Los Partidos del orden burgués no cambiarán nada en beneficio del pueblo

Las Elecciones del 26-J son un territorio nuevo en la política española. Poco más de seis meses después de las últimas Generales, se vuelve a llamar a la población a las urnas porque no ha habido manera de que se formase un Gobierno estable con los números que salieron del 20-D.

 

Según las simpatías y las fobias de cada persona, va calando la idea de que tal o cual Partido político tiene más responsabilidad, de que fulanito lo único que quería era aparentar ser dialogante, mientras que menganito lo dio todo por un pacto que finalmente no fue suficiente, y toda una serie de argumentos que vienen elaborados desde las sedes de los propios Partidos o desde la redacción de los medios de comunicación burgueses.

No obstante, lo que es cierto es que ya hemos visto cómo operan los nuevos y los viejos políticos. Las pruebas están ahí y únicamente hace falta la voluntad de echarles un vistazo, de atender a los hechos sin que nos cieguen los falsos dilemas que nos impone el discurso político burgués.

El Partido Popular, tras llevar a cabo los recortes más brutales de las últimas décadas, ha demostrado, por la vía de los hechos, que gobierna, principalmente, para los sectores más acomodados y conservadores de la sociedad, oponiéndose al aborto, diciéndoles a las personas paradas “que se jodan”, eliminando derechos democráticos a través de la Ley Mordaza o priorizando sistemáticamente a las entidades de capital privado que quieren hacer negocio con los servicios públicos como la sanidad o la educación.

Por si esto no fuera suficiente, el PP está totalmente salpicado por casos de corrupción; la corrupción que es expresión de la decadencia del capitalismo español. El Partido de los sobres, cuyos líderes se han permitido dar lecciones, incluso morales, a la población que sufría los recortes, mientras ellos ingresaban en “b” ingentes cantidades en dinero de dudosa procedencia. “Gobernando para ellos y sus amigos” sería un buen lema para el PP.

Por su parte, el PSOE es bien conocido por la clase obrera española. Quienes primero utilizaron el “cambio” para hacer que lo esencial siguiera igual, que quienes tenían el poder económico, a finales de los 70, lo mantuviesen a pesar de haber cambiado la formalidad del régimen político. Los que nos metieron en la OTAN y la UE, los que dirigieron la destrucción de sectores enteros de la industria española y privatizaron casi todo el sector público para beneficiar a su entorno. Pedro Sánchez intenta embaucar de nuevo a la población con un discurso adaptado a los tiempos, pero similar al que llevó a Felipe González a la Moncloa en el 82, si no fuera porque le ha salido un duro competidor en Pablo Iglesias. Quién lo iba a decir.

Ciertamente, el bipartidismo de los últimos 30 años tiene muchas similitudes con el “turnismo” de finales del siglo XIX y comienzos del XX: dos Partidos alternándose en el Gobierno y con oscuros acuerdos tendentes a garantizar esa “estabilidad”, que sólo significa que no haya alteraciones en las relaciones de dominio del poder económico sobre el político. Pero es irónico que quien esté en disposición de romper el nuevo “turnismo” de PP y PSOE sea otro Pablo Iglesias, que recupera el discurso socialdemócrata para superar a los viejos socialdemócratas que ya no son más que liberales pseudoprogres.

El problema de la socialdemocracia es que también la conocemos, también sabemos por qué caminos acaba llevando, que no son otros que la aceptación de las reglas de juego impuestas y, si es el caso, ciertos toques sociales para contener posibles estallidos sociales cuando el capitalismo muestra su verdadero rostro. A un año de las Elecciones autonómicas y municipales, se puede comprobar que los ayuntamientos gobernados por Podemos y afines siguen más o menos igual, aunque haya que reconocerles que quizás ya no se robe a manos llenas. Esto está muy bien, pero no es suficiente ni resuelve nada en el fondo, porque se trabaja con la idea de que el sistema político es reformable, pero la base económica es inalterable.

¡Ojo!, aquí nadie ha descubierto la pólvora. Unidos Podemos pretende limitarse a practicar lo mismo que IU viene haciendo desde que se transformó en muleta del PSOE, si bien ahora quizás el PSOE acabe siendo muleta suya. Puede cambiar la posición relativa de cada uno, pero no el marco en el que sus relaciones se producen. Quienes hace no mucho afirmaban que querían romper el tablero, ahora se conforman con mantener el tablero, pero tener más peones que el contrincante.

¿Y qué decir de Ciudadanos? Ya los conocemos. Valen para pactar con el PP o con el PSOE, sin mayores problemas, porque buena parte de sus dirigentes vienen rebotados de uno o de otro. Pero con un discurso basado en el sentido común más reaccionario, que pretende conectar con una población bombardeada de discursos simples y verdades a medias.

Hemos visto cómo son todos ellos, hemos visto dónde están sus prioridades. Como trabajador o trabajadora, ¿sus prioridades son las tuyas?

Á.G.

uyl_logo40a.png