Sí, señores del gobierno “más progresista de la historia”, del que algunos astutos tildan de “social-comunista”, ustedes son unos miserables lacayos del imperialismo yanqui. Así, sin rodeos ni perífrasis. Tan rastreros como anteayer lo fue el régimen franquista desde que, en 1953, los Estados Unidos le otorgaron lettres de noblesse a cambio de bases militares; o como ayer también lo fue “el régimen del 78”, que disfrazando a los fascistas de demócratas y asumiendo en lo esencial el lema del “todo atado y bien atado” del agónico dictador (Jefatura del Estado, unidad de la Nación, Judicatura, Ejército, etc.), primero nos metió por cojones en la OTAN, después violó descaradamente las cláusulas que condicionaban la adhesión de España (“no incorporación a la estructura militar integrada”, “prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español”, “reducción progresiva de la presencia militar estadounidense”) y, por último, intentó dar el carpetazo definitivo a aquello de “salida, sí”, que tan maquiavélicamente coreó el PSOE en 1982.

Refrescar memorias

Ahora, aprovechando el sentimiento humano de solidaridad que causa una horrible guerra que jamás debió de estallar (¿de quién es la responsabilidad?), ustedes, lameculos asiduos del imperio más abyecto de la historia de la humanidad, no solo intentan perpetuar la adhesión de España a la OTAN, sino que además quieren vendernos desaforadamente esa organización terrorista del sicópata Tío Sam como si de las hermanitas de la caridad se tratara. ¡Qué cara más dura!, ¡qué cinismo! ¿Es que ya han olvidado las atrocidades cometidas por esa organización criminal?

Señorías, reiterándome refrescaré sus memorias selectivas enumerando sólo las más recientes. Aplíquense el cuento, y lean atentamente: Afganistán, desde 2001 a 2021, 900.000 muertos; Irak, desde 2003 hasta hoy, 1.220.580 víctimas mortales, la mayoría civiles; Libia, desde el magnicidio del presidente Gadafi en 2011, más de 50.000 asesinados; Siria en nueve años de una guerra interminable, 380.000 muertos… Y eso sin hablarles en detalle de los cruentos dramas palestino, saharaui y cubano ocasionados por el sionismo y por el imperialismo norteamericano desde hace muchas décadas. Sin embargo estas catástrofes –también humanas, no lo duden- no merecen al parecer una cobertura mediática pormenorizada y permanente como en el caso ucraniano. ¿Por qué señores del gobierno más transgresor de nuestra historia? ¿No será porque la desestabilización de todos esos países beneficia los intereses económicos y geoestratégicos de un capitalismo en caída libre? ¿No será porque el imperialismo quiere controlar los recursos energéticos del planeta, y así asfixiar a potencias que le hacen sombra?

Socialismo o barbarie

Sin duda, como ya ocurrió en las dos guerras mundiales que ha padecido la humanidad, los insaciables intereses del capitalismo están llevando al mundo otra vez (la guerra en Ucrania podría ser el prólogo) al abismo; quedando patente – para quien quiera verlo - sus cada vez más profundas crisis cíclicas y su naturaleza depredadora. Y ustedes, señores del gobierno anticasta por excelencia, no solo callan esos otros terribles dramas humanos, sino que, como en la guerra de Ucrania, son además promotores fogosos de la estrategia de la tensión para que la tragedia no cese.

Lenin explica en sus escritos, que una situación revolucionaria se caracteriza porque las clases dominantes no pueden mantener más la misma forma de dominación y porque las masas, hastiadas por el empeoramiento de sus condiciones de vida más de lo habitual, están dispuestas a luchar por “una acción histórica independiente”. El primer requisito aparece nítidamente en el horizonte; el segundo habrá que conseguirlo porque la humanidad se enfrenta cada vez más ostensiblemente a elegir entre el socialismo y el fin de la civilización, es decir entre Socialismo o barbarie. No hay tercera vía que valga.

José L. Quirante

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