Publicamos la Declaración que emite la Coordinación Estatal Contra la OTAN y las Bases, de la que el FAI forma parte, con motivo del 37º aniversario del tramposo referéndum de permanencia en la OTAN:

El 12 de marzo de 1986 se celebró un referéndum sobre la permanencia del Estado Español en la OTAN. No hay nada que celebrar, pero sí tener en la memoria un acto con el que la farsa y la ignominia alcanzaron un punto culminante.

Hablamos de farsa porque se vulneró de todas las maneras posibles la voluntad de los pueblos y naciones del Estado español. El primer presidente de la transición fue obligado a dimitir por su oposición a la entrada en la OTAN. El día de la investidura del nuevo presidente se produjo el golpe militar del 23 de febrero de 1981; dos días después, el nuevo presidente, Calvo Sotelo, anunció que el Reino de España entraría en la OTAN, y pocos meses después se inició el trámite para el ingreso, que culminó el 30 de mayo de 1982.

En ese mismo año se celebraron elecciones generales, que ganó por mayoría absoluta el PSOE. Una pieza esencial de esa campaña fue el lema “OTAN de entrada no”. Era necesario porque solo el 18% de la población del Estado Español apoyaba la OTAN; declararse contra la OTAN era una apuesta segura como oferta electoral.

Numerosas personalidades del PSOE participaron en esa campaña, entre otros Javier Solana, que más tarde sería secretario general de esa organización, cuando la OTAN masacraba Yugoeslavia, destruyendo sus infraestructuras y asesinando a miles de civiles.

Felipe González fue investido nuevo presidente y comenzó a trabajar para respaldar a la OTAN; no era una convicción personal ni política, era el mandato de los EE. UU., para que el Estado Español cumpliera un nuevo papel en la estrategia del imperio, no solo en Europa si no en cualquier lugar del mundo. No era suficiente que el Estado entregara su territorio, debía además implicarse sumisa y plenamente en la expansión imperial de los EE. UU.

Para cumplir eficazmente esta tarea, era necesario dar una apariencia de legitimidad, eliminar la resistencia popular y asegurarse la permanencia en el poder. Se debía cumplir el compromiso electoral de celebrar un referéndum sobre la entrada en la OTAN y se debía asegurar que ganaría el sí.

En la campaña a favor del sí participaron la mayoría de las fuerzas políticas y todo el aparato del Estado, recurriendo a todo tipo de prácticas de manipulación, intoxicación y represión. Quien defendía el no, podía perder su trabajo, ver cerrado su programa de Radio o Televisión, o ser criminalizado públicamente. A la población se la amenazó con la pérdida del empleo, la desaparición de las pensiones y la posibilidad de un nuevo golpe militar.

En la pregunta que se hacía en el referéndum sobre la permanencia en la OTAN no figuraba la palabra OTAN; y para hacerlo más digerible, se pusieron unas condiciones que atenuaran el impacto: no entrar en la estructura militar, no permitir la estancia ni el paso de armas nucleares y reducir la presencia militar de Estados Unidos, con plena conciencia de que no se cumpliría ninguna de las tres.

Las movilizaciones en contra fueron multitudinarias y sostenidas en el tiempo, participando numerosas tendencias políticas y sensibilidades sociales. Pocos días antes del referéndum, los sondeos aún daban una amplia victoria al no.

Oficialmente gano el si por un estrecho margen, con la honrosa excepción del País Vasco, Cataluña y Canarias, en donde el no obtuvo mayoría. Los resultados no se verificaron, la contestación social al militarismo de EEUU no se recuperó hasta la guerra de Irak y la farsa de la supuesta legitimidad que otorga la voluntad popular nos metió en una dinámica belicista, participando en continuas guerras contra países y pueblos con los que no teníamos ningún conflicto.

Llevamos décadas en guerra; Yugoeslavia, Afganistán, Irak, Libia, el Índico, el Mediterráneo,… y ahora Rusia. En ese recorrido, hemos sido autores, cómplices o colaboradores necesarios de centenares de miles de muertes, la mayoría de civiles, de millones de desplazados, países desmembrados, arrasados, bloqueados para impedir su recuperación. Ninguno de esos pueblos ha recuperado la paz, ni ha podido salir de la miseria, y otros, como Palestina o el Sáhara, a los que Occidente niega sus derechos e incluso su existencia, siguen resistiendo a pesar de la imponente desigualdad frente a sus agresores, mientras se les traiciona, se les olvida y se les oculta. Todo para cumplir el plan de dominio del mundo de los EE. UU. y de una desarrollada y supuestamente culta “civilización occidental” bajo sus órdenes.

A pesar de tan abrumadora evidencia, continuamos en ese camino y no solo ofrecemos cada vez menos resistencia, sino que nos sentimos satisfechos de nuestra participación en esta ignominia, empeñándonos obstinadamente en ignorar sus consecuencias.

Por eso hoy tenemos que recordar que el pacto con los EE. UU. permitió la supervivencia de la dictadura franquista en una supuesta “transición democrática” tras la que han pervivido los intereses de las oligarquías y de los poderes fácticos y que evitó el castigo de asesinos y torturadores franquistas y olvidó y no reparó el daño causado a sus víctimas.

Tampoco debemos olvidar que para conseguirlo, el imperio no dudó en utilizar la red Gladio de los Ejércitos Secretos de la OTAN, nutrida de elementos nazis y fascistas, para eliminar físicamente a quienes podían poner en riesgo su estrategia. Hoy existen evidencias de que estaban al tanto de la preparación del atentado contra Carrero Blanco y de su participación en los sucesos de Montejurra, de la Matanza de Atocha y de otros muchos asesinatos de la “transición”.

Hay que recordar que los EE.UU. intervinieron en el golpe de estado del 23 F para asegurar la entrada del Estado Español en la OTAN, que su Presidente Bill Clinton forzó el nombramiento del socialista Javier Solana como Secretario General de la OTAN cuando ni siquiera pertenecíamos a su estructura militar, que ante la retirada de tropas en Irak exigió una mayor implicación en Afganistán, que traicionamos a los Saharauis para fortalecer su alianza con Marruecos, que estamos multiplicando los gastos militares y que sobre todo esto se engaña y manipula a la población. En definitiva: que desde hace cerca de 80 años somos un “peón de brega” en manos de los intereses de EE. UU.

En este momento, la OTAN es el elemento esencial de la ofensiva contra Rusia, dirigida a debilitar y fraccionar este país y despejar el camino para enfrentarse a China. Con evidente torpeza, Occidente festeja su unidad frente a Rusia y deja de lado que es una unidad disciplinaria bajo el mando de EE.UU., que los genuinos intereses de los pueblos europeos naufragan frente a los estadounidenses (como es el caso de la energía), que Europa gasta en la guerra contra Rusia unos recursos que no tiene, que la “rusofobia” la ha llevado a actuar en contra de sus supuestos sagrados principios ilustrados y liberales, reforzando hasta el paroxismo la censura y la represión, que apoya y enaltece al nazismo, el sistema que casi la destruye hace 80 años, y que a la devastación de Rusia precederá la devastación de Europa, ya que su territorio es el campo de batalla.

Estamos situados a contracorriente y en estos momentos somos minoría. Por eso en cada escrito, en cada acto, en cada acción demostramos que estamos aquí y nos rebelamos, y por eso una vez más gritamos:

¡OTAN NO, BASES FUERA!

Coordinación Estatal Contra la OTAN y las Bases, 12 de marzo de 2023

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