No nos gusta meternos en las vidas y conductas ajenas y somos enemigos de adulaciones, pero cuando recordamos a aquella niña correteando por los jardines del palacio, nos embriaga una emoción tan grande que de nuestros ojitos emergen lagrimones como tazas...

Cómo olvidar el día en que las cámaras entraron en el comedor real y aquellas niñas devoraban unas ricas y sabrosísimas lentejas con tanta prisa y urgencia que Leonor se achicharró la lengua y con aspavientos acudió a su madre, para que sofocara la fogata que se prendió en su boca; y la madre, con su natural poderío, le dijo aquellas inolvidables palabras que todavía resuenan en nuestros tímpanos: “Leonor, hija: sopla, soplaaaaa”.

También aquel codazo que casi revienta el pecho a su distinguida abuela, la griega, se ha perpetuado en nuestra memoria. Fue a la salida de la catedral de Palma, un revés con tanta acometividad que dio certeza al rumor de que “en todas las casas reales se cuecen habas”.

La recordamos en su primer discurso, en los premios Princesa de Asturias, con sus 13 añitos y su vestidito azul, estirando el pescuezo para alcanzar al micrófono, cómo con voz angelical iniciaba su perorata invocando a Sus Majestades, a las personalidades, a los galardonados, a los asturianos, a los asturcones, a los visigodos, a los íberos, a los celtas, a los fenicios y a toda la fauna del viejo continente; evocando las palabras que había dicho su padre, a su misma edad, en el mismo garito.PPero ella lo hacía con tanta gracia y desparpajo que estaríamos escuchándola de muy buena gana, toda la vida...

 

Hace tiempo que nos venían anunciando el nacimiento de un nuevo movimiento que reordenaría el campo político de la izquierda y que haría temblar los cimientos de la tierra. Se lo estaban tomando con mucha calma porque nadie presagiaba que Sánchez iba a convocar las generales el 23 de julio, pero el jarro de agua fría del “misterio de la anunciación” precipitó de tal modo las cosas que lo que se presentaba como un movimiento ciudadano en fase de escucha, amplio, simpático, integrador, receptivo, amigable y alejado de la confrontación, en 12 días, organizó la de San Quintín para confeccionar las candidaturas, porque no ha nacido especie capaz de embarullar a gente de Podemos, de IU, del PCE, Verdes, de Errejón, de Compromís, de la Chunta y de todo lo que vuela en las listas sin que alguien salga llorando...

Pero sí, era muy presumible que todos acudirían al suculento panal de rica miel con la esperanza de ser agraciados con los primeros puestos. Al final, los que van a la cola han tenido que entrar en razón y han entendido que no hay plaza pa tanta gente.

No hemos visto en las listas a Irene Montero, Alberto Garzón y Echenique, pero todo hace presagiar que la magnanimidad de Yolanda les ha reservado un puestito preferente para las europeas o cualquier otro cargo de mucha confianza. Cuando alguien quiso meter las narices para que le hicieran hueco, la gallega recordó que ahora la tarea era Sumar, sumar y no marear...

Queda casi probado que Juan Roig no tiene mala fe. Tras minuciosas pesquisas, estamos en condiciones de proclamar que su bondad y desprendimiento están fuera de toda duda y que, cuando ha tenido que tomar decisiones cochinas para el juicio humano, ha sido siempre en legítima defensa.

Carece de importancia decir, que el empresario se ha hecho a sí mismo; en realidad, todos los empresarios se hacen a sí mismos, son valientes, bien nacidos, arriesgados y avispados. No como los currantes, que vienen siendo pusilánimes, cortos de vista y poco dotados para los negocios.

Juan Roig ha dado muchas y grandes limosnas a la Fundación FAES y para demostrar que es un hombre sin adscripciones, tuvo la paciencia de explicar que visitó en varias ocasiones la sede del PP para hablar con sus dirigentes sobre la marcha de la economía, porque estaba pasando muy malas noches y jura por lo más sagrao que los apuntes que aparecen en el libro B de Luis Bárcenas a nombre de Mercadona no son de él.

