África, y especialmente el África subsahariana, ha sido para Europa y los Estados Unidos una fuente inagotable de recursos. Gracias a África se pudo sostener el régimen colonial en América, también gracias a África, fue posible la primera revolución industrial y por último, gracias a África ha sido posible la actual revolución tecnológica.

Cuando occidente habla de África, siempre lo hace desde el mapa. África subsahariana, occidental, oriental, central, cuerno de África… pero raramente habla de sus pueblos, menos de sus personas. África es un lugar de no-personas.

La imagen occidental de África mantiene el imaginario de las novelas decimonónicas inglesas y francesas y del cine hollywoodiense, de un lugar inhóspito, salvaje y vacío de civilización. Un lugar que esperaba la llegada del hombre blanco para ser aprovechado, hombres blancos valientes y aventureros, que se enfrentaban a una naturaleza hostil, incluidos los negros.

De África, el colonialismo y el imperialismo ha extraído y extrae madera, cacao, oro, diamantes, uranio, peces, coltán, caucho, potasa, petróleo, gas… y negros, muchos negros. Negros para las plantaciones de algodón en los Estados Unidos, o para las minas y las plantaciones de caña en la América española y portuguesa.

Negros para trabajar, hasta negros para la guerra, crías de negros para zoológicos humanos en Bélgica, negras para el desahogo sexual de blancos, negras para el servicio doméstico, negras para parir más negros.

Hoy el Mediterráneo se llena de negros y negras ahogados, asesinados y apaleados en las playas y cercas fronterizas. Nuestra imagen moderna los ve en las ciudades como los recicladores de chatarra, los manteros, vendedores ambulantes, lateros… Siguen siendo buenos trabajadores para el campo, recogiendo fresas y otras frutas, en la construcción o en cualquier trabajo físico.

La visión europea sigue entre la visión de no-personas y la paternalista cristiana del “buen salvaje”, que tiende siempre a idealizarlos e infantilizarlos.

La descolonización africana empezó después de la IIª Guerra Mundial, por un lado, el capitalismo necesitaba actualizar su modelo de saqueo, y favoreció la aparición de repúblicas africanas bajo tutela neocolonial, reprimiendo a sangre y fuego cualquier intento de poder independiente de sus antiguas colonias. El caso más conocido, pero no el único, fue el de Patrice Lumumba, en la República Democrática del Congo, asesinado por orden de la CIA. Por otro lado, las ideas socialistas y panafricanistas se extendían por todo el continente, Sudáfrica, Angola, Mozambique, Burkina Faso, Kenya o Argelia; por poner unos ejemplos de las heroicas luchas de los pueblos africanos.

Después de las luchas anticoloniales, una gran parte de ellas apoyadas por el campo socialista liderado por la URSS, el imperialismo euro-estadounidense inició un proceso de “reconquista” de sus antiguas áreas de influencia, favoreciendo e imponiendo gobiernos sometidos a los intereses de las antiguas metrópolis y que garantizaran el saqueo de los recursos necesarios para el sostenimiento del desarrollo económico occidental.

La crisis sistémica y general del capitalismo está provocando el declive del eje imperialista euro-estadounidense o atlantista, su pérdida de hegemonía mundial también se siente en África.

Estamos ante un renacer de las ideas panafricanistas y anticoloniales. África renace, y busca una forma de relacionarse con el mundo de forma independiente. La principal perjudicada, por el momento es la antigua metrópoli francesa. Hoy Níger, Mali, y Burkina Faso se han dotado de gobiernos patrióticos, de marcado carácter panafricanista, y aunque todos ellos son de origen militar, entre ellos hay diferencias ideológicas, políticas y religiosas.

En otros países, también se articulan fuerzas sociales y políticas del mismo carácter. En Senegal, el partido PASTEF (Patriotas Africanos del Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad) son la principal fuerza de oposición al dictador Macky Sall, y su dirigente, Oumane Sonko, permanece en reclusión domiciliaria.

En Mali, en 2021, el coronel Assimi Goita, toma el control del gobierno, y exige la retirada militar francesa del país. Mali ha sido golpeada por terroristas islamistas, que fueron la excusa para la intervención militar francesa en el país, que lejos de acabar con el fenómeno terrorista, lo enquistaron. Goita, a la vez que exigía la salida de los militares franceses de Mali, contrataba a los mercenarios rusos de Wagner para luchar contra el yihadismo, esta vez con notables resultados. En agosto de 2022, las tropas francesas se retiraban del país, y este pasado mes de agosto, la misión de la ONU ha hecho lo mismo.

En Níger, el cuarto país más pobre del mundo, se extrae el uranio que alimenta las centrales nucleares francesas, se extrae oro, carbón, molibdeno (fundamental para las aleaciones de acero) y petróleo.

Desde el pasado mes de julio, un nuevo gobierno militar africanista y anticolonial, liderado por el general Abdourahmane Tchiani ha tomado el poder.

En la opinión pública occidental han impactado las imágenes de manifestantes favorables al gobierno enarbolando banderas de la federación rusa. Inmediatamente, Francia ha promovido la intervención militar en Níger, intentando darle cobertura legal con la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) una estructura títere del neocolonialismo francés en la región.

En Níger hay miles de soldados franceses (1.500) y estadounidenses (1.100), que en teoría están para “ayudar” a combatir a los terroristas islamistas. Obviamente sin resultados, más allá de la contención destinada a perpetuar su presencia en la región.

En Burkina Faso, el 30 de septiembre de 2022, el capitán Ibrahim Traoré da un golpe ante la incapacidad del gobierno de Paul-Henri Sandaogo de hacer frente a una insurrección islamista. En Burkina había bases militares francesas, las cuales ya han sido desalojadas del país.

Traoré asume el legado del revolucionario Thomas Sankara, en su gobierno hay sindicalistas y patriotas africanistas, y ha restituido los Comités de Defensa de la Revolución creados por Sankara. Actualmente el gobierno revolucionario controla tan solo el 40% del territorio, pero hay una decidida acción militar contra los islamistas financiados por occidente.

En África hay un renacimiento patriótico y anticolonial. Un renacimiento diverso, como la misma África, con diferentes singularidades religiosas y políticas, pero todas tienen en común el panafricanismo y el rechazo a la tutela europea y estadounidense.

Ferran N. 

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