Mientras se publican una y otra estadística, fríos números, las condiciones en que viven y se desempeñan la mayoría de los trabajadores migrantes estacionales en España son lamentables y en más de una ocasión les conducen a la muerte. Población migrante que sobrevive en condiciones infrahumanas, habitando chabolas, pisos y casas pateras en barrios marginales, todos próximos a las explotaciones agrícolas, de una patronal sin escrúpulos que considera a estos jornaleros y jornaleras seres inferiores sin derechos sociales.

Una patronal que justifica el no regularizar la situación legal de estas y estos obreros del campo, bajo el argumento de que si lo hace estos se marchan a zonas o países en los que se les garantiza mejores condiciones laborales y sociales. Habrá que decir a estos explotadores que los trabajadores del campo no abandonarían las localidades en las que se asientan transitoriamente, si las condiciones laborales y sociales les garantizara una vida digna en la que desarrollar todas sus esperanzas.

Clase obrera migrante que sufre todo tipo de opresión laboral, en muchas ocasiones son raptados y tratados como esclavos, población que mal vive en guetos chabolistas sin agua, luz y rodeados de basura, guetos que en ocasiones sufren incendios, unos accidentales, otros provocados por gentes de ideología fascista ocasionando muertes, pérdidas de las pocas pertenencias entre ellas papeles personales y la total desprotección meteorológica, quedando aún más vulnerables, ante la agresión empresarial.  

En el año 2022 el sector agrícola género más de 1.2 millones de contratos y no podemos cuantificar con exactitud el número de jornales que se desempeñan sin contrato, por conocimiento práctico, sabemos que cientos de miles de jornadas se llevan a cabo sin ningún tipo de contrato. Otra cuestión a tener en cuenta es la brecha salarial que hay en el sector. Ejemplo. Bajo los plásticos de la agricultura intensiva de Almería, la contratación femenina es escasa y cuando esta se da, los salarios de hombres y mujeres se diferencia hasta en mas de 10€ al día.

 

Los días 17 y 18 de diciembre y 3, 4 y 5 de enero, la plantilla de Amazon en el centro logístico de Trapagarán, en Bizkaia, ha convocado Huelga. Los sindicatos LAB y ELA dicen que la plantilla “ya no puede más”. Exigen negociar un convenio de centro que ponga freno a la “precariedad laboral”1.

La cosa viene de largo. Las últimas movilizaciones de los 125 trabajadores de la plantilla fueron en noviembre de 2022, con una huelga coincidiendo con el Ciber Monday. Tras esa movilización la empresa pidió sentarse y negociar. Se detuvieron las protestas para hacerlo. Trece meses y más de 10 reuniones después no hay avances. Un clásico.

Según explican los sindicatos, Amazon sigue en la actualidad beneficiándose de la precariedad laboral: “largas jornadas de trabajo, uso excesivo de horas complementarias, altísimos ritmos de trabajo, un control constante por parte de las APP que afecta la salud física y/o psicológica de la plantilla, así como una gran inestabilidad por las contrataciones de ETT, falta del derecho a la subrogación de las y los repartidores, no aplicación del Convenio de Transporte al colectivo de repartidores y repartidoras...”

Y lo anterior se da, (o es a consecuencia de lo anterior), en un contexto de grandes beneficios para el gigante del comercio electrónico. “Para el cuarto trimestre de 2023, Amazon prevé ingresos entre 160.000 millones y 167.000 millones de dólares, con un beneficio antes de impuestos de entre 7.000 a 11.000 millones de dólares.”

¿Y que pasa con los centros de Amazon en el resto del Estado?

El 27 y 28 de noviembre, CCOO tenía convocada la primera huelga simultánea en todos los centros, unos 40, donde trabajan alrededor de 20.000 personas. Finalmente fue suspendida parcialmente por acuerdo entre las partes, pero solo en 14 centros, los grandes espacios logísticos, que pertenecen a Amazon Spain Fulfillment. Los “pequeños”, unos 25, se quedaron fuera y mantuvieron sus paros parciales.

