Los trágicos sucesos ocurridos hace unas semanas en la ciudad francesa de Calais, concretamente en un lugar llamado La Jungla, en el que se hacinan miles de inmigrantes procedentes de países esquilmados por el imperialismo y donde, cuando escribo estas líneas, ya han perecido 9 de ellos intentando atravesar el canal de la Mancha, me han hecho pensar en el bello e interesante filme Welcomedel cineasta galo Philippe Lioret (París, 1955).

En esta película de 2009, después que su director y guionista realizara un intenso trabajo de información en el seno de la inmigración clandestina presente en Calais, se cuenta la emotiva historia de Bilal, un joven kurdo de 17 años, que atraviesa Oriente Próximo y Europa para reunirse con su novia Mina recién emigrada a Inglaterra. El problema se complica cuando la policía francesa lo detiene y le impide cruzar el codiciado canal. Entonces Bilal decide cruzarlo a nado. Con ese fin y con la ayuda del profesor de natación Simon (excelente Vincent Lindon), que su mujer ha abandonado, el joven inmigrante kurdo empieza a entrenarse en una piscina municipal. De ese encuentro y, sobre todo de la vitalidad de Bilal, naceráuna profunda amistad entre los dos hombres, despertando en Simon lo que  él creía caduco: su combate por recuperar el amor de su mujer y la toma de conciencia de la injusta situación en la que viven los más humildes. Ocasión idónea para que Philippe Lioret, de manera sutil pero certera, ajuste algunas cuentas con la justicia, la policía y la sociedad francesa. Responsables, en el caso que cuenta el filme, de los cadáveres que quedan en el camino y de muchos corazones rotos.

Un cine social

Por otra parte, aunque la película se mantiene en un plano más bien personal que político, es decir sin buscar las causas que provocan tamaña tragedia, no es óbice para que el cineasta parisino ponga rostros a la misma, la denuncie sin paliativo y dignifique a quienes la padecen. Propósitos ya expuestos en su no menos lograda En tránsito(1993), película sobre la estancia real durante varios años de un refugiado iraníen la terminal del aeropuerto Charles De Gaulle de París. El aliciente en esta ocasión reside en que el filme, entre documental y ficción, fue apoyado por asociaciones y organizaciones de solidaridad con los inmigrantes clandestinos  presentes en Calais, quienes consideraron que una obra cinematográfica como Welcomepodía facilitar la comprensión de uno de los dramas más lacerantes en la actualidad. El de miles de inmigrantes que prefieren arriesgar sus vidas, para vivir mejor, a permanecer en sus países de origen saqueados por el neocolonialismo y el imperialismo.

En definitiva, una película que se inscribe en la línea del cine social francés que se produce actualmente y que con éxito practican también, entre otros, directores como Stéphane Brizé (La ley del mercado, 2015)  o Jacques Audiard (Un profeta, 2009). Una generación de cineastas que emula al mejor cine de la Nueva Olafrancesa de los años 1960 y que es envidia cochina de no pocas cinematografías del mundo.

Rosebud

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