André Malraux, novelista, aventurero y político francés nacido en Francia en 1901 en el seno de una familia acomodada, fue un personaje característico de la cultura francesa de la primera mitad del siglo XX en el que convergieron los elementos novelados del escritor, su compromiso político por la libertad y su deseo irrefrenable de aventura.

Con esas premisas, y después de coquetear con la flor y nata de la vanguardia intelectual gala del momento, entre otros André Breton, Louis Aragon, Paul Elouard y André Gide, Malraux participó en las luchas anticoloniales en el sudeste asiático, y en especial en la guerra civil china (1927-1949), tomando partido por los comunistas en su combate contra el imperialismo europeo y los nacionalistas de Chiang Kai-shek, y dejando de todo ello un testimonio imperecedero: La condición humana, una de sus mejores novelas publicada en 1933.

Tres años después, en agosto de 1936, André Malraux, militante ya del Partido Comunista Francés, viajó a España como presidente del Comité mundial contra la guerra y el fascismo, poniéndose al servicio de la II República española ultrajada por el golpe de estado franquista. Inmediatamente, y gracias a sus conocimientos en aviación, organiza la formación de la escuadrilla España y, entre 1936 y 1937, escribe una nueva novela: L’Espoir (La esperanza) sobre la odisea republicana. La idea era la de presentar el libro en los países occidentales para denunciar el fascismo español y solicitar ayuda económica y militar para la causa republicana. Con ese fin Malraux hizo una gira por Francia, EE.UU. e Inglaterra recogiendo finalmente vaguedades e indiferencias. Las potencias occidentales con su cínica política de “no intervención” sostendrían a Franco. Es entonces - en 1938 - que el gobierno de Juan Negrín encarga a André Malraux hacer una película partiendo de su novela. Un filme concebido por Malraux como “un arma en la lucha contra el fascismo”, y que pasará a la historia con el nombre de “Espoir, sierra de Teruel”. Una pequeña joya de cine popular y militante que debiéramos adquirir y ver.

Dos cosas esenciales

Se trata, pues, de un mediometraje cargado de realismo y emoción, escrito en colaboración con Max Aub e interpretado por actores profesionales y lugareños, en el que la urgencia del relato, la precariedad de recursos técnicos y humanos, lejos de constituir un inconveniente, transmiten veracidad y lirismo propios de los maestros del cine soviético, tan venerados por el escritor y activista galo. Resultan particularmente conmovedoras las secuencias del bombardeo de un puente estratégico de los fascistas o la procesión popular por las montañas de la Sierra de Teruel llevando a los muertos y heridos republicanos ante la mirada solidaria de toda la población. La película terminó de rodarse en Francia en julio de 1939, donde fue prohibida y sus copias destruidas por los invasores nazis. Hasta que al final de la II Guerra Mundial se halló una bobina del filme erróneamente etiquetado, restaurándose y estrenándose en 1945. En nuestro país se exhibió al público después de la muerte del dictador, en 1977. Hoy se puede encontrar en DVD para nuestro gran disfrute, y también para poder comprender dos cosas esenciales: la heroica lucha republicana pese a las carencias logísticas y de material bélico, y la criminal e inextinguible responsabilidad de las potencias occidentales que prefirieron el franquismo al elegido Frente Popular. Hace de eso ahora ocho décadas.

Rosebud

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