Se nos quiere hacer creer que lo mejor que nos podía pasar era estar en la Unión Europea, porque así, entre otros derechos, podríamos circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros. Pero, en realidad, las normas europeas establecen otra regla que consiste en que para residir en el territorio de otro Estado miembro por un período superior a tres meses hay que disponer, para sí y para los miembros de la familia, de recursos suficientes, así como de un seguro de enfermedad que cubra todos los riesgos en el Estado miembro de acogida.
Y, una vez más, la seguridad jurídica, de la que presume la burguesía, desaparece para plantear dificultades en el reconocimiento de nuestros derechos, porque ¿alguien sabe determinar el importe correspondiente a lo que son "recursos suficientes"?
En cualquier caso, dicho importe no superará el nivel de la pensión mínima de seguridad social pagada por el Estado miembro de acogida. Otro problema: ese importe no es igual en todos los estados de la Unión. Y surge otro problema: ¿cuál es el concepto de "residencia"? Para la Seguridad Social la respuesta es sencilla: será el lugar en que una persona reside habitualmente. Pero las normas de seguridad social no se aplican ni a la asistencia social ni a la asistencia sanitaria. Por lo tanto, para que se conceda la atención médica o farmacéutica en un Estado miembro se tiene que entender algo diferente, a lo que entiende la seguridad social, porque la existencia del derecho de residencia está supeditada a la exigencia de que se disponga de recursos económicos suficientes; o sea, que no basta con residir en ese lugar. Este requisito parte de la idea de que el ejercicio del derecho de residencia se subordina a los intereses legítimos de los Estados miembros.
Por eso, las normas de seguridad social, como el Reglamento comunitario nº 883/2004, pretenden garantizar el mantenimiento del derecho a determinadas prestaciones de seguridad social concedidas por su Estado miembro de origen. En cambio, la Directiva europea 2004/38 permite al Estado miembro de acogida que imponga restricciones legítimas por lo que respecta a la concesión de prestaciones sociales a fin de que no se conviertan en una carga excesiva para el sistema de asistencia social de dicho Estado miembro.
Y, surgen más problemas, recientemente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha estudiado el caso de una mujer que sufría una dolencia cardíaca, para la que necesitaba una intervención quirúrgica, que decidió acudir a otro Estado al considerar que las condiciones materiales de la sanidad en su país no eran las satisfactorias, por falta de medicamentos y de material sanitario. El Tribunal resuelve que la imposibilidad de dispensar la asistencia médica debe apreciarse en el conjunto de hospitales del Estado miembro antes de permitir que se reciba en otro Estado.
Siguiendo esta doctrina del Tribunal europeo, hay que preguntarse, sin salir del territorio del estado español, qué pasa cuando a un pensionista (o a sus familiares) no le pueden atender en la asistencia sanitaria de aquélla en la que reside: que habrá que investigar si existe la posibilidad de recibirla en alguna de las restantes comunidades autónomas y cuando ya se sepa con seguridad que no se puede prestar la asistencia sanitaria que necesita en ninguna de las 17 comunidades autónomas, entonces ya podrá acudir a otro estado miembro de la Unión Europea
Resumiendo, que en la Unión Europea lo que se permite es la libre circulación de la mano de obra, y cuánto más barata mejor, pero ¿qué pasa entonces con los derechos de los pensionistas? Que si carecen de recursos económicos suficientes deben quedarse donde están y no ir a curar sus dolencias a otro Estado. Que el concepto de solidaridad está limitado a las disponibilidades económicas de sus arcas.
Los que nos quieren hacer creer qué bueno es estar en la Unión Europea son los mismos que defienden el capitalismo, la obtención del beneficio económico, sea como sea, aunque sea a costa de nuestra salud.
De ahí que nuestro lema sea claro y contundente: SALIDA DE LA UE, contra la dictadura de los monopolios, todo para la clase obrera. ¡O ELLOS O NOSOTROS!
Ignacio Pastor