Reunido el Jurado con la solemnidad y discreción que el certamen requiere y tras el examen riguroso de las buenas razones que se presentan en pro del favorecido con este honroso galardón,  con la aprobación, sello y firma del Presidente, se acuerda otorgar el preciado premio al Caballero Divisero Hijodalgo del Ilustre Solar de Tejada, Grande de España,  Excelentísimo señor Don Felipe Juan Froilán de todos los Santos Marichalar y Borbón.

Porque, siendo el cuarto en la línea de sucesión a la borbónica corona, almacena en su carácter el mismo  buen crédito, recato y honesto proceder de toda su raza.

Porque el oculto tesoro de la elocuencia que custodia  de día, se vuelve en descaro, desfachatez, camorra y trifulca  en  sus largas, psicodélicas, espídicas, triperas y  anfetamínicas noches.

Porque para ofrecer a España ilustración y conocimiento y  no ser un carnero como su abuelo,  movido por los ruegos y consejos de su madre,  tuvo la santa y piadosa  paciencia de repetir tres veces el segundo curso de la ESO y ante las indubitables muestras de su torpeza,  fue declarado  apto  en EEUU.

Porque siendo  un experto en reyertas callejeras,  en sus múltiples jaranas no duda en  colocar su valeroso pecho para dar su noble sangre y si algún fiestero se desestabiliza y derrama el  cubata de Soberano en su inmaculada camisa azul, acude a los colegas que  tiran de cuchillos, navajas, tijeras o cualquier otro objeto cortante para iniciar el diálogo.

Porque imitando la afición al tiro de su real familia tuvo los santos cojones de descargar  un cartucho de perdigones de una escopeta calibre 36 sobre su pie izquierdo, no como otros que disparan a los “chaches”.

Porque, tras denodados intentos, logró recordar el pin de la tarjeta black de su abuelo y el garbo y destreza con que la maneja, gastando  cuartos sin fatigarse,  es motivo de admiración y asombro entre propios y extraños.

Porque tras graduarse en dos años, siendo hombre de tan  basta y vasta formación, una vez sobrepuesto de  mil resacas y  amaneceres aguardentosos,  asesorado por su emérita majestad, y por su madre, la moza de mulas Doña Elena, decide buscarse un trabajito para huir de las incomodidades de la pobreza y ante las alarmantes cifras de la EPA en relación al empleo juvenil, opta por saciar sus ansias de producir fuera España.

Porque en su afán de servicio a la corona,  antes de coger la albarda con destino Abu Dhabi, salió de naja de un after ilegal antes de que la policía desalojara el antro, pero nuestro galardonado es hombre de recursos y  remató la velada en un polígono de Vallecas  y aunque con cierto aturdimiento y confusión, amaneció, que no es poco.

Porque sus escoltas,  derrotados ante la imposibilidad de cubrirle las espaldas, tuvieron que alzar la voz y exigieron desempeñar su encomiable labor protegiéndole la cara, pues aseguran sus cuidadores que la jeta es incomparablemente mayor que la espalda del laureado Froilán.

Porque como prueba de su leal afecto a los Emiratos Árabes y para acompañar a su yayo, en los que esperamos sean los últimos días de su emérita existencia, Froilán asienta sus rechonchas posaderas en Oriente Próximo; no hubo forma de persuadirle de que lo que tenía bajo sus pies era España y la vida del que emigra es dura, su borbónica obstinación le llevó a Abu Dhabi a resucitar pendencias y guateques que allí están de capa caída.

Porque cegada por su magnífica cultura y capacidad de aprendizaje, una compañía petrolífera, propiedad de un amigo del abuelo,  le ofreció un puesto al chaval. Se desconoce cuál será su función, pero sí sabemos el modesto sueldo que no está mal para empezar su vida laboral,  y como complemento voluntario,  la empresa le pone un apartamentito para que los saraos con sus cuadrilleros los festeje en estricta intimidad como es gusto de los Borbones.

Cerradas así estas breves notas sobre la biografía y méritos del galardonado y reconociendo que  concurren en él los mejores valores y los más destacados merecimientos que, sin duda, cotizan al alza para dar matarile a la monarquía,  hacer trizas y dejar la corona hecha una piltrafa, y guarrear la reputación de lo más granado de la aristocracia, este Jurado determina que el agraciado con el  Premio al Republicano del año es: FROILÁN. Por favor, desenjaulen al zagal para que recoja el diploma.

Telva Mieres

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