pueblo, largando lo más grande, escudriñando el censo bovino y rebuscando entre sanabresas, moruchas, avileñas o culonas y entre las 550 macrogranjas de cerdos que se asientan en esta Comunidad, a ver quién se lleva más procuradores. Y no es de extrañar, señores y señoras, porque echando cuentas, tocamos a 35 cerdos por persona. Así que, esta vez la campaña electoral se ha centrado en la ganadería y todo dios posó ante las cámaras rodeado de vacas y gorrinos de todos los colores y tamaños. Súbitamente, todo es sector primario, no hay, al parecer, ninguna otra discrepancia entre los partidos que concurren a estos comicios.
Garzón, siempre tan intempestivo y oportuno, les puso el debate a huevo. El pobre dijo una verdad como un templo; “las macrogranjas contaminan el suelo y el agua” sin embargo , la derechona levantó las patas, sus compañeros califican sus declaraciones de insensatas y el Gobierno se apresura a desmarcarse de tales afirmaciones y se despacha diciendo que fueron a título personal. En Castilla y León no se habla de otra cosa; ni paro, ni sanidad rural, ni educación, ni precariedad, ni vivienda, ni carestía de la vida, ni situación de las mujeres jóvenes,ni mejor asistencia en las residencias, ni salarios de miseria, ni juventud sin futuro. Los términos más repetidos en estos días fueron extensiva/intensiva como quien habla de técnicas ofensivo/defensivas en Taekwondo.
Quienes ayer apostaban por la ganadería extensiva, de la noche a la mañana, se emboscaron en la defensa de las macrogranjas, no sabemos si por contradecir a Garzón o por no joder la rentabilidad de los monopolios cárnicos. Y es que la industria agroalimentaria tiene mucho peso en esa Comunidad. Campofrío, por utilizar un ejemplo, es una de las empresas españolas más beneficiada por los fondos de ayuda a la actividad agraria y está muy, muy, pero que muy interesada en la ganadería industrial porque abarata sus costes, facilita la externalización y la automatización y ahorra en empleo.
Es evidente que en esta campaña ha habido carnaza; hasta manifestaciones de ganaderos y agricultores hemos visto indignadísimos por la visita de Pedro Sánchez y reclamando el cese de Garzón, pero cuando les acercaban el micrófono, los pequeños ganaderos venían a reivindicar lo mismo que el cuestionado Ministro de Consumo; el fin de la ganadería intensiva porque menoscaba los intereses de los pequeños y medianos ganaderos.
Y sí, las macrogranjas es un asunto que hay que abordar, imprescindiblemente, nadie lo duda, pero la socialdemocracia es otro contratiempo que hay que encarar, necesariamente. Los bandazos aquí y allá del Gobierno que forman PSOE y UP no hacen sino evidenciar que, siendo conocedores de la existencia del problema, lo que sobra es miedo a perder votos y lo que falta es voluntad y determinación para plantar cara y arrebatar los dividendos de los capitalistas.
Ya lo dice la canción “las penas y las vaquitas se van por la misma senda, las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas...”
Telva Mieres