La crisis general del capitalismo, marcada por su carácter estructural, lo aboca de manera imparable a su propia destrucción. El deterioro de las condiciones de vida del pueblo trabajador se acrecienta a cada envite que da el sistema para intentar recomponerse y subsistir. Las guerras imperialistas se acentúan hasta situarnos en un escenario de confrontación bélica a nivel global; emerge un nuevo contexto multipolar en el que el imperialismo occidental, al dictamen de la OTAN, pierde su hegemonía mientras se conforman nuevos núcleos de desarrollo económico capitalista. La UE entra en recesión económica, países como Alemania o Irlanda ya se encuentran en esa situación y el resto de estados miembros alcanzarán el mismo destino a corto plazo. Recortes laborales y sociales, expolio de lo público, subida insostenible de los tipos de interés (con la consecuente acentuación de las condiciones bancarias), desahucios que no cesan, imposibilidad para acceder a una vivienda digna, degradación y jaque mate a los sistemas públicos de pensiones, incremento de la deuda pública, juventud sin futuro, aumento de la explotación y la violencia sobre las mujeres trabajadoras, aumento exponencial de los niveles de pobreza, agresiones insostenibles sobre el Medio Ambiente, migrantes que pierden la vida en travesías de falsas esperanzas, etc. Es en este escenario de guerra, saqueo, pobreza y explotación en el que se encuentra inmersa la clase trabajadora.

En cuanto al Estado español, cuya realidad no es otra que la anteriormente expuesta,  cabe destacar algunos aspectos importantes que ayudan a un mejor entendimiento de su coyuntura concreta: Décadas de falsa transición, en las que las mayores estructuras franquistas se han mantenido presentes de manera activa e impune; organizaciones sindicales que han perdido el carácter de clase, que se han convertido en entes sumisos al empresariado, transformados en sindicatos desmovilizadores y responsables de la tan dañina y mal llamada Paz Social; organizaciones políticas del ámbito del reformismo y la socialdemocracia liberal que, a través de quimeras y engaños, se han dedicado a inventarse y reinventarse para mantenerse a flote y embaucar al pueblo con falsas  promesas de cambio y progreso que, en la práctica, no han hecho otra cosa que afianzar su objetivo de servir a los intereses oligárquico -burgueses y mantener el “juego democrático” y la “alternancia política”, cloaca en la que, por cierto, nada el conjunto de partidos y organizaciones del espectro parlamentario español.

En definitiva, vivimos inmersos en un sistema que maneja con precisión todas las herramientas que tiene a su alcance, un sistema que desmoviliza al pueblo trabajador, que le arranca su conciencia de clase manipulando los grandes medios de comunicación, reprimiendo violentamente la mínima respuesta social, espiando y controlando cualquiera de sus movimientos, ensalzando a la ultra derecha y sus discursos pseudo-obreristas…No hay la menor duda, la dictadura del capital ha incrementado su virulencia y pretende convertir al pueblo trabajador en un peón sumiso a sus postulados ideológicos. Hoy más que nunca, la organización popular se torna como elemento imprescindible para combatirlo y derrocarlo.

Tengamos en consideración que las grandes conquistas, (nos referimos a las que se han mantenido en el tiempo y han supuesto mejoras sustanciales para los intereses de la clase trabajadora), solo se han conseguido a través de luchas obreras y populares apoyadas en la intervención militante comunista. Mujeres y hombres con un elevado nivel de conciencia y organizados en torno a un Partido combativo, revolucionario, aglutinador y capaz de situarse a la vanguardia de la clase obrera, de orientarla e impulsarla hacia la consecución del objetivo. Al revisar la historia comprobamos que solo el pueblo organizado ha sido capaz de obtener avances sustanciales para su calidad de vida y la del conjunto de su clase; pero no lo ha hecho de manera individual ni a través de una organización dispersa, sino impulsados mediante un motor capaz de aunar el ímpetu popular, que es infinito, y de empujarlo al unísono en la misma dirección. Eso solo puede hacerse a través del Partido Comunista, con la fuerza ideológica y organizativa de la que lo dota el marxismo-leninismo. Hoy y desde hace cuarenta años que se fundó, es el PCPE el destacamento revolucionario que, forjándose en permanente construcción, ofrece la más determinante herramienta a la clase obrera para luchar por sus intereses.

Recogiendo los apuntes anteriormente mencionados, sabemos que toda meta debe definirse, estructurarse, organizarse y, además, hacerlo de manera adecuada. Es por ello la enorme importancia de recuperar la conciencia de clase entre los trabajadores y las trabajadoras, de que la clase obrera y las capas populares de la sociedad comprendan la necesidad de militar en la lucha. Y no solo eso, sino de que sean sus elementos más comprometidos quienes asuman la tarea de tomar partido y de unirse a las filas comunistas, al PCPE. No hay otro camino, será el debate colectivo, la toma de decisiones y el desarrollo de las mismas, a través del centralismo democrático, lo que garantizará el éxito en la lucha.

El PCPE tiene clara su hoja de ruta, su táctica revolucionaria. La prioridad es fortalecer el Partido y su Juventud, dotarlo de potencial militante y capacidad en la organización de  masas, en el objetivo de avanzar en la construcción del Frente Obrero y Popular por el Socialismo (FOPS), herramienta que aglutine y que garantice el avance de las posiciones revolucionarias en la lucha popular. A su vez, el internacionalismo proletario, la solidaridad con los pueblos, la lucha contra las guerras imperialistas y las estructuras que las sustentan, se materializan en el trabajo por conformar el Frente Mundial Antiimperialista (FMA), objetivo que se verá reforzado a través del entendimiento y avance con otras organizaciones obreras y comunistas, del ámbito nacional e internacional.

Construir un Partido que ejerza de dirección política de masas en torno a propuestas concretas es hacerlo luchando por la República Socialista de carácter confederal, es avanzando en posiciones del feminismo de clase, es recuperando y fortaleciendo el sindicalismo de clase a través de la participación en las organizaciones del Federación Sindical Mundial (FSM), así como desarrollando los Comités para la Unidad Obrera (CUO), es luchando contra la OTAN y sus guerras, mediante el fortalecimiento de la Coordinación Estatal Contra la OTAN y las Bases (CECOB), es exigiendo la salida de la UE y del euro, es promoviendo espacios de encuentro y trabajo colectivo con otras organizaciones afines.

En definitiva, el o la comunista se compromete, se involucra, participa y lucha por los intereses colectivos de su clase, en todos los ámbitos en los que interviene, con perspectiva de clase y en el objetivo de destruir al capitalismo y avanzar hacia el socialismo, pero de poco o nada servirán sus esfuerzos sino se apoya en construir la organización revolucionaria que deberá dirigir y liderar esas luchas.

Compañera, compañero: ¡Tu lucha decide! ¡Toma Partido y organízate en las filas del PCPE y de la JCPE!

Javier Martorell

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