Durante febrero hemos visto cómo las protestas del sector agrícola volvían a las noticias, empezando en Europa y replicándose más tarde en el estado español, paraban carreteras y se movilizaban delante de las instituciones de gobierno y comunidades.

No podemos obviar quiénes son los protagonistas de estas reivindicaciones y cómo, en el sector agrícola, es la agroindustria la que tiene a su servicio la legislación de la UE .

Quienes vivimos en ciudades ahora porque nuestros abuelos y abuelas tuvieron que salir del campo para poder ganarse la vida, podemos en un primer momento, al ver las protestas del campo, pensar en nuestra familia; pero la conciencia de clase y la formación nos dejan claro que la gran mayoría de quienes protestan no somos nosotras, ni nuestra clase.

Los medios de comunicación informan teniendo esto en cuenta y con la estrategia de obviar a los grandes productores del sector primario, borrando cualquier rastro de lucha de clases.

Debemos tener claro que es el capitalismo, con las políticas de la UE buscando la división internacional del trabajo, el culpable de la situación del sector primario. La PAC (Política Agraria Común) reparte subvenciones de las que se benefician principalmente los grandes propietarios. El modelo que proponen (y asientan) es el que ha precarizado el campo español e impone una concentración de cultivos, alejándose de las prácticas agrícolas sostenibles.

 Parte de la juventud, en planteamientos ecologistas y anticapitalistas, habla de la vuelta al campo, la vuelta a la huerta. Este modelo de vida solo es posible para unos pocos, en el cual su rechazo a la realidad capitalista les hace huir de ella, sin confrontarla. Acudir a trabajar un terreno y vivir de ello no es posible para la totalidad de la clase obrera, no solo por la capacidad de la tierra y la fuerza de trabajo, sino también porque tenemos necesidades que es imposible cubrir de una forma tan individualista y porque supone aspirar a una especie de capitalismo de pequeños productores que ya no es posible hoy. El rechazo al sistema es un primer paso con el que trabajar, pero con las acciones individuales de aislamiento y consumo la realidad no se modifica, solo dejamos de verla. Luchamos por unas condiciones dignas de trabajo, que la UE no se aproveche de los trabajadores del campo, ni pequeños o grandes burgueses de nuestro trabajo. Solo mediante la militancia la realidad cambiará, huir de ella es una romantización individual que mantiene la condena de nuestra clase.

Los nuevos movimientos ecologistas de la juventud, en los cuales se replantea el consumo que realiza la burguesía y su efecto, suponen un señalamiento de los privilegios. Esa es una línea con la que como comunistas podemos trabajar, pero nada tenemos que hacer con quien no confronta la realidad del sistema.

No contemplamos la solución individual de volver a la huerta, ni la reforma bajo la PAC. Es necesario salir de la UE, finalizar las políticas agrarias y, en este contexto, desarrollar una política agraria sostenible, para nuestra clase y el medioambiente.

Edurne Batanero

uyl_logo40a.png