Juan Roig no es un hombre antojadizo. Dicen que es un hombre austero, poco codicioso y, no nos extraña, con 11 millones que gana anualmente, más los poquitos dividendos que la empresa reparte entre los accionistas, no vamos a decir que sea un menesteroso, pero suponemos que para llegar a fin de mes, el pobre hombre tendrá que apretar los muslos, como el resto de los mortales.

!Qué falta nos hacía! En este mundo tan zurrado por la herejía y el desatino necesitábamos un patronato, una institución que velara por los valores del cristianismo y guiara la conducta de las almas que se enredan en el caminito de la apostasía y el ateísmo.

La asociación de Abogados cristianos no nació para jugar ni al tute, ni al teto; su misión tiene una aureola de fervor y santidad que te desvalija el alma, bueno, no sólo el alma, el bolsillo también, porque entre sus objetivos destaca el de aumentar los beneficios fiscales de sus socios y donantes.

Muchas han sido sus actuaciones defendiendo la fe y a los perseguidos por causa de la fe.

Los recordamos en los juzgados, ejerciendo de acusación contra Willy Toledo que no satisfecho con “cagarse en dios”, tras la deposición acudió devotamente a la procesión del Koño Insumiso. Entonces, los defensores de la fe y los sentimientos religiosos, vieron en las manifestaciones de Willy un atentado anticristiano intolerable. La justicia, naturalmente, dio la razón al actor reconociendo su libertad de expresión.

Hasta a la Guardia Civil llegó la denuncia de los ultraderechistas por colocar la bandera LGTBI en sus redes sociales, el día del orgullo.

Se despidió Toni Cantó jurándole a Ayuso que su paso por la Oficina del Español fue para él una experiencia inolvidable que le llenó de orgullo. Para nosotros también, digamos que para nosotros más que una experiencia fue un experimento corto pero duro, como el dolor del viudo...

Desde luego, no se qué haríamos sin la existencia de este simpático y sufrido hombre, capaz de entrar en pactos, entendimientos y conciertos para ir cambiando de partido a partido con una celeridad abracadabrante, sin que nadie viera en sus mutaciones ningún atisbo de malas artes o de acto reprochable, más bien todo lo contrario, cuando la certeza del rumor tomaba cuerpo, celebraban su marcha deseándole una bendita y fugaz estancia con la nueva camarilla.

Toni Cantó no es que sea un tránsfuga, ni un desertor cualquiera, es más bien un golondrino, un trotapartidos, un hombre movedizo, un ser titubeante y agitado que todavía no ha encontrado su rinconcito en la sociedad.

En la desasosegada y continua búsqueda de su “yo trascendental”, el muy granuja renuncia al puesto que le habíamos creado a capricho y por si no tuvíéramos bastantes preocupaciones nos deja el español “empantanao”. ¿Quién timoneará ahora nuestra lengua? ¿Quién defenderá a nuestro idioma de los ataques del griego, el inglés o el turco? ¿Dónde queda el epítome gramatical que nos tenía prometido? ¿Quién velará ahora por la potencialidad y el buen uso del español? ¿Qué otra ciudad estará en capacidad de ser capital del español en el mundo si no es la Madrid de las cañitas?, ¿qué pasará ahora con el Festival de la Hispanidad? ¿Quién glosará las proezas de Cristobal Colón?.

 

Pues como les iba diciendo a ustedes... ”es un honor servir a España” y con ese argumentario se pone en marcha el motor único de la historia para la ultraderecha.

Quien acierte a repetir cinco veces España, sin atropellarse, y recite con voz plañidera aquello de “ España se nos moría a golpes de hoz y martillo hasta que vino a salvarla Francisco Franco, el Caudillo” puede aspirar a ser un buen candidato de Vox a cualquier institución.

Pero para Andalucía buscaban otra cosa; no querían un muchachote fortachón y bronceado, ni un veterano numerario del Opus, ahí se necesitaba alguien con un porte tan duro e insoslayable como una roca, un ser con una cachaza a prueba de perdigones, alguien capaz de acribillarse el pecho con insignias de España, un ente que ardiera en ansias de exterminar al bando contendiente, un sujeto con una complejidad ideológica a prueba de ignorantes, con una actitud deliberadamente chulesca e insultante, una criatura con un castellano extraído de la sustancia de la pata del Cid y... escarbando en las profundidades, apareció ella; Macarena. ¡Ustedes perdonen!

