La necesidad de Pedro Sánchez de encontrar el número de votos de los partidos que obtuvieron representación parlamentaria, está generando una “dana” por los acuerdos que requiere obtener en la matemática parlamentaria surgida de las elecciones del 23 de julio.

El procedimiento marxiano (“estos son mis principios, pero, si no le gustan, tengo otros”) es una constante en los partidos mayoritarios del régimen dinástico-burgués, que emplean justificaciones negadas anteriormente para una misma causa. La amnistía que reclama la derecha catalana de Junts para apoyar la investidura de Pedro Sánchez, está generando declaraciones, pronunciamientos y convocatorias que nos retrotraen a episodios trágicos de la Historia de España. La “generosa” disposición resultante de la Constitución del 78, otorgando no sólo perdón sino también olvido de los crímenes y criminales del franquismo, que, habiendo ocasionado en torno a 150.000 desaparecidos y asesinados en cunetas de los caminos o tapias de cementerio, se vieron amnistiados del terror sobre las víctimas y el miedo con el que convivieron sus familiares durante decenas de años.

En el marco de la crisis general del capitalismo también se acomoda la crisis del Régimen del 78. Una y otra se superponen para escenificar un claro objetivo involucionista que, liderado por grupos y sectores que se nutren de la violencia innata de las capas medias y arrastran consigo a un porcentaje de trabajadores que ondean banderas enemigas socavadoras de los derechos laborales y civiles sufridamente conquistados en los combates de la lucha de clases. El fascismo es también un movimiento de masas.

En este marco de decadencia y fase final del capitalismo, la guerra de la OTAN en el escenario ucraniano, el genocidio del pueblo palestino por la entidad sionista de Israel que supera la crueldad de abominables regímenes como el del apartheid sudafricano, nos encontramos con el coro de la reacción de los poderes fácticos que repiten hasta la saciedad las consignas que hicieron de este país “Una, Grande y Libre”.

Así se mezclan el pronunciamiento del juez García-Castellón cerrando la investigación ahora y llamando a juicio contra Puigdemont y Marta Rovira por ¡terrorismo!; una parte del Consejo General del Poder Judicial con su caducidad cumplida hace cinco años, se pronuncia contra la amnistía que todavía no ha sido proclamada; la Conferencia Episcopal Española (la misma del amparo de los 440.000 casos de silencio y ocultación de pederastia en su seno) emite un comunicado contra la amnistía; emisoras de radio como la COPE llaman a un rechazo de lo que todavía no se ha proclamado; el PP convoca manifestaciones en todas las capitales de provincia para rechazarla; los gánster de la etapa sórdida del PSOE de los GAL se suman a la carroñera campaña  (González, Guerra, Ibarra, Méndez y el relevo generacional García-Page).

¿Cuáles son los siguientes pasos?, ¿Qué dice el Jefe del Estado?, ¿Qué dice el sector financiero?, ¿Qué dice la OTAN y la UE? Y a estas preguntas la respuesta consciente y política sólo puede darla el pueblo -  la clase obrera en primer lugar – con la orientación de su Partido, de su Partido Comunista, en las claves leninistas del “Qué hacer”, porque si no, nos encontraremos con otro farsante 23-F que abundará en la represión y en el ataque a los derechos y libertades, y otra vez la mentira, la falsedad y el oscurantismo serán los ejes dominantes del frustrante proceso de construcción social de este país llamado España.

Esta vez, ya no vale sólo la consigna del “NO PASARÁN”, sólo vale ¡La Victoria!

Víctor M. Lucas

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