DESTACADO

Ven a Guadalajara, dictador de cadenas,

carcelaria mandíbula de canto;

verás la retirada miedosa de tus hienas,

verás el apogeo del espanto.

Rumorosa provincia de colmenas,

la patria del panal estremecido,

la dulce Alcarria, amarga como el llanto,

amarga te ha sabido.

Miguel Hernández

Era el mes de marzo de 1937 y España aun vivía su largo y oscuro invierno. Un invierno que había comenzado en noviembre de 1936 cuando las tropas de Franco, antes animadas y soberbias, se desquebrajaban ante las murallas del Madrid inexpugnable. Pero los designios del fascismo no cesaron. Estancado el ataque frontal a Madrid, desde febrero comenzaron las maniobras para desbordar la ciudad símbolo internacional de la resistencia antifascista desde su periferia, cortar su principal línea de suministros y acabar tomándola por asalto. Eran los días del Jarama, donde el agua se teñía de rojo de la sangre derramada, un nuevo fracaso de tomar Madrid.

Pero aun habría de darse una última intentona para que Franco quedase convencido de la imposibilidad de tomar Madrid. La batalla de Guadalajara tendrá gran significación histórica para nuestra guerra: fue la gran derrota y humillación de Mussolini, una victoria en todos sus sentidos para la República y provocó el nuevo rumbo estratégico de la guerra.

Intervención militar italiana en la guerra:

Hemos intervenido desde el primer momento hasta el último.1

Si la guerra civil española adquirió la caracterización política de guerra nacional y revolucionaria no fue por capricho. Sin duda, en España se estaba librando una batalla contra la injerencia e intervención en toda regla de las potencias fascistas que sin dudarlo prestaron su apoyo claro y directo a la sublevación de los militares facciosos.

Para la Italia fascista, España era un caramelo que no podía dejar escapar. Lograda la influencia y control sobre la Península, Mussolini tendría la puerta al Mediterráneo cerrada y bajo control. El 20 de julio de 1936, Roma atendía a las peticiones enviadas por los emisarios de Franco y diez días después, en la ciudad rifeña de Nador, los primeros nueve aviones Savoia aterrizaban para prestar ayuda a los sublevados, que se encontraban en una difícil situación. Esta fuerza aérea, junto con la enviada por la alemana en fechas similares, permitió que Franco cruzase a la Península a miles de hombres de Marruecos, donde se encontraban las mejores tropas del Ejército español. Recordemos que la fuerza aérea española era completamente insuficiente y que el grueso de la marina se había mantenido leal a la República. Franco no tenía forma de cruzar el Estrecho. La ayuda extranjera fue, desde el minuto uno de la sublevación, determinante para la victoria militar franquista.

La ayuda de la Italia fascista se fue manifestando a lo largo de la guerra con la formación del Corpo di Truppe Volontarie (CTV), que llegaría a contar con cerca de 50000 efectivos. No hablemos de la piratería de los submarinos italianos en el Mediterráneo, que haría estragos a los buques soviéticos que intentaban llegar a España a socorrer a una República asediada. Según nos aporta la obra Guerra y Revolución en España, la ayuda italiana se aproximó a las siguientes cifras: 1.930 cañones, 7.514.537 proyectiles de artillería, 240.747 armas ligeras, 324.900.000 cartuchos para armas ligeras, 10.135 armas automáticas, 7.633 vehículos de motor, 950 tanques y carros blindados.

En una fecha tan simbólica como el 8 de marzo daba comienzo la ofensiva italiana en Guadalajara bajo las órdenes del general Roatta y las tropas auxiliaréis de Moscardó que aseguraría el Norte, flanco derecho de los italianos. En ella participaron 5 divisiones y 2 brigadas que pensaban dar su paseo triunfal el 15 de marzo por la Gran Vía.

La respuesta de la República:

Este era el sector más débil de la zona centro republicana, con un ejército popular completamente exhausto por la lucha sin descanso desde noviembre, acentuada tras las duros combates del Jarama, sin contar con reservas frescas, al contrario de lo que ocurría en el otro bando. Con brigadas prácticamente destruidas, el valor y heroísmo de las brigadas internacionales y unidades militares republicanas acudieron a la llamada de defender Guadalajara.

Se constituyó el IV Cuerpo del ejército formado por tres divisiones, entre ellas la mítica división dirigida por Líster, encargada de las misiones más audaces y arriesgadas durante la guerra.

Tras varios días de retrocesos, la iniciativa cambió de bando y comenzó la contraofensiva republicana. Los italianos, sorprendidos, iniciaron su fase defensiva que culminó pocos días después con la desbandada general del CTV. Curiosamente, fueron los italianos del Batallón Garibaldi quienes jugarían un papel destacado. Y es que, no solo de Italia vinieron los piratas fascistas, también vino lo mejor de su pueblo a dar su vida por la causa antifascista. La labor propagandística para minar la moral de los italianos del CTV fue altísima, utilizando decenas de miles de octavillas en italiano y con consignas lanzadas en megafonía para pedir la rendición y el cambio de bando.

Cientos de jóvenes darían igualmente su vida en esta batalla y contribuyeron en su victoria. Mención especial la de jovencísima Antonia Portero, militante de las JSU con 18 años recién cumplidos y miembro de la 11º División, caída en Trijueque.

Significación de la batalla:

La batalla de Guadalajara fue una victoria republicana en toda regla. En sentido estrictamente militar, la única de la República. Logró sus objetivos estratégicos de salvar Madrid una vez más y se recuperó el terreno perdido.

La derrota facciosa de Guadalajara cambió el teatro de operaciones en España. Madrid, que se batía invencible, dejó de ser el objetivo de las fuerzas de Franco. Ahora, la guerra tendría su centro en el Norte. Tal es así que, pese a todos los esfuerzos, en verano de 1937 el territorio republicano en el Cantábrico había caído.

Pero esta derrota también traería consecuencias políticas. La soberbia de las potencias fascistas quedó rota. Graves fricciones internas se generaron. La República demostró su capacidad ofensiva y que era capaz de infligir importantes derrotas a sus enemigos, pese a que éstos eran muy superiores.

Bibliografía:

Dolores Ibárruri (coord..), Guerra y Revolución en España, 1936-1939

General Vicente Rojo, Así fue la defensa de Madrid

Gabriel Cardona, Historia militar de una guerra civil. Estrategias y tácticas de la guerra de España


1 EI órgano personal de Mussolini, el Popolo d’Italia, lo escribía el 20 de mayo de 1938.

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