El nombramiento de Feijóo como Presidente del PP, cuando la silla de Casado estaba todavía caliente, tenía captada toda nuestra atención, porque no me negarán ustedes que el PP en los últimos tiempos se había convertido en antro de depravación y vicio necesitaba la mano sanadora de un líder, un gurú, un servidor del orden que pusiera los puntos sobre las “iesgriegas”.

Y... Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, testigo de la elevación a la dignidad de Presidente del gallego, que después de las primeras tinieblas, sin llevar nada escrito y preparado, despejó dudas: “somos el partido de siempre, el que gana y quiere ganar para después gobernar” ¡Así se habla, con claridad y nitidez pa que no se descarríe nadie!

Trece años al frente de la Xunta avalan su trayectoria. Fue un contable muy austero para invertir y muy generoso para recortar: 25% de los gallegos viven por debajo del umbral de la pobreza, recortes en la atención primaria, privatizaciones y cierres de colegios públicos, autorizar universidades privadas, favorecer a ENCE, dos cajas de ahorros vendidas a Bancos venezolanos, juventud gallega que busca el futuro fuera de su tierra, en fin, la gestión de un hombre moderado y sensato, un conservador como mandan los cánones. Pocas diferencias con Ayuso, si no fuera porque ella, a quien se le tributa culto por las mismas gestas, añade a su carisma una verborrea descocada y rabanera que mantiene subyugada a la Comunidad de Madrid.

Al final, ¿cómo ha quedado aquello de la corrupción de la Presidenta de la Comunidad de Madrid y familia?

En las últimas semanas, se nos han arremolinado tantas cosas que, sin ánimo de aminorar el caso, no hemos podido centrarnos en estas futilidades.

Aprovechando la transparencia, la autenticidad y la veracidad informativa de los medios de comunicación, hemos volcado nuestros desvelos en la modélica democracia de Ucrania, en el aspirante al premio Nobel de la Paz, Señor Zelensky, en asegurar que las armas enviadas llegaran de conformidad con lo exigido, en lo vil y perverso que es Putin y en acoger a miiiiiiilloooones de refugiados y entre tanta escaramuza, la cuestión de la corrupción en la Comunidad de Madrid nos había tranquilizado un poquito, sabiendo que estaba ya en manos de la Fiscalía pero... nadie ha vuelto a decir ni mu.

Refrescamos la memoria a nuestros queridos lectores para no echar la trama en saco roto.

Tomás Díaz Ayuso, hermano de la de Madrid, se enfardó casi 300.000 euracos de un negocio de mascarillas con la Comunidad de Madrid que le salió redondo durante la crisis sanitaria. Ahora, la tarea está en deslindar en concepto de qué; andamos entre comisiones, transacciones, asignaciones, concesiones, contrataciones, chanchullos o embajadas, pero la conclusión del affaire es que se los metió en la buchaca.

Mañueco, con la bendición de Casado, se ha echado p´alante, y acogiéndose al “modus operandi” del PP en Madrid, acusa a sus socios de falta de lealtad, se carga a cuatro consejeros de Ciudadanos, pide los focos a su persona y convoca a las urnas a la población castellanoleonesa, el 13 de febrero.

Y allá que van todos, a poner su sabiduría agropecuaria al servicio del pueblo, largando lo más grande, escudriñando el censo bovino y rebuscando entre sanabresas, moruchas, avileñas o culonas y entre las 550 macrogranjas de cerdos que se asientan en esta Comunidad, a ver quién se lleva más procuradores. Y no es de extrañar, señores y señoras, porque echando cuentas, tocamos a 35 cerdos por persona. Así que, esta vez la campaña electoral se ha centrado en la ganadería y todo dios posó ante las cámaras rodeado de vacas y gorrinos de todos los colores y tamaños. Súbitamente, todo es sector primario, no hay, al parecer, ninguna otra discrepancia entre los partidos que concurren a estos comicios.

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