Podemos e IU acuerdan un programa común de cincuenta puntos. Han levantado banderas que tratan de ilusionar a amplios sectores populares, pero ¿son realistas estas esperanzas? El PCPE ha expuesto reiteradamente sus diferencias con las estrategias y tácticas de estas formaciones, por lo que nos ceñiremos a realizar un análisis breve del programa electoral. Veamos…

¿Democracia económica?

Pretencioso título para un catálogo de medidas que ni siquiera rozan los pilares del sistema. Plantean un ambiguo cambio de modelo productivo, con más inversión en I+D+I e Industria. Una reindustrialización en términos capitalistas: apostar por ramas industriales en función del mercado internacional, primando el negocio sobre las necesidades del país; nada de nacionalizaciones, ni siquiera reindustrialización estatalizada. La inversión pública se limita a infraestructuras que faciliten al capital privado desarrollarse en esta línea. Así, reorientan al capital español, reduciendo la dependencia del sector servicios, para posicionarlo mejor en la competencia con otros monopolios.

Respetan la titularidad privada de la producción energética (menos las hidroeléctricas cuyas concesiones caduquen), tratando de limitar sus prácticas más sangrantes. El cambio hacia energías renovables que proponen se mantiene, estrictamente, en parámetros capitalistas.

No privatizar la banca rescatada, pero defendiendo que la inmensa mayoría del sector financiero siga siendo privado. Su fin principal sería la financiación a empresas privadas, desde la banca pública, para el cambio de modelo productivo que proponen. Se vinculan estas medidas a una renegociación con la UE.

Se asumen recortes importantes del gasto público, aumentándolo en sanidad, educación, y protección social… si la UE lo permite.

Se refuerza la negociación colectiva y derogan las dos últimas reformas laborales, pero la indemnización por despido queda según la reforma del PSOE. Defienden un nuevo Estatuto de los Trabajadores, con medidas dispares. El salario mínimo llegaría a 900 euros en 2019, menos de lo recogido por ambos Partidos en programas anteriores. Ninguna referencia a jornada de 35 horas, edad de jubilación, siniestralidad…

¿Democracia social?

En la catastrófica situación que vivimos, mejorar lo existente es fácil, pero son pocas las propuestas de calado para las clases populares, siempre condicionadas a la UE.

En sanidad y educación, el aumento presupuestario depende de la benevolencia de la UE, al igual que la “renta complementaria” que, al no ser planteada como Protección por desempleo, puede profundizar la situación de salarios de miseria, complementados con dinero público.

Plantean la derogación de la LOMCE y el rechazo al 3+2. Poco serio parece el acabar con los conciertos progresivamente, mediante “integración voluntaria” de Centros concertados. En sanidad, defienden su carácter público, sin concretar. Nada se dice de nacionalizaciones, precariedad del personal, gestión directa en materia de salud laboral, etc. En dependencia, apuestan por un modelo 100% público “siempre que se pueda” (sic), y un aumento del gasto claramente insuficiente.

Garantizarían unos mínimos de agua y energía, mediante tarifas reducidas, así como medidas contra los desahucios. No se cuestiona la gestión y titularidad de los recursos básicos; las viviendas en manos del Sareb conformarían un parque público de vivienda en alquiler, pero no se tocan las viviendas en manos de la banca privada.

Pensiones vinculadas al IPC. Pensión mínima igual al salario mínimo, que seguiría siendo bajo. Revisarían la reducciones de las cotizaciones empresariales, pero no demasiado, porque también refuerzan el sistema vía impuestos.

En igualdad de género, las medidas de conciliación, corresponsabilidad y contra la discriminación laboral son débiles, destacando sólo el permiso de paternidad.

¿Democracia política?

El programa recoge una serie de medidas que podrían calificarse de “buen gobierno”: cierre de puertas giratorias, incompatibilidades de cargos públicos, rebaja de retribuciones de miembros electos, eliminación de las “pensiones de oro”, mayor transparencia en la financiación de Partidos, en la contratación pública, reforma de la Ley de Transparencia, etc.

Defienden un referéndum revocatorio a mitad de mandato por incumplimiento de programa, una reforma del sistema electoral en claves de proporcionalidad, la derogación de la Ley Mordaza, mejorar a iniciativa legislativa popular, y abrir un debate sobre el “derecho a decidir”, buscando salida al encaje de Cataluña en España mediante un referéndum por la vía del artículo 92 de la Constitución; junto a otras medidas en clave municipalista y de reforma del marco de financiación autonómica, acceso a la justicia, etc.

Todo ello apuntando a la apertura de un debate ciudadano sobre un cambio constitucional, tras la convocatoria de un referéndum consultivo recurriendo, de nuevo, a la vía del artículo 92 de la Constitución. En ningún momento se cuestiona el poder capitalista, ni se propone alternativa alguna, el cambio se limita a una serie de medidas que pretenden reformar la democracia burguesa sin cuestionar la dictadura capitalista.

