En los últimos meses hemos visto cómo se han ido firmados convenios con aumentos salariales por debajo del IPC.

Partiendo, como se ha puesto de manifiesto en este órgano más de una vez, que el mismo IPC es ya una tomadura de pelo a la clase obrera; podemos analizar lo que han supuesto esos aumentos salariales que ni siquiera han alcanzado la subida “oficial” del IPC.

Con este marco legal, el de los convenios colectivos, la clase obrera ha perdido capacidad económica, por ende, peores condiciones de vida, mayor endeudamiento, más embargos, etc.

Lo que se ha puesto de manifiesto muchas veces: estar en riesgo de exclusión social aun cuando se tiene un trabajo “fijo” (con las condiciones del gobierno pijo progre, claro).

A estas alturas los convenios colectivos no garantizan que un trabajador/a, pueda cubrir sus necesidades básicas. Obviamente hay diferencias en función de cada Comunidad autónoma o incluso de cada ciudad.

La diferencia que hay entre los 15 municipios más baratos para vivir de los más caros, tropieza con la realidad de que algunos de ellos se encuentran en provincias donde se encuentran municipios mucho más caros. Y a todos ellos se les aplica el mismo convenio provincial.

Esto está llevando a la clase trabajadora a desplazarse (siempre ha ocurrido, pero ahora con mayor crudeza) de las grandes ciudades a los pueblos dormitorio, lo que a su vez está llevando a la gentrificación de las grandes ciudades. Otro problema añadido es que esos pueblos se encuentran, a veces, a mucha distancia, por lo que lo que te ahorras en vivienda o alimentación, lo gastas en locomoción. Miremos el IPC y veamos cuánto ha subido el precio del combustible y cómo el IPC “oficial” se queda a un 30% de distancia.

Y así va todo. Ciudades como Palma de Mallorca son un lujo para quien no llega a los 2.000 € netos de nómina; pero es que, a la vez, esto está provocando el encarecimiento de las localidades de los alrededores, que se convierten en auténticas trampas para quienes ya no pueden huir a ningún sitio. Así se ven los pensionistas, aunque el capital “tan avispado siempre”, les está ofreciendo las hipotecas inversas…

En determinados sectores como la hostelería, la agricultura y la construcción, se ha adoptado una solución “mágica”. En vez de expatriar los centros de producción, que en estos sectores no es posible, se ha optado por la solución contraria: se favorece la inmigración legal e ilegal a veces.

El caso de Baleares, como el de alguna otra comunidad, es ejemplar. Durante décadas fue lugar de inmigración interior. Quien no tenía trabajo en otras comunidades venía a Baleares a trabajar en la hostelería o en lo que saliera. Para la clase trabajadora inmigrante “nacional” ni siquiera es ya viable. El precio de los alquileres hace imposible el traslado y mucho menos ahorrar con unos salarios de convenio que apenas dan para pagar dicho alquiler.

Ante esta situación, el personal que se traslada a las islas es cada vez más un personal cercano al lumpen, con adicciones, con embargos y agotados física y mentalmente.

Así que una de las alternativas del capital ha sido favorecer la inmigración “no comunitaria” (salvo los ucro nazis, claro). La situación es que la mayor parte de los trabajos en agricultura y construcción (trabajos con poca necesidad de cualificación) los cubren marroquíes y senegaleses en el caso de Baleares. Ya no haría falta sobreexplotarlos ilegalmente, bastaría con pagarles el convenio. Ellos sí comparten vivienda, comen apenas lo que pueden y si se quejan mucho se les despide.

Y pese a todo, aún hay “maravillosos empresarios” de estos sectores, que ni siquiera cumplen el convenio. Porque de otro lado, la falta de inspectores de trabajo provoca que las fincas agrícolas apartadas, las obras en casas particulares y muchos establecimientos de restauración queden en las sombras. Pero claro, cuando trasladan a un inspector de trabajo a las islas: ¿se les compensa el mayor gasto que supone la vida en Baleares o es un destino de castigo?

Al final, sólo el pueblo organizado salva al pueblo, y solo un cambio de sistema económico garantizará la calidad de vida de la clase trabajadora: ¡Socialismo o barbarie!

Juan Luis Corbacho

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