Una vez más el gobierno socialdemócrata al servicio del capital hace un anuncio acompañado con orquesta y fanfarria. En esta ocasión el Gobierno aprueba simplificar y “mejorar” la protección del nivel asistencial del desempleo. Aquí los 8 puntos que ¨revolucionan¨ la ley, y vemos con qué poquito pretende seguir manteniendo sus farsas, las cuales posibilitan que se mantengan en el poder.

  • Los subsidios por desempleo serán más accesibles

  • Se permite el acceso a los menores de 45 años sin cargas familiares

  • Podrán acogerse al subsidio los trabajadores eventuales del sector agrario

  • Se suprime el mes de espera tras el agotamiento de la prestación por desempleo para solicitar el subsidio

  • El subsidio será compatible por un periodo de 180 días por cada nuevo empleo

  • La duración será de hasta 30 meses

  • La cuantía, vinculada al IPREM, será del 95% (570 € mensuales) los 6 primeros meses, 90% (540€) los seis meses siguientes y el 80% (480€ al mes) el resto del período y será aplicable a los nuevos reconocimientos de este subsidio

  • Se refuerzan las medidas que permitirán la reinserción laboral y mejorar la empleabilidad

Carlos Marx, fundador del socialismo científico y de la Primera Internacional, junto a F. Engels.

Situar correctamente las contradicciones principales que se expresan en el seno de la lucha de clases desde un análisis científico, marxista, es un deber de la militancia comunista, que, de otro modo, se perdería en un cenagal de palabrería hueca  y adjetivaciones sin sentido, que no llevan a ninguna parte y solo sirven para enmascarar una falta de comprensión correcta de la situación concreta.

Hablando de sindicalismo, es frecuente hacer un inapropiado uso de la dialéctica de los adjetivos, haciendo una falsa división política de las diferentes realidades que se dan dentro del movimiento sindical; situando, como elementos centrales o principales, adjetivos como “"mayoritario", "minoritario", "alternativo", "nacional", "amarillo", "revolucionario", etc. Y, sin querer, o quizás interesadamente, reducimos a formas simples nuestro análisis, nuestras conclusiones y, por ende, nuestras posiciones;, alejándonos de una realidad mucho más compleja y rica en matices.

La lucha de clases no es ajena a esta complejidad, como ya lo expuso Marx en su obra “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850”, donde aplica por primera vez el método del materialismo dialéctico al estudio de una serie de acontecimientos contemporáneos a él.

Tres semanas después de la movilización del 28 de Octubre en Madrid, en defensa del Sistema Público de Pensiones (SPP), toca hacer algunas reflexiones sobre el desarrollo de la misma y el punto del camino en el que nos encontramos.

Aunque algunas voces afirman que la fuerza de esta jornada de protesta se debilita año tras año, más nos preocupa desde el PCPE el contenido de ésta. Entre otras, la ya manida reclamación de 1080€, una cifra muy por debajo de lo que necesitan y se merecen nuestros pensionistas. Además, en el caso de COESPE, uno de los colectivos convocantes, esta reivindicación económica contradice un acuerdo emanado de su V Asamblea Estatal, celebrada en 2022 en Valencia, en la que se incluía en su tabla reivindicativa la cantidad de 1200€. Y esto no es cosa menor, es un síntoma de algo más grave.

¿Cómo hemos llegado a este punto de deterioro del SPP?

Cada paso que se da en una sociedad capitalista va hacia la obtención de plusvalía. Cuando la tasa de ganancia disminuye, el capital “inventa” nuevas leyes: recortes, crisis, pactos sociales, supervivencia del sistema y otras patrañas cuyo único fin es cercenar los derechos de los y las trabajadoras.

Con la ley 26/1985 (con el sátrapa de Felipe González en el gobierno) se aumenta el período mínimo de cotización de 10 a 15 años para conseguir una pensión contributiva. También se aumentó el número de años para el cálculo de la misma, pasando de los 2 últimos a los 8 últimos. Así se dio un golpe importante a las pensiones. El primero en nuestra serie de recortes.

