Una de las grandes interrogantes que la comunidad internacional se hace respecto a Israel es en cuanto a que, siendo un Estado pequeño, con solo 22 mil 145 kilómetros cuadrados de área total y una población de algo más de 8,2 millones de habitantes, ha sido capaz de imponer el terror, a sangre y fuego, en la región del Oriente Medio y en Palestina en particular.

Israel se considera un Estado invulnerable y siempre apuesta a la guerra.

En esta última agresión fascista el régimen sionista ha desatado la barbarie contra los palestinos, provocando miles de muertos y heridos y la destrucción masiva de la infraestructura incluyendo hospitales, guar­derías, escuelas —incluso las de la ONU— mezquitas y otros lugares sagrados, y cientos de miles de viviendas.

Pero la realidad es que Israel es la punta de lanza de los distintos go­biernos norteamericanos —demócratas y republicanos— en la región del Oriente Medio, y como tal Es­tados Unidos le garantiza toda la ayuda económica, militar y diplomática que lo hace un sistema arrogante, sin freno, desafiante ante los re­clamos internacionales, y dispuesto —co­mo lo ha demostrado— a alcanzar su objetivo de hacer desaparecer de la faz de la tierra a los palestinos, aunque para ello tenga que masacrarlos.

Su arma fundamental es el sostén militar que recibe desde Washing­ton, incluidas las más de 200 ojivas nu­cleares, reservadas para una posible extensión del conflicto allende los mares.

Recordemos que Israel, en más de una oportunidad, ha amenazado a Irán con hacer uso de su armamento nuclear para destruir a la república islámica. Cuando esa amenaza se ha producido, Estados Unidos ha enviado con urgencia a sus funcionarios a Tel Aviv y con el apoyo de un poder me­diático de gran envergadura, ha mostrado al mundo una u otra administración norteamericana me­dia­dora para que “la sangre no llegue al río”.

Ahora bien, cómo Estados Uni­dos ayuda al sanguinario régimen sionista.

Datos del Pentágono registran una ayuda en asistencia militar que supera los 121 mil millones de dólares salidos del bolsillo de los contribuyentes. Un acuerdo rubricado en el 2007 preveía un aporte de Washington de otros 30 mil millones para el periodo 2009-2018, y, hasta abril del presente año ya el gobierno sionista había recibido 704 millones, empleados en la adquisición de tecnología militar norteamericana como el conocido “Domo de hierro”, sofisticado sistema antimisiles.

No obstante, al gobierno de Ben­jamín Netanyahu todo le parece poco y por eso, ante la última de sus fechorías en Gaza, el inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, no titubeó en aprobar 225 millones de dólares de ayuda militar para usar en el mantenimiento del citado escudo antimisiles; contribución igualmente refrendada por el Congreso sin oposición alguna.

Resulta vergonzoso que el día que se hacía efectiva esta nueva ayuda militar, la cantidad de niños masacrados por la metralla israelí en Gaza superaba la cifra de 300.

Como si fuera poco, por estos días la Cámara de Representantes de Es­tados Unidos, ha aprobado la Ley de Autorización de Defensa Nacio­nal para el 2015, que incluye la entrega de más de 600 millones de dólares en ayuda militar a Israel, informa el portal digital Antiwar.

En este reparto de tanta plata, por supuesto, la ganancia mayor es para las empresas militares estadounidenses —privadas y federales—. Así, por ejemplo, el Domo de hierro fue diseñado por la compañía Rafael Advanced Defense System LTD, una firma privada con vínculos muy cercanos a las fuerzas armadas israelíes que construye sistemas de defensa aéreos, marítimos y terrestres.

Cada batería de este escudo tiene además un costo de instalación de 50 millones de dólares, mientras cada misil interceptor Tamir cuesta unos 60 mil dólares.

“No hay ningún país en el mundo que apoye más la seguridad de Israel que Estados Unidos, y esto se evidencia en la cantidad de dinero que le damos al Domo de hierro”, dijo al respecto la portavoz del Departa­mento de Estado, Jen Psaki, precisa un despacho de la BBC.

La citada agencia de prensa señala que el objetivo norteamericano al dar esos recursos y apoyar especialmente el Escudo antimisiles, es asegurarse de que ese país mantenga lo que se conoce como una “Ventaja Militar Cualitativa”, es decir, que pue­da compensar su pequeñez geográfica y poblacional con mejores equipos y entrenamiento.

Según un informe del Servicio de Investigaciones del Congreso sobre el tema, la asistencia militar estadounidense ha contribuido a convertir a las fuerzas armadas de Israel en una de las “más sofisticadas a nivel tecnológico del mundo”.

Por su parte, Stephen Walt, un conocido profesor de la Universidad de Harvard y coautor de un libro sobre el lobby israelí en Washington, comentó que la política de Estados Unidos respecto a Israel es “inmoral” e “impotente” y se refirió específicamente a la ayuda militar que entrega a su aliado.

Queda claro entonces el por qué Israel apuesta por la guerra: Estados Unidos es su sostén financiero y militar y el tema palestino solo quedará resuelto el día que alguien a la cabeza de la administración norteamericana, obligue a Israel a cumplir con la demanda de la comunidad internacional y que cese el genocidio.

Elson Concepción Pérez


Artículo extraído de la web del Granma

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