Desde el pasado mes de noviembre, parte de la plantilla de la empresa “Panificadora Butrón” de Chiclana de la Frontera (Cádiz) lleva realizando una huelga indefinida ante la insostenible situación que el abuso patronal provoca, el cual es un paradigma de lo que es la explotación capitalista.
Esta empresa modélica (entiéndase en el sentido de que representa el lado más salvaje de lo que es el sistema capitalista) pone en juego todo el arsenal de medios de explotación del que se vale la patronal para exprimir al máximo a los trabajadores y trabajadoras: desde no abonar jamás las pagas extras de navidad y julio; de que los sueldos no llegan ni a lo que estipula el convenio y que, además, los abonan con retraso; que no pagan, ni cotizan (¡claro está!), las horas extras; que no respeta los días de vacaciones y descanso, obligando a trabajar sábados, domingos y festivos sin ningún tipo de contraprestación por ello; que las jornadas laborales superan, con diferencia, la jornada estipulada en convenio; que no permiten disponer a la plantilla de ningún día de asuntos propios; que haciendo un uso perverso del concepto de representación de los trabajadores, colocan a familiares de los dueños/as como interlocutores con la plantilla (¿a algún/a lector/a le suena esto?); que la empresa reprime impunemente a quien osa protestar o, simplemente, reclamar lo que es suyo, llegando al despido de quien resulta molesto a los intereses del patrono, llegando a perseguir el derecho a organizarse sindicalmente, etc. En fin, que lo que practica esta empresa es el vademécum de todo buen patrono.
La lucha de estos trabajadores está teniendo una respuesta de solidaridad que supera el ámbito local, extendiéndose a otras localidades tanto en Andalucía como en otros lugares del estado español. La experiencia de lucha de la clase obrera en Cádiz propicia que surjan de inmediato las cajas de resistencia, la recogida de alimentos para los huelguistas, los actos de apoyo y solidaridad y, lo que es quizás más importante, el avance en la toma de conciencia de clase y el sentido de unidad.
Precisamente, por ese sentimiento de unidad que nace de la lucha común, esta huelga también atrae al oportunismo que, bajo mil formas distintas, acude a sacar rédito y pone el punto de mira de sus ataques en aquellas organizaciones de clase que, por haber avanzado en el proyecto de unidad tan necesario para los intereses de la clase obrera, chocan frontalmente con los mezquinos intereses de quienes solo pretenden sacar provecho para su organización, ya sea sindical o política, pretendiendo destruir todo conato de unificación y que, en última instancia, solo va a favorecer el interés del patrono. En este contexto, hay que hacer referencia a la Confluencia Sindical de la Bahía de Cádiz que, posponiendo los particulares intereses, (legítimos, sin duda,) de cada organización sindical que la componen, hace de la unidad su bandera y acude al conflicto a ayudar, orientar y apoyar la lucha que los trabajadores y trabajadoras llevan a cabo. En frente nos encontramos a quienes, como los norteamericanos en la Luna, solo les interesa colocar su banderita, anteponiendo sus mezquinos intereses a los intereses de los obreros y obreras en lucha.
Y, al igual de lo que sucede con los oportunistas, la patronal, valiéndose de elementos de la clase obrera de nula conciencia, maniobra pretendiendo aparecer como víctima que sufre un injustificado ataque por parte de unos desaprensivos desagradecidos cuya lucha pone en peligro la existencia misma de la empresa y que pone en peligro los puestos de trabajo. Estos esquiroles pretender igualar su “derecho a trabajar” -entiéndase su “derecho” a ser explotados- con el derecho de quienes se rebelan ante la feroz explotación del patrono y, tomando el control de la producción, la paran hasta que se les reconozca sus reivindicaciones. Evidentemente, los falsimedios de comunicación, fieles transmisores de las directrices de sus amos, se desviven en llevar a la opinión pública el drama de esos pobres esquiroles que, temiendo perder su puesto de trabajo, traicionan a su clase y se someten a la dictadura del patrón.
La conclusión que podemos sacar es que los hechos nos muestran que, cuando un colectivo obrero decide luchar, causa el pavor al patrón, encuentra la solidaridad de la clase obrera en su conjunto, aumenta su nivel de conciencia y adquiere una experiencia valiosísima que le servirá, convertida en teoría, para ulteriores luchas; y sobre todo, toma conciencia que la unión es la mayor fuerza de que dispone la clase obrera y que es el factor que, junto con la organización, podrán inclinar la correlación de fuerzas a su favor.
¡UNA SOLA CLASE, UNA SOLA LUCHA!
F.J. Ferrer