Estimada ministra:

Nos dirigimos a Vd. como Comité Estatal de la Federación Sindical Mundial que, como debe saber, es la más antigua de las organizaciones sindicales mundiales de clase, fruto de la unidad del sindicalismo vencedor del capitalismo representado por el fascismo y sus correligionarios ideológicos y políticos.

Para poner fin a este despropósito que ralla lo criminal, la organización Union Syndicale Solidaires hizo un llamamiento el pasado 8 de abril para que se exigiese a Amazon (bajo pena de multa de más de 1 millón de euros por día) dejar de contratar personal en sus seis centros de trabajo en Francia y reducir su actividad al 10% para productos considerados esenciales, como ya se habían comprometieron en su momento a realizar. Esto hubiera permitido que las medidas de protección que se han ido promoviendo, surtiesen el efecto deseado. Pero eso no ha ocurrido al no implementarse las medidas y no llevarse a efecto el compromiso patronal. También se solicitó en otro procedimiento al juzgado de lo social de Nanterre que emitiese un dictamen (aún en proceso), para asistir a once empleados de los almacenes Lauwin-Planque y Saran que habían solicitado su derecho de desistimiento para dejar de trabajar a causa de la pandemia, a lo que la empresa respondió negándoles el pago del salario correspondiente.

Integrantes de la Unión Nacional de Enfermeras han protestado frente a la Casa Blanca por la falta de equipos de protección personal mientras luchan contra el coronavirus.

Se trata del mayor sindicato de enfermeras y enfermeros de EE.UU., (NNU, por sus siglas en inglés), que el pasado martes se concentraron frente a la Casa Blanca  para denunciar la desprotección que les rodea ante el brote del nuevo coronavirus, así como para llamar la atención sobre los miles de trabajadores y trabajadoras de la salud que se han infectado de este virus mortal a lo largo del país.

 

EL MENSAJE DE LOS MIGRANTES: “DAMOS DE COMER A LA GENTE, ¿POR QUÉ NO NOS TRATAN COMO SERES HUMANOS?”

Seidú Diop muestra las lamentables condiciones en las que viven en Lepe, Huelva, sus compañeros subsaharianos y magrebíes.

Llevamos un montón de años así, somos trabajadores agrícolas que estamos recogiendo la fruta roja», señaló el trabajador. Este joven senegalés vivió durante cuatro meses en uno de estos asentamientos. «Tuve un poco de suerte porque me salí de allí lo antes posible. Pero es muy difícil porque no hay vivienda», explica Seidú.

 

Por segunda vez Saint-Barthélemy escribe un capítulo en la lucha de clases. Este es un un barrio del norte de Marsella, donde los 77 empleados de un McDonald’s ya protagonizaron un capitulo de lucha contra la empresa transnacional en el año 2018, cuando iniciaron una huelga para evitar el cierre del establecimiento. Denunciaron que bajo la excusa de tener pérdidas, lo que se escondía era un intento de acabar con un establecimiento que era un foco de activismo sindical, puesto que según la plantilla el restaurante era viable.

 

Las trabajadoras de la salud en el Jacobi Medical Center de El Bronx, una de las zonas más castigadas por el Covid-19 en Nueva York, denuncian estar tratando a los pacientes sin la protección adecuada y en muy malas condiciones.

Un grupo de enfermeros estadounidenses en Nueva York protestan por la escasez de equipo médico y protección personal en hospitales del país.

Seguramente sin la crisis sanitaria actual seguiríamos mirando a otro lado pese a las denuncias de las trabajadoras de residencias de tercera edad y las de algunos colectivos de familiares. La gallina de los huevos de oro de un servicio público esencial se lo reparten empresas privadas. El accionariado mayoritario son fondos buitre como en VITALIA HOME propiedad del fondo británico CVC, ORPEA o DOMUSVI de fondos franceses o de inversores inmobiliarios en Ballesol, Sanitas o La Saleta. Esas empresas privadas acaparan el 85 por ciento de las plazas y centros disponibles y sus ingresos provienen mayoritariamente de fondos públicos a través de conciertos y concesiones.

 

Trabajan en la conocida como economía de las aplicaciones, llevan años circulando por nuestras ciudades y también denunciando sus condiciones de explotación.

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