Datos del Ministerio de Trabajo de finales de julio de 2021, sitúan en 14,27 millones de trabajadores y trabajadoras contratados. De este colectivo, el 90% son asalariados y cuatro de cada cinco, son contratados por empresas privadas. Es en el sector servicios donde se concentra casi el 80% de las contrataciones, todas ellas temporales y mal remuneradas. En la industria, sólo se genera un puesto de cada cincuenta, las contrataciones temporales duplican a las indefinidas. En este escenario, aunque temporalmente aumente el empleo, no mejora su calidad y se apuesta, por parte de la patronal, por continuar y aumentar la temporalidad y precariedad.

Pero esta lacra de la temporalidad y precariedad no existe sólo en el estado español. Tanto Alemania o Francia, por citar dos ejemplos, tienen tasas de empleo precario muy altas, 26,9% en Alemania y el 18,1% en Francia, que aunque no llegan a los niveles de las del estado español, sitúan a un buen número de trabajadores y trabajadoras en lo que se viene denominando “trabajadores y trabajadoras pobres”. La precariedad laboral se extiende por todo el mundo capitalista sin excepción.

En el estado español, la patronal viene insistiendo machaconamente, consiguiéndolo en la mayoría de las ocasiones, en fomentar la reforma del mercado laboral con el objetivo de aumentar su flexibilidad, disminuir costes laborales y aumentar la holgura de sus beneficios.

El gobierno que se autoproclama como “el más progresista” de la historia de España, compuesto por miembros de la socialdemocracia PSOE- Unidas-Podemos (en el que se encuadra el PCE), ha enviado a los cuerpos represivos, equipados con material de guerra, tanquetas y demás útiles, a reprimir al proletariado del metal en Cádiz, represión que se extendido hacia a toda la población obrera gaditana y demás sectores populares.

La hipocresía lacayuna de los que se camuflan como “amigos de pueblo” es de un alcance tal que deja ruborizados a propios y a extraños. Mientras los cuerpos represores, con sus flamantes tanquetas, agreden a obreras, obreros y a vecinas y vecinos, llegando a disparar bolas y botes de gases lacrimógenos en las puertas de colegios, estos “amigos del pueblo camuflados” y nos referimos al PCE, en un ejercicio teatral que hubiese firmado el propio Shakespeare, llaman a manifestarse en apoyo de los agredidos, la pregunta que nos podríamos hacer ¿estos socialdemócratas sufren de doble personalidad? Pues va a ser que no; lo que están haciendo está ideado en los centros de dirección de la burguesía, lo del palo y la zanahoria, que tan buen resultado les ha dado hasta hoy. Hay iniciativas que son tan infantiles que rozan el ridículo o, simplemente no lo roza, sencillamente es muy ridículo, cómo el alcalde oportunista de Cádiz, quien en estos días de lucha cambia el nombre de una calle y la pasa a llamar Proletariado del Metal. Sí, este mismo alcalde que apoya que se fabriquen en los astilleros gaditanos barcos de guerra destinados a la dictadura criminal de Arabia Saudí, barcos con los que la dictadura asesina al pueblo del Yemen

De las estadísticas de cualquier asesoría fiscal o laboral se puede deducir el número de trabajadores sometidos a embargos de distintos tipos. Más del 20% de la clase trabajadora no cualificada tiene embargos.

De entre los distintos tipos hay uno más sangrante que el resto: Los embargos por multas o sanciones administrativas (de tráfico, pequeñas sanciones por infracciones de otros tipos, etc.) que, además, suelen tener un apéndice que son los recargos por impagos dentro de plazo y/o por otras cuestiones.

La burguesía, a través de los gobiernos de turno, usa a una parte del funcionariado público para exprimir aún más a la clase obrera. Sólo hay que ver el distinto tratamiento que le da a los grandes defraudadores fiscales, a los que en algunos casos les dan amnistías o con quienes negocian las regularizaciones de sus situaciones.

Nada que ver con la clase obrera.  Aquí no hay negociaciones ni amnistías. “Solve et repete” (paga y recurre); pero a veces, la mayor parte de las veces, ni siquiera se reciben las notificaciones en tiempo y forma. La primera noticia que tiene la clase trabajadora es el día que la empresa le comunica que le retienen una parte del salario porque tiene una deuda con los organismos públicos (aunque también hay embargos de entidades privadas; bancos y financieras se ponen las botas, pero no es el objeto de este artículo).