Con la ley 24/1997 que surge para legislar sobre lo propuesto en el Pacto de Toledo, se apostó por la jubilación anticipada para hacer frente a la crisis (crisis permanente del sistema capitalista), pero a cambio se aumentó de 8 a 15 años los años aplicados para el cálculo de la jubilación.

Pero no se enfade mi querida clase obrera, todo lo hacen por nuestro bien, para mantener la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones (sarcasmo incluido).

La dimensión de un conflicto obrero no se mide exclusivamente por el número de trabajadoras/es directamente implicado. Ni siquiera resulta suficiente con atender al mayor o menor carácter estratégico del sector de la producción involucrado. Tal y como se señala en el excelente artículo “Sindicatos y huelga”, es de vital importancia la capacidad del colectivo en lucha para generar un movimiento de solidaridad dentro y fuera del propio sector, centro de trabajo, territorio, etc., que permita elevar su conciencia y aprendizaje para futuras luchas.

Desentrañar los elementos, no siempre obvios, de la estructura y superestructura del sistema de explotación que se encuentran en la raíz del conflicto es una de las claves para elevar la lucha laboral a conflicto político contra el capital. Más allá de las siglas en las que desarrollemos nuestra actividad sindical, ese es un objetivo irrenunciable para la militancia comunista. Así tenemos que:

  • Cuando, tras ganar la licitación en el año 2015 con una oferta temeraria, la empresa Catering 45 acosa laboralmente a las trabajadoras de la cantina del edificio Altabix de la Universidad Miguel Hernández de Elx (UMH), sabe que tiene de su lado al GATS (Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios) y al Tratado de Lisboa de la UE, cuyo dogma del “mercado interior en el que la competencia sea libre y no esté falseada” se fundamenta en la precarización de las condiciones laborales y del propio servicio.

  • Cuando el patrón trata de convencerlas de que pasar del contrato fijo al fijo-discontinuo les permitiría “disfrutar” más de las vacaciones escolares de sus hijos, o cuando les parte el turno para quebrar la conciliación, a sabiendas de que implicaba a varias familias monomarentales, hace uso del patriarcado más casposo.

En enero de 2012 el régimen especial de empleadas de hogar se integró en el régimen general de la Seguridad Social. Todo indicaba que era una muy buena noticia para un sector precarizado, sin contrato y altamente feminizado. Hasta esa fecha, la gran mayoría de empleadas de hogar estaba sin contrato y de forma irregular. La medida del Gobierno Zapatero daba un impulso a la regulación de multitud de trabajadoras que no tenían ningún tipo de relación laboral, en muchas ocasiones ni papeles, y por ende no podían tener las ventajas de estar de alta en el sistema.

Sin embargo, no hay oferta del capitalismo que no tenga doble cara.  Si bien es cierto que para las empleadas y empleadores a tiempo completo la situación no tenía ningún problema, no es así para aquellas que trabajan para más de un empleador, ya que cada empleador las tiene que dar de alta no por las horas contratadas sino por unos tramos establecidos.

El siguiente cuadro está sacado de la TGSS y en el salario neto se incluyen vacaciones y prorrata de pagas extras:

Número de horas

(valor hora 8,45)

Salario neto

mensual

Base cotización

de  1 a 34 horas

Hasta 291 euros

270 euros

de  35 a 53 horas

Hasta 451 euros

386 euros

de  53 a 72 horas

Hasta 613 euros

532 euros

de  73 a 92 horas

Hasta 775 euros

694 euros

de  93 a 111 horas

Hasta 939 euros

858 euros

de 112 a 129 horas

Hasta 1.098 euros

1.018 euros

Más de 130 horas

Hasta 1.260 euros

1.260 euros

 

TIPOS DE COTIZACIÓN (%): en una gran parte de las contrataciones por horas, la parte de cotización de la trabajadora es asumida por el empleador, no así en el caso de las contrataciones a tiempo completo.

Si con anterioridad ya hemos venido caracterizando a la Unión Europea como una superestructura que unifica y desarrolla los intereses comunes de las burguesías nacionales del viejo continente, en estos momentos, sometidas todas al mandato de los EE. UU., no debe causarnos extrañeza que sus líneas políticas vayan definidas por su composición de clase, esto es, burguesas.

