Hay películas que de no existir deberían llevarse a cabo por decreto-ley. La que voy a comentar creo que es una de ellas. Que ¿por qué?, pues por la dignidad en la que reposa la historia y por su aleccionador contenido político. ¿Que exagero para que la vean? Pasen entonces, lean y juzguen ustedes mismos.

 

En marzo de 1984 el Consejo Nacional para el Carbón, el organismo público encargado de la gestión de las minas nacionalizadas desde 1947 en Inglaterra, anuncia el cierre de 20 de ellas y el consiguiente despido de más de 20.000 mineros. Acto seguido el Sindicato Nacional de Mineros (en inglés: National Union of Mineworkers o NUM), uno de los sindicatos más fuertes y combativos de Gran Bretaña, llama a la huelga nacional indefinida el 12 de marzo. Tras una lucha titánica de más de 50 semanas - no exenta de errores tácticos - la huelga de los mineros se salda, frente a la férrea oposición de Margaret Thatcher, con una derrota, tres muertos y 11.000 arrestos. Pese a ello, los mineros en lucha consideraron como victorias dos cosas: el apoyo internacional recibido durante todo el tiempo que duró la huelga y la solidaridad activa de toda la clase trabajadora británica. Insisto, de toda ella. Y es aquí donde, basándose en hechos reales, Matthew Warchus (Rochester, 1966) construye su estimable película. Es decir, en narrarnos, de una manera honesta, sencilla y divertida, el respaldo incondicional dado por un grupo de Gays y Lesbianas de Londres a la lucha de los mineros y sus familias en un pueblo pequeño de Gales. Un asunto, el de la homosexualidad, que en aquellos años (¿hoy no?) levantaba ampollas en la sociedad británica. Y como se aprecia en la película, también en el seno de los huelguistas, hostiles, desde el primer encuentro, a aceptar su generosa solidaridad. Será sólo con la lucha conjunta, y la comprensión recíproca de que son dos comunidades reprimidas y marginadas por el mismo sistema, que se harán trizas prejuicios y tabúes.

Cine social

Técnicamente la película está bien estructurada, goza de buen ritmo y tiene una interpretación coral excelente, y, aunque en algunos momentos ciertos tópicos obstaculizan la verosimilitud del relato, ello no es óbice para emocionarnos con secuencias como la que tiene lugar durante la manifestación de mineros y homosexuales, unidos contra el mismo enemigo de clase. Una película pues que se inscribe en el interesante cine social hecho en Inglaterra en los últimos tiempos. En línea directa con “En un mundo libre” de Ken Loach o con “Tocando al viento” de Mark Herman. Producciones cinematográficas que al igual que Pride tienen el mérito de mostrar los estragos sociales ocasionados por el capitalismo en su marcha desesperada por la obtención del máximo beneficio, al tiempo que dejan constancia igualmente de hechos históricos que de no ser por el cine, entendido éste en su acepción más honorable, irían a parar a las calendas griegas. Por tanto, cine popular tan necesario como respirar.

Rosebud

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