La ideología capitalista y patriarcal dominante justifica la discriminación laboral de la mujer en el ideal del “salario familiar”, planteando que si el sueldo del hombre equivale al necesario para toda la familia, el de la mujer es “complementario”. Esta desvalorización pretende justificar que los sueldos de las mujeres sean más bajos, incluso en el mismo puesto de trabajo y dificulta el acceso a puestos de “responsabilidad”.

El capitalismo ha utilizado al ejército femenino de reserva en momentos de crisis y guerras, ahora hace lo mismo. Desaparecen el trabajo indefinido y los sueldos por encima del Sueldo Mínimo Interprofesional - unos derechos adquiridos como fruto de las luchas obreras – y aumenta el trabajo que ocupan mayoritariamente las mujeres: trabajo temporal, a tiempo parcial y con sueldos de miseria.

En las situaciones de crisis, como la actual, se destruye trabajo en el sector industrial y se crean en el sector servicios. Si una mayor industrialización conlleva un incremento de ocupación masculina, una “terciarización” de la economía, con mayor precarización de los puestos de trabajo, aumenta las posibilidades de que la incorporación de la mujer al mercado laboral se produzca en condiciones de sobreexplotación

Una de las formas que tiene el gran capital para mantener su tasa de ganancia es disminuir los salarios en trabajos que no puede deslocalizar. En la negociación, con amenaza del cierre total, los trabajadores y trabajadoras aceptan bajar sus sueldos y empeorar sus condiciones laborales. Pero los servicios no se pueden deslocalizar, en la hostelería, trabajo doméstico, limpieza, comercio, etc, se utilizan los trabajadores y las trabajadoras precarizadas, inmigradas y regularizadas sin contrato.

Con el paro estructural, la pobreza está invadiendo la clase trabajadora, muchas familias dependen del sueldo miserable de las mujeres. Las familias con una mujer al frente o que viven de una pensión han pasado a engordar las bolsas de pobreza. Además, las jornadas interminables de muchas de ellas que se esfuerzan en llevar a casa un sueldo, repercuten en su salud.

La brecha en Europa es el 16,4%: las mujeres trabajan "de manera gratuita" 59 días más, hasta situarse en el mismo nivel salarial que los hombres. En España, los hombres en puestos de salario alto ganan entre un 15% y 20% más mientras que en los niveles menos cualificados, el porcentaje de desigualdad asciende a entre un 25% y un 35%.

La atención a las cargas domésticas condiciona que aceptemos jornadas a tiempo parcial, contratos temporales y a menudo la inestabilidad y el alejamiento del mercado laboral por la maternidad o la atención a personas dependientes.

Muchas de las medidas que se proponen para favorecer la igualdad de género están enfocadas a facilitar servicios públicos y son inviables en la actual fase de desarrollo del capitalismo: cuidado a la infancia durante la jornada laboral, favorecer la integración de personas con discapacidad y enfermedades crónicas, etc, pero estas medidas reformistas no erradican la desigualdad y los estereotipos de género que imponen el patriarcado y el capitalismo. Los y las comunistas luchamos por la erradicación de la discriminación en sí misma. De una forma radical y revolucionaria.

Tatiana Delgado.

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