Desde la incorporación de España (el Reino de España que ahora hacen figurar en los nuevos DNI, los del bendito PSOE “republicano-monárquico”) a la Unión Europea, no hemos dejado de tener recortes en lo que se llamó estado del bienestar.

Desde la incorporación al Euro (€), la inflación no declarada no ha dejado de crecer, castigando severamente a la clase trabajadora. Desde aquella reconversión industrial (mandada por Europa) hasta los recortes en el Estatuto de los Trabajadores (mandados “posiblemente” por Europa), como ya se vio en algún otro artículo publicado en Unidad y Lucha, las masas obreras y populares han sido castigadas con mas y mas recortes.

Desde hace tiempo hablan de la inviabilidad de las pensiones, más concretamente del (Sistema Público de Pensiones ) la UE y sus lobbys se frotan las manos ante tan suculento pastel. Los gobiernos del PP y PSOE-UP jamás han explicado a donde ha ido el dinero de las pensiones, la famosa hucha.

Tampoco se habla de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a España hasta en 62 ocasiones los últimos 21 años por no respetar el derecho a un proceso justo. Sólo por este motivo, ni citar las veces que ha condenado a España por otros motivos. Ley Mordaza, Justicia parcializada, abusos bancarios, etc…ni siquiera se citan.

¡Cuántas veces hemos escuchado esa frase en boca de algún compañero o compañera de lucha, sindicalista o no, cuando se enfrenta a una injusticia en su empresa: a algún recorte en sus derechos laborales, o a alguna sanción en su centro de trabajo! Una expresión a veces impulsiva, que nace de lo individual, a veces de una manera desesperada o como rienda suelta a la frustración.

En el imaginario colectivo de mucha gente hacer una huelga es sinónimo de victoria, de cambiar las cosas a mejor para la plantilla, para la clase trabajadora. Y no deja de ser cierto, cuando se prepara y se organiza bien.

La historia de la humanidad nos da muchos ejemplos exitosos de huelgas. Se dice que la primera huelga documentada de la historia se produjo en el Egipto de los faraones hacia el 1166 a.C. E incluso que la NASA tuvo su propia huelga de astronautas en órbita en 1973.

En la clausura del XII Congreso de Comisiones Obreras, celebrado los días 21, 22 y 23 de octubre de este año, la Vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, intervenía expresando “… Ese compromiso con todas y todos ellos cristaliza en una decisión inalterable para este mismo año. La derogación de la reforma laboral del PP. Sí, vamos a derogar la reforma laboral. Y este es el mensaje que le quiero enviar a las personas trabajadoras de este país. Vamos a derogar la reforma laboral a pesar de todas las resistencias, que las hay, y son muchas…” Así de contundente y clara se expresaba la señora Díaz, como colofón a lo que ya venía manteniendo desde tiempo atrás, apoyándose en el acuerdo de coalición firmado entre el PSOE y Unidas Podemos en diciembre de 2019, y concretamente en el punto 1.3. de dicho acuerdo, titulado rimbombantemente: “Derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012”.

Triste título la de esta novela que es la vida de la clase trabajadora.

Cada año mueren en este país (sólo en este) más de 700 trabajadores en accidentes de trabajo. Es verdad que algunos son in itinere, pero no es menos cierto que el desplazamiento es el vértice de una sociedad que no garantiza el trabajo de sus ciudadanos, que se ven obligados a hacer cientos de kilómetros diarios para llegar al tajo.

Se califican como accidentes, pero un gran número de ellos son asesinatos, si aplicáramos la teoría penal  de la comisión por omisión. Omisión en las medidas de seguridad: menos coste, más beneficio; lo que el empresario se ahorra en seguridad redunda en mayor beneficio. Obvio.

Según los datos publicados por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, el estado español se encuentra entre un grupo de países donde se producen “más frecuentemente” casos de explotación laboral grave. Esta explotación laboral grave o severa, como dice esta organización, está generalizada en la UE en sectores como el agrícola, de la construcción, hotelero y servicios de catering y de trabajo doméstico, fundamentalmente. Siendo en España, además de los ya comentados, el sector forestal, la pesca y actividades de servicios alimentarios.

Hay momentos en la historia de la lucha de clases en los que un episodio, un colectivo, un pueblo, marca un antes y un después, un punto de inflexión. Todos y todas podemos pararnos ahora, hacer memoria y buscar esos momentos. Ejemplo;  Recientemente, la lucha de las 5000 limpiadoras de residencias de Bizkaia en 2018, que durante más de dos años acumularon 370 días de huelga.

En estos días se está dando una de esas luchas a las que me refiero. Se trata de la lucha de la plantilla de Tubacex.

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