Ilustración: Moro

La realización de la Feria Internacional del Libro de La Habana es una contundente muestra del valor que el Estado cubano le confiere al libro y la lectura. Con la premisa martiana ‘Leer es crecer’, la temática que nos convoca ‘Leer es construir identidad’, ratifica que, solo una lectura forjada desde la identidad cultural de una nación puede permitir a cada persona construir una cultura rica, solidaria y plena de opciones.

En la oferta de tres millones de libros físicos y dos mil libros digitales, se expresa la voluntad de un país para que su pueblo siga teniendo acceso a la lectura, como una fuente inagotable de conocimientos”, agregó Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro, quien comentó que entre las novedades de esta edición se encuentran las Aulas de Lectura, que funcionarán a lo largo del país, a las que asistirán alumnos y profesores. “Será un marco propicio para el intercambio y un impulso importante al Programa Nacional Por la Lectura”.

En toda Cuba se dispondrán de más de tres millones de ejemplares para el público, que también podrá adquirir sus libros digitales que se podrá descargar gratuitamente en sus presentaciones”, explicó Rodríguez Cabrera.

El directivo reconoció que en esta oportunidad seguirá existiendo una diferencia de precios entre los libros nacionales y los traídos del exterior. “Nunca el precio de un libro de un expositor extranjero se va a parecer a la subvención que el Estado cubano hace para que el libro siga llegando a la familia”, advirtió.

No obstante, señaló que habrá descargas gratis de libros digitales y, ante las limitaciones actuales, la Feria se acercará al barrio: “Este es el empeño de una nación que quiere demostrar al mundo que, a pesar de las dificultades, su fiesta del libro será una realidad. No faltará la entrega y estoy seguro de que nuestro pueblo nos acompañará en este importante evento cultural”, concluyó Juan Rodríguez Cabrera.

Es un icono del Pop que ha sobrevivido a la Era estelar del pop. Fundó una de las grandes bandas de la música electrónica a nivel internacional: Pink Floyd. Las obras míticas de The Wall o La cara oculta de la luna,  así como Whish you were here forman parte de la memoria vivencial de generaciones y generaciones.

Había sido vetado por Bolsonaro en Brasil, su compromiso antiimperialista se caracteriza por una gran firmeza y lealtad a las luchas de los pueblos, la denuncia del carácter  guerrerista de la OTAN y de Yankilandia.

Las giras son apoteósicas  por los continentes del mundo, sus conciertos se convierten en verdaderas mareas de un público entregado a su música desde México hasta Sudamérica. En la decadente Europa  se dio el caso de  la maniobra de cancelar el concierto en la pasada primavera en Francfurt por parte  de los dueños y accionistas de los derechos de la Messe Francfurt, que dieron instrucciones  en el Festhalle el pasado mes de mayo.

Representa una voz imprescindible  en la solidaridad con Palestina, continuamente el líder de Pink Floyd denuncia el muro que imponen los sionistas  a los palestinos, cientos de kilómetros de cemento en Cisjordania, valla eléctrica en Gaza, así como el muro en la frontera con México o el muro impuesto por la ocupación  marroquí en el Sáhara Occidental, privando de su tierra al pueblo saharaui.

Recientemente sus conciertos han sido verdaderos tsunamis  como el del pasado 17 de noviembre en Uruguay  con su puesta en escena  de  The bravery of being out of range. El fracaso del lobby israelí ha sido estrepitoso, memorable el escenario donde denuncia a  los presidentes yankis desde Reagan a Biden como criminales de guerra. Su voz retumbó también en las entrañas de la Argentina del demente prosionista Milei.

Miguel Ángel Rojas

Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.

Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.

En mayo de 1933, tres meses después de que el presidente Hindenburg nombrara a Hitler canciller de Alemania, las obras literarias de Bertolt Brecht fueron calcinadas en una hoguera  frente a la Ópera de Berlín. La suerte estaba echada para el gran dramaturgo alemán. Con la feroz represión nazi pisándoles los talones, Bertolt Brecht y su familia tuvieron que exiliarse en el extranjero. El renombrado intelectual cumplía con una de las mayores herejías de su tiempo: ser comunista. Y así sucedió el 28 de febrero de 1933, justo un día después del incendio del Reichstag por los nazis. Primero se dirigieron a Dinamarca, donde residieron cinco años, después se instalaron en Finlandia y, por último, de 1941 a 1947, vivieron en los Estados Unidos. Durante la estancia en los países nórdicos, Bertolt Brecht dedicó su producción teatral a algunas excelentes obras de lucha y combate. Fueron (y son) los casos ejemplares de Terror y miseria del III Reich y de Los fusiles de la Madre Carrar. En la primera pieza, estrenada en 1938, Brecht muestra y analiza la vida en la Alemania nazi de los años 1930.

Hay hombres que luchan un día y son buenos.

Hay otros que luchan un año y son mejores.

Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.

Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.

Estos versos incitando a la rebeldía permanente del bello y revolucionario poema Los que luchan, fueron escritos por Bertolt Brecht entre 1925 y 1928, y definen mejor que cientos de palabras el carácter apasionado de un escritor que pensó y escribió con un marcado tono revolucionario y social. En este sentido, a los 30 años, Brercht alcanzó el mayor éxito teatral de la República de Weimar (1918-1933) con La ópera de los tres centavos, una impactante obra en la que el orden burgués en el capitalismo es representado como una sociedad de delincuentes, prostitutas, vividores y mendigos. Una demoledora crítica marxista del capitalismo que levantó ampollas en las élites intelectuales germanas de la época, y en particular en los medios políticos más conservadores que no le perdonaron jamás tamaña audacia.

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