Al igual que la patronal agrícola quiso hacer creer que no había suficientes jornaleros/as para garantizar la recogida de frutas y verduras, ahora es la patronal de hostelería la que se lamenta por la falta de obreras y obreros con alto nivel de profesionalidad con quienes cubrir los puestos de cocinas, barras y terrazas.
Reclamar para contratar que el personal tenga un alto nivel de profesionalidad, (argumento con el que se quieren hacer pasar por justos contratadores, dispuestos a cumplir lo establecido en los convenios y mucho más), suena a broma cuando esto se dice por parte de empleadores de un sector en el que la contratación siempre ha estado marcada por la precariedad laboral y, más concretamente, por la salarial.
Un sector, la hostelería, en el que, salvo contadas excepciones, no se respetan los convenios en ninguno de sus capítulos: jornada laboral, salarios, descansos, etc. Si miramos hacia las cadenas de restaurantes de comida rápida, los trabajadores y trabajadoras nos dirán que les respetan las horas, pero que trabajan a un ritmo de vértigo y en unas condiciones deplorables. Las cadenas hoteleras, en su mayoría empleadores de temporada, recurren a subarrendar la fuerza de trabajo mediante ETT y, cuando no es así, sólo contratan hasta final de temporada, resultando muy difícil, sobre todo en estos últimos tiempos, poder trabajar dos temporadas seguidas.
Y qué decir de los bares y cafeterías de zona o barrio: sí, ese al que a más de un iluminado le ha dado por defender contra la centralización o concentración, el llamado comercio minorista. Es en esta rama del sector donde los índices de explotación se manifiestan con más crudeza. Estos pequeños y medianos empresarios, en su mayoría en manos de rentistas de locales y fuera de plataformas de distribución propias, compiten, en precarias condiciones, con cadenas y trusts de restauración y hostelería. Estos bares y cafeterías de barrio, paseo marítimo o polígono, donde un gran número de jóvenes, a la espera de una mejor oportunidad profesional, trabajan de 10 a 14 horas diarias por salarios que no superan el SMI y cotizando a la Seguridad Social por la mitad de las horas que trabajan, en el mejor de los casos.
En los últimos días hemos visto aparecer en los medios de comunicación del sistema a empresarios del sector que, sin pudor alguno, lamentan que no haya personal dispuesto a trabajar jornadas de 14 horas por salarios de miseria, durante siete o, en el mejor de los casos, seis días semanales. Es decir, no encuentran a personal dispuesto a vender su fuerza de trabajo a cambio de las miserables condiciones laborales que ofrecen: jornadas interminables y de lunes a domingo, salarios de mofa, contratos en fraude de ley, ausencia de delegados/as sindicales, penalización por la sindicalización, despidos de “no vengas mañana”, etc.
Pero no nos dejemos confundir: el que estos empresarios y empresarias compitan con las grandes cadenas de hostelería, burgers, McDonalds y demás, no determina, por sí sólo, que sus negocios no sean rentables. Tienen el descaro de ofrecer esas paupérrimas condiciones para aumentar sus beneficios, porque producir o vender más con el mínimo o menor número posible de plantilla y con bajos salarios, es el orgullo de los empresarios. Extraer mucha más plusvalía con menor carga salarial, es su regla de oro.
Estos empresarios y empresarias, no solo de la hostelería sino de diversos sectores, han tomado como argumento recurrente el que no hay quienes quieran trabajar, o que no hay suficiente mano de obra disponible para cubrir su demanda. En sectores que se caracterizan por un gran número de trabajadoras/es en paro forzoso, al que se ven obligados por estos mismos que argumentan, con cara de lástima, que no encuentra quien se deje explotar. Quizás con una oferta laboral que garantice salarios, horarios y descansos justos, podrían encontrar a quien esté dispuesto a venderles su fuerza de trabajo. Pero claro está que estos "pobrecitos empresarios" a lo que no están dispuestos es a renunciar al BMW y, al apartamento en primera línea y algún que otro vicio y capricho, a cambio de ofrecer unas condiciones laborales dignas y justas a las trabajadoras y trabajadores.
Secretaría de MOS