Hoy quisiera escribir algo sobre un documental que debiera ser materia educativa en la Enseñanza española. Por diversas razones: por su calidad cinematográfica, por su valor ético y pedagógico, pero fundamentalmente por recoger en el celuloide un acontecimiento verídico, que tiene como objetivo primordial combatir, con fuerza y convicción militantes, el alzhéimer arraigado en nuestra vilipendiada memoria histórica. Me refiero a “Llach, la revolta permanent”, una película realizada, en 2006, por el director de cine y guionista catalán Lluís Danés. Un filme que narra con emoción y desgarro los sucesos ocurridos en Vitoria el 3 de marzo de 1976, en los que, pocos meses después de la muerte del dictador Francisco Franco y en plena Transición política, fueron asesinados cinco trabajadores por la Policía Armada, y más de cien de ellos heridos de bala. Hace ahora 40 años.

A tiro limpio.

Durante el mes de enero de 1976, unos seis mil trabajadores iniciaban una huelga en contra del Decreto de topes salariales y en defensa de mejores condiciones de trabajo. Dos meses después convocaban, por tercera vez, una Huelga general que fue masivamente seguida el día 3 de marzo. Desde la madrugada la tensión se podía palpar. Los obreros dispuestos a exigir sus reivindicaciones en plena calle y la policía preparada para acallarlas a cualquier precio. Los primeros enfrentamientos tuvieron lugar sobre las diez de la mañana. A las trece horas los choques ya fueron de gran virulencia. Sobre las cinco y media de la tarde la policía rodeó la Iglesia de San Francisco, en Vitoria, en la que estaba previsto realizar una asamblea de trabajadores. Después de conminar al desalojo, “los grises” empezaron a lanzar botes de humo y gases lacrimógenos al interior del templo creando, entre la gente que lo abarrotaba, indignación y pánico. Medio asfixiados y con pañuelos en la boca, los primeros obreros en salir por los flancos de la iglesia fueron apaleados brutalmente; los que, un poco más tarde, salieron por la puerta principal fueron acribillados a tiro limpio por orden expresa de quienes son considerados hoy sus máximos responsables políticos: Manuel Fraga Iribarne (ministro de Gobernación), Alfonso Osorio (ministro de Presidencia) y Rodolfo Martín Villa (ministro de Relaciones Sindicales), estos últimos reclamados en la actualidad por la justicia argentina, y según ella, merecedores, por estos hechos, de “reclusión a perpetuidad”.

Contra el olvido.

La misma noche de aquel 3 de marzo, Lluís Llach empezó a escribir la canción “Campanades a morts”, en homenaje a Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar Clemente, Romualdo Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido Pereda, los cinco jóvenes obreros asesinados por las balas de un régimen que desaparecía matando. Pues bien, de ese “acto de terror de Estado”, como lo calificó LLuis Llach cuando presentó su estremecedora canción en el homenaje organizado en el pabellón Fernando Buesa de Vitoria durante el XXX aniversario de la matanza, y que el documental recoge, trata “Llach, la revolta permanent”. Con sobriedad y respeto por las víctimas y sus familiares, quienes nos cuentan indignados lo sucedido, pero igualmente con la emotividad y contundencia suficientes como para hacernos levantar los puños contra la impunidad y el olvido.

Rosebud

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