No nos gusta meternos en las vidas y conductas ajenas y somos enemigos de adulaciones, pero cuando recordamos a aquella niña correteando por los jardines del palacio, nos embriaga una emoción tan grande que de nuestros ojitos emergen lagrimones como tazas...
Cómo olvidar el día en que las cámaras entraron en el comedor real y aquellas niñas devoraban unas ricas y sabrosísimas lentejas con tanta prisa y urgencia que Leonor se achicharró la lengua y con aspavientos acudió a su madre, para que sofocara la fogata que se prendió en su boca; y la madre, con su natural poderío, le dijo aquellas inolvidables palabras que todavía resuenan en nuestros tímpanos: “Leonor, hija: sopla, soplaaaaa”.
También aquel codazo que casi revienta el pecho a su distinguida abuela, la griega, se ha perpetuado en nuestra memoria. Fue a la salida de la catedral de Palma, un revés con tanta acometividad que dio certeza al rumor de que “en todas las casas reales se cuecen habas”.
La recordamos en su primer discurso, en los premios Princesa de Asturias, con sus 13 añitos y su vestidito azul, estirando el pescuezo para alcanzar al micrófono, cómo con voz angelical iniciaba su perorata invocando a Sus Majestades, a las personalidades, a los galardonados, a los asturianos, a los asturcones, a los visigodos, a los íberos, a los celtas, a los fenicios y a toda la fauna del viejo continente; evocando las palabras que había dicho su padre, a su misma edad, en el mismo garito.PPero ella lo hacía con tanta gracia y desparpajo que estaríamos escuchándola de muy buena gana, toda la vida...
Ya la pobrecilla terminó el bachillerato, con muy buenas notas, que para eso es hija de muy buenos padres y estudió en colegios caros....
El tiempo pasa muy deprisa. La mocita está cerca de los 18 y toca formarse para lo que el pueblo español la ha elegido. Y es que los de Borbón son gente rendida al deseo de servir a España y tienen un vicio con esto del amor y el servicio a España, que no dejan de restregárnoslo cada vez que tienen ocasión.
La cosa es que Leonor, arrastrada por esa vocación de servicio que hereda de sus predecesores, recibe una formación militar a su medida y la infeliz está pasando una penitencia,porque una chiquilla tan cándida, educada con tanto mimo no pinta nada entre pólvora, cañones de artillería, cargada con cetme y municiones y haciendo maniobras entre el barro. La niña está echando los colmillos en el periodo de adaptación, que tiene que ser muy duro ser privada del tratamiento de Alteza Real... Pónganse ustedes en su piel, si pueden. Pero los Borbones nunca huyen de los peligros... Bueno, el abuelo ha huido un poquito pero ya, gracias a Dios, se han cerrado todas las investigaciones y puede gozar de las aguas del Atlántico en Sanxenxo cuando le sale de los cojones....
Ingeniería social y mucho dinerito se está invirtiendo en blanquear la monarquía española, pero no hay perborato ni blanqueantes que eliminen la sombra de corrupción, cohecho, depravación y trampas fiscales que acecha a los Borbones a lo largo de la historia.
Telva Mieres