La violencia contra las mujeres continúa y es continua, cotidiana, tanto que se normaliza, en ocasiones se oculta y últimamente se niega. Esta afirmación que algunos tacharán de ideológica es tan apegada a la realidad que negar esta realidad o cuestionarla es ser a la violencia de género lo que los terraplanistas a la ciencia.

Asesinato tras asesinato escuchamos y leemos lo mismo y cada año el número de víctimas no solo no baja sino que crece,  muchas mujeres son asesinadas por sus parejas o exparejas, incluso menores de edad, y se les dedica dos minutos hablados en el telediario y un minuto de silencio en su localidad, y vuelta a la al normalidad.

Sí, el movimiento feminista ha puesto desde hace tiempo este tema en la agenda política y se han llevado a cabo campañas de concienciación social, también por parte del gobierno, pero es evidente que no funcionan, no erradica ni definitivamente, ni siquiera parcialmente esta violencia estructural.

Han pasado 20 años desde que se empezaron a contabilizar las muertes por violencia de género, 1.236 mujeres asesinadas desde 2003. Este 2023 se ha dado un alarmante  aumento de víctimas, 51 hasta hoy, con una preocupante también bajada del total de denuncias que ha conocido su nivel más bajo desde 2009.

La prevención, la sensibilización, la sanción y la reparación son las actuaciones fundamentales que deberían llevarse a cabo frente a las violencias machistas pero no que se hacen o se hacen parcial y precariamente. La Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) ha constatado un incremento de la violencia que sufren niñas y adolescentes, un 39,7 % en cuatro años con  especial incidencia de la violencia machista (un 87 %), con una tendencia a la normalización de determinadas conductas violentas, ya que el 70 % no denuncia, datos de un estudio elaborado a partir del análisis de las llamadas y testimonios que llegan a esta organización. Entre las principales conclusiones, han destacado el aumento de menores de edad atendidas por violencia en sus cuatro variantes: violencia de género, doméstica, sexual y otro tipo de violencia física o psicológica. Las llamadas por violencia machista representan el 53,8 %, siendo el dato más preocupante  que el 47,1 % de las mujeres no son conscientes de estar siendo víctimas y  el 70,3 % no denuncia ni tiene intención de hacerlo.

Las políticas no son de prevención y concienciación, sino que se dirigen a las consecuencias, al asistencialismo a las víctimas, siempre insuficientes y abanderando el más cárcel para todos.

El gobierno más progresista de la historia ha desplegado medidas que se han mostrado inútiles, por estéticas o paliativas y en cada repunte de casos, convocan reuniones de crisis que  no han solucionado nada, la ministra socialdemócrata se va a despedir del cargo sin que nada sustancial haya cambiado en  la explotación y la opresión de este sistema a las mujeres condicionadas por su clase y oprimidas por su género, ya sean mayores o jóvenes, migrantes, trans o con diversidad funcional…etc).

Ante tanta violencia en sus múltiples formatos como feministas de clase desde el PCPE, entendemos como necesario, imprescindible volver a las calles y a las plazas, organizar la  movilización, la presión social y política necesaria para revertir esta situación y  que se hagan planes efectivos con los recursos necesarios.

Tatiana Delgado

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