¿Democracia ambiental?

No se cuestiona el consumismo, pilar del capitalismo. La protección medioambiental sigue siendo secundaria, subordinada al beneficio empresarial.

Se refuerza el reciclaje, pero al no cuestionar los patrones de producción capitalista, no se hace referencia a obsolescencia programada, adecuación entre producción y consumo dentro de una planificación, soberanía energética, etc.

La lucha contra el cambio climático tropieza en la misma piedra: como la producción continúa en manos privadas, solo queda incentivarles vía impuestos para que contaminar no sea rentable. Si cuadran los números, se sigue contaminando.

La Ley de Aguas pretende parar las privatizaciones, pero no la reversión de lo ya privatizado, ni dice qué hacer con las empresas españolas que explotan este bien en terceros países. Nada hace pensar que la “toma de decisiones participativa” tenga algo que ver ni remotamente con el control obrero.

Plantean una nueva Política Agraria Común, que permita avanzar en soberanía alimentaria, defensa del pequeño agricultor…, fiándolo todo a la negociación con la UE.

¿Democracia europea e internacional?

El mismo reformismo que se propone respecto al Estado español se traslada a una genérica propuesta de reforma de la Unión Europea: democratización de la toma de decisiones en la Eurozona y del Banco Central Europeo, reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (flexibilizando objetivos), armonización fiscal, emisión de Eurobonos y reestructuración de la deuda por la vía de su mutualización. No se cuestiona la Unión Europea ni la pertenencia de España a la misma, sino que se propone su reforma para que tengan un mejor encaje sus propuestas de gestión socialdemócrata.

El programa recoge la oposición al Tratado Transatlántico sobre Comercio e Inversiones (TTIP) y al Tratado de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y Canadá, sin explicar el tipo de arquitectura internacional que se propone y, por tanto, como una medida dirigida realmente a mejorar la posición de las grandes empresas europeas en el contexto internacional.

Se propone facilitar el derecho al voto de los españoles emigrados, Tarjeta sanitaria europea y reconocimiento de subsidio de desempleo y facilitación de acceso a la vivienda en lo que se denomina “plan de retorno”. Respecto a la población inmigrante, el cese de las devoluciones ilegales y facilitar el procedimiento de refugio, el derecho de asilo y la concesión de visados humanitarios, proponiendo el cierre de los CIE, sin plantear expresamente la derogación de la Ley de Extranjería.

Se contraen dos compromisos concretos en política internacional: con la libre determinación del Sáhara Occidental y con el reconocimiento del Estado Palestino por parte de España y la UE; para finalizar con un compromiso de ayuda al desarrollo del 0,7% de la Renta Nacional Bruta.

Ni una palabra sobre la participación de militares españoles en misiones internacionales de guerra, ni sobre la pertenencia de España a la OTAN, sobre su implicación en el Escudo Antimisiles, sobre las Bases militares norteamericanas en suelo español, etc. Tampoco hay compromiso alguno en la lucha contras el fin del bloqueo económico y comercial estadounidense a Cuba o contra la Posición Común de la Unión Europea. Ni una palabra de solidaridad con los pueblos de América Latina. Nada.

Conclusión.

Aunque incluye algunas medidas comúnmente aceptadas en el campo popular, parece una versión descafeinada de lo defendido anteriormente por ambas formaciones, sentando unas bases “sensatas” para la futura negociación postelectoral con fuerzas como PSOE y Ciudadanos. Un programa netamente socialdemócrata, y no de los más firmes, que adolece de indefinición en aspectos clave, y cuyas medidas de mayor calado dependen de una renegociación con la UE. Sin romper con esa estructura, y sin que explique cómo van a “convencer al lobo para que sea vegetariano”, no parece que vayan a tener un mejor futuro que las de Syriza en Grecia.

Muchas de las medidas que se proponen van dirigidas a conectar con las amplias luchas sociales desarrolladas en los últimos años, pero se hacen depender de una ilusoria reforma fiscal que no tiene en cuenta la exigencia europea de recorte de 8000 millones durante los próximos dos años, igual de ilusorio resulta el hacer depender casi todo de una negociación con la UE. Se confirman punto a punto los análisis defendidos por el PCPE sobre el papel de la nueva socialdemocracia.

Muchas y muchos militantes de esas formaciones son perfectamente conscientes de que no hay democracia económica, política, social, medioambiental, europea o internacional, en el marco del capitalismo. Y plantear lo contrario no es plantear un cambio, sino un engaño consciente o una ingenuidad imperdonable. ¿Qué van hacer ante la imposición de un programa socialdemócrata que ni siquiera recoge las reivindicaciones por las que han luchado muchos años? ¿De verdad renunciarán a planteamientos tan básicos como la salida de la OTAN o el cuestionamiento de la Monarquía? De ellos y ellas depende.

J. A. Perles y R.M.T.

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