El día de las mujeres se celebra en Sudáfrica el 9 de agosto porque se conmemora la manifestación de 1956 contra la extensión a las mujeres de la “ley de pases”, que obligaba a las personas definidas como “bantúes”, a llevar consigo permanentemente una ficha policial en la que se registraba dónde vivían y trabajan para vigilar e impedir cualquier movimiento no autorizado.

A la cabeza de la manifestación, con otras militantes destacadas de la Liga de Mujeres del CNA, se encontraba Albertina Sisulu: “Nos quedamos allí y cantamos Nkosi Sikelel’ iAfrika. Imagínate escuchar 20.000 voces cantando al unísono en aquel anfiteatro”. “Wa’thinthabafazi, wathint’imboko, uzokufa”, que se podría traducir como: “has tocado a las mujeres, has chocado contra una piedra”.  Se convirtió en lema de las manifestaciones de mujeres ese día.

Albertina Sisulu cuyo nombre era Nontsikelelo Tetiwe, nació en 1918 en el Transkei y tuvo que “elegir” un nombre europeo para poder continuar su formación de enfermería. Su primer trabajo en el área de ‘“no blancos”’ del Hospital de Johannesburgo, la concienció de la profunda discriminación. Si era evidente en todos los aspectos de la vida, allí era aún peor, tanto por el trato que se daba a pacientes negras y negros como por las continuas faltas de respeto a las enfermeras negras, consideradas profesionales de tercera categoría.

Si en los primeros años su casa fue uno de los centros neurálgicos del partido, en los 50 se convirtió en una escuela abierta en oposición a la ley bantú de 1953, por la que se estableció una educación separada y de bajo nivel para las poblaciones “no blancas” de Sudáfrica.

Pronto se implicó en la redacción de la Carta de Derechos, y más tarde formaría parte de la Federación de Mujeres Sudafricanas, donde lideraría la masiva campaña contra los “pases” para mujeres, que finalizó en 1958, tras las encarcelaciones masivas. Sisulu pasó seis semanas en prisión hasta que finalmente fue declarada “no culpable”.  Nelson Mandela fue el encargado de su defensa.

En 1963 fue arrestada de nuevo y permaneció dos meses en prisión incomunicada, sin saber la acusación. Al salir, fue informada de que su marido y muchos militantes habían sido condenados a cadena perpetua y cumplirían condena en Robben Island. Desde entonces, ella también sufrió arrestos domiciliarios y prohibiciones para participar en mítines o reuniones políticas, pero su casa siguió siendo centro de actividades del partido y ella retomó su trabajo como enfermera y se implicó en la actividad comunitaria. En 1981, a sus 63 años, es una voz respetada, su orden de ‘prohibición’ es revocada, y se convierte en una portavoz no oficial del CNA.

En 1994, es elegida parlamentaria,  se retira tras el primer mandato y continúa con el trabajo comunitario y de base a través de una fundación dedicada a apoyar a la infancia y la vejez, hasta su fallecimiento en 2011.

Tatiana Delgado Plasencia

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