Sostiene el discurso oficial (el construido, no el real) el heroico nacimiento de una nación que se sobrepuso a todos los avatares que impedían la libertad de unos hombres que se hicieron a sí mismos, superando todos los obstáculos encontrados en su místico devenir. Mitos y falsedad se han fundido para “admirar” al colono que defendía los básicos dones que la Providencia les había otorgado. Fueron los “escogidos” por la voluntad divina, que habían crecido al amparo de las corrientes de la Reforma Luterana de tendencia calvinista: estaba justificado y bendecido el beneficio, superando el rigor del catolicismo más retrógrado y caduco.

En este marco de mediados-finales del siglo XVIII, se van configurando las potencias que harán del colonialismo la pujanza del proyecto histórico de las revoluciones burguesas. La Convención de Viena de 1815 había “gestionado” qué procedimientos y quiénes dirigirían los destinos en los diferentes continentes. Y fue el 5º presidente de EEUU - James Monroe - quien, basado en el “Destino Manifiesto” proclamó la Doctrina que lleva su nombre (Monroe) a pesar de haber sido elaborada por el congresista John Q. Adams. Desde entonces, se intentó poner una línea roja de intervención en el continente americano de las potencias europeas: “¡América para los americanos!

El desarrollo de las luchas por la hegemonía mundial ha llevado a que la “no intervención” en los asuntos del continente americano se haya conducido a la "intervención directa” de este país en los asuntos internos de todos los países; ¡es el gendarme del mundo! Falsos positivos, autoinmolaciones (Maine, golfo de Tonkín), mentiras (Iraq, Granada) magnicidios (Gadafi), intentos no consumados (Fidel, Chávez), bloqueos (Cuba), golpes de estado (Indonesia, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay,…), ocupaciones (Afganistán, Siria, Palestina), guerras (RPD de Corea, Vietnam, Yugoslavia, Ucrania y un largo etcétera)

La dominación cultural que los EEUU han ejercido en los dominios de los países capitalistas se ha intentado conseguir a través de una ingente inversión en distintas ramas de las artes y del ocio; era necesaria la imposición militar con la elaboración de un relato bien cocinado. Este dominio imperial se ejerce en connivencia con los gobiernos de los distintos países de la órbita del imperialismo norteamericano, utilizando los instrumentos de propaganda impresa, radiofónica, televisiva y, ahora, la de las redes sociales. “Profesionales” contratados para ello, debían tejer el discurso anticomunista y de exaltación de la democracia. Desde la revista “Encuentros” se organizaban batallones y cuerpos de intervención en distintas instituciones.

La intoxicación y el empleo de ignorantes e inocentes actores de lo más variado, fueron utilizados como infantería de choque dirigidos por la CIA. Se creó un departamento específico de “División de Organizaciones Internacionales” que alimentaron el Congreso por la Libertad Cultural. Se utilizaron agentes encubiertos como la Filarmónica de Boston, actores como Peter Van Eyck, intelectuales como Raymond Aron, y otros personajes del mundo académico e intelectual.

Es así como sin magia alguna, nos encontramos en el segundo centenario de la Doctrina Monroe con el cambio que evolutiva y drásticamente se ha situado en una primera fase de trinchera, a la subsiguiente de ofensiva ya no contra el resto de potencias económicas sino como lucha frontal contra el comunismo.

Hoy, por ejemplo, la batalla del imperialismo en el Caribe y en el continente latinoamericano tiene como primer objetivo doblegar al pueblo cubano con el bloqueo económico, financiero y comercial; de ahí la guerra “no declarada” que los EEUU tienen contra la Revolución y el Gobierno de Cuba, al que le aplica, con imposición extraterritorial, hasta 243 medidas de crueldad suprema.

Hoy la Doctrina Monroe debe ser sancionada por todos los pueblos como muestra de lucha por la paz. Hoy las bases militares y la OTAN son los instrumentos biológicos de James Monroe que representan el mayor peligro para la humanidad. Se necesita que este instrumento de la violencia imperialista se convierta en un fósil en el largo camino de la evolución del homo sapiens-sapiens.

 Víctor Lucas

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