No es ninguna conjetura cinéfila: la victoria conseguida por los actores y guionistas de la meca del cine con su lucha obstinada y combativa en defensa de sus derechos laborales y sociales, es una auténtica obra maestra del género sindical cinematográfico. Sí, como aquellos chefs d’oeuvre de la época dorada de Hollywood (años 1930 - 40 y 50 del siglo pasado) en los que sus impactantes, y con frecuencia asombrosas historias, tenían que concluir con el anhelado final feliz. ¿Recordáis, gente de mi generación? Pues bien, algo así es lo que ha ocurrido con la ejemplar batalla sindical de los currantes de Hollywood, que no de las grandes stars del celuloide: un apoteósico y alentador happy end. Primero, en el pasado mes de octubre, fueron los guionistas con su poderoso sindicato WGA (Writers Guil of America) al frente quienes tras 148 días de lucha decidida y perseverante doblegaron la posición recalcitrante de la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), la patronal del sector; consiguiendo, según palabras del sindicato, un acuerdo “bastante bueno” al conseguir aumentos salariales, la gestión de los “residuals” (el dinero que reciben tras la explotación en las salas, plataformas o mercado de una obra), el número de guionistas por series  y, sobre todo,  la regulación de la inteligencia artificial, que, además, “nunca podrá reclamar autoría ninguna”.

¡Que cunda el ejemplo!

Ahora el turno le ha tocado a los actores y actrices, que con su combativo sindicato SAG-AFTRA han ganado el pulso mantenido durante cerca de 4 meses de lucha sin cuartel a la patronal AMPTP, en este caso aún más intransigente que con los victoriosos guionistas.

Obteniendo finalmente un acuerdo con el que mejorarán los salarios y las aportaciones a sus fondos de salud y pensiones, aumentarán igualmente los pagos residuales, cuyo significado ya hemos comentado en el caso de los guionistas, y habrá nuevas normas que permitirán regular el uso de la inteligencia artificial, caballo de batalla hasta el momento de desconvocar la huelga hace escasas semanas. Terminan así, pues, unas huelgas ejemplares por diferentes razones  para Estados Unidos y para el mundo: en primer lugar, porque movilizaciones de esta envergadura (más de 160.000 trabajadores afectados) y contenido ideológico no se veían desde hacía décadas en este medio tan hostil a las reivindicaciones sindicales; después, porque los/as trabajadores/as y sus sindicatos han sabido establecer en todo momento una relación de fuerzas frente a la obcecada patronal hollywoodiense favorable a sus intereses y exigencias y, finalmente, porque estos intérpretes del 7º Arte han demostrado en la realidad y no en la ensoñadora ficción cinematográfica, una gran capacidad organizativa y una confianza plena en la lucha colectiva frente al sacrosanto individualismo yanqui. ¡Que cunda el ejemplo! 

Rosebud

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