¿Y en qué afectan estas líneas políticas a los intereses de la clase obrera? La respuesta es: en todo y, por lo general, de forma negativa.

En el plano laboral, los criterios sobre el empleo que emanan desde Bruselas son la flexibilidad y la liberalización en el mercado de trabajo, que no es otra cosa que la estrategia que sigue la patronal para hacer frente a la crisis que su mismo sistema provoca. La imposición de estos métodos tienen consecuencias negativas comprobadas para la clase obrera, como el aumento de la precarización, abaratamiento o supresión de los costes por despidos, bajada de los salarios reales y más desempleo.

Conjuntamente con la batería de medidas que la patronal, a través de sus gobiernos de turno, implanta para tratar de equilibrar el descenso de su tasa de ganancias, el recurso al apoyo financiero de la UE se le hace necesario para sufragar las pérdidas de beneficios. Este aporte de fondos desde la UE a las empresas supone un trasvase de rentas del trabajo a rentas del capital, donde los únicos beneficiados son los capitalistas, dejando a la clase obrera más mermada de recursos económicos, ya sean provenientes de salarios directos o de salarios diferidos, con la consecuencia de un incremento de la pauperización de amplios sectores de la clase obrera y sectores populares.

Además, se ha de tener en cuenta que, para el caso del estado español, la apuesta que hace la patronal por desarrollar aquellos sectores económicos que ella considera esenciales, turismo y servicios, conlleva la correspondiente destrucción o descolocación de todo su tejido industrial o agroalimentario aumentando la precarización laboral y la disminución de los salarios.

“La pobreza y la población sin hogar aumenta en muchas de las grandes ciudades de EEUU”

Cuando se pretende caracterizar la lucha entre clases por parte de los sesudos analistas y politólogos al servicio del capital, hoy casi todos ellos, casi siempre nos presentan al centro político del capitalismo, los EEUU, excluido de esta guerra entre la clase obrera y el capital. Como si en el centro del poder capitalista todo funcionara armoniosamente entre clases antagónicas, con intereses muy lejanos y diferentes. Pocas veces, por no decir ninguna, los medios de información del poder nos informan de algún tipo de conflicto de índole laboral en EE.UU  como si en yanquilandia las condiciones sociales, económicas y laborales del pueblo trabajador  fuesen maravillosas, un pueblo nadando en miel de melocotones. Donde se nos quiere hacer creer que los derechos elementales están garantizados y las masas obreras nada tienen que pedir. 

La actual y definitiva crisis del imperialismo ha sacado a la luz la verdadera situación del pueblo trabajador en los EE.UU. Crisis que el centro del poder capitalista arrastra desde 1973, comenzando la clase obrera estadounidense a padecerla con más violencia a partir de 1979, acelerándose enormemente dicha crisis a partir del 2008.

Sin entrar en un concienzudo análisis de la situación internacional, cuyo resultado sería que EE.UU. ya no puede seguir saqueando multitud de recursos, podríamos afirmar que la nueva correlación de fuerzas económicas sitúa a EE.UU. al borde de una catástrofe social y humanitaria dentro de sus fronteras.

En las últimas semanas, en los EE. UU., han tenido lugar múltiples huelgas generales, como las protagonizadas por los obreros y obreras del sector de la automoción exigiendo mejores condiciones laborales y salariales, la del sector de la sanidad, privatizada en ese país, debido a la lamentable situación de enfermeras y enfermeros, y la más mediática, la huelga de guionistas y actores y actrices de Hollywood. Pero no son las únicas huelgas que se están llevando a cabo, millones de trabajadoras/es desde hace ya varios años no han dejado de manifestar su malestar ante la situación de sobreexplotación, miseria y precariedad que padecen.

En Estados Unidos, el 65 % de las familias obreras no tienen garantías económicas. Están expuestos a la indigencia frente a cualquier imprevisto: la muerte del familiar que comparte ser el sostén, un accidente laboral o de salud, si la enfermedad es prolongada o severa llevará a la familia a la más profunda ruina, al ser privada la atención médica y los tratamientos, por carecer de cobertura asistencial.

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