El 8 de marzo sigue siendo una fecha donde la presencia comunista y las banderas rojas se hacen notar en las calles. Hoy el feminismo ya no es la guinda de un bonito pastel ni está de moda. Pero sería una derrota dejar de reivindicar esta fecha como nuestra y dejar al capitalismo que celebre la explotación de las mujeres burguesas sobre las mujeres de extracción obrera y popular, precisamente en una fecha cuya hegemonía en el siglo pasado fue del movimiento comunista y cuya memoria y origen están indisolublemente unidos a la lucha de las mujeres de la clase obrera por sus derechos.

Ciertamente, en una sociedad dividida en clases, el feminismo siempre estará dividido y conjugará las reivindicaciones de género con los intereses de la clase social a la que se pertenece. Por ello, cabalmente reivindicamos el feminismo de clase, pues las luchas contra todas las opresiones, incluidas las que padecemos las mujeres por serlo, forman parte de la lucha general contra el capitalismo. Por ello este año bajo el lema “Trabajadoras feministas. Orgullo de clase” acudimos a las diversas manifestaciones. De Las Palmas a Tenerife, de Alicante a Valencia y Castellón, de Barcelona a Madrid, Murcia o Málaga e incluso en Orihuela: en una convocatoria alternativa al interclasismo, fanfarria y folclore de la convocatoria oficial, realizada como PCPE. Tampoco faltó nuestra octavilla en lugares de células más pequeñas como Valladolid, Salamanca o A Coruña.

Las mujeres del pueblo trabajador que nos acompañaron en nuestros séquitos, al igual que nosotras y nosotros, no vivimos en una burbuja de privilegios y sufrimos diariamente la explotación y la discriminación en la decadente sociedad capitalista en crisis general. Junto a esas denuncias ocupó lugar destacado la denuncia de la ocupación y del genocidio palestino por el sionismo. La solidaridad internacionalista se hizo patente en este día con las mujeres palestinas.

Redacción UyL

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