El nivel de sobreexplotación de la clase obrera de nuestro país ha llegado a cotas insostenibles, y si observamos, concretamente, la situación de las mujeres trabajadoras, nos encontraremos ante realidades que recuerdan al esclavismo. Sin embargo, partiendo de un análisis marxistas de lo que está ocurriendo, sabemos que el sistema capitalista no va a parar aquí, somos conscientes de que no se trata de una situación transitoria, fruto de la última crisis financiera, como enmascaran los analistas del sistema, de la que saldremos adelante si todos y todas nos “apretamos el cinturón”, si “arrimamos el hombro”; se trata de una crisis sistémica del ya putrefacto capitalismo en su fase imperialista, que seguirá robando derechos a la clase obrera hasta que no le quede nada, hasta un nivel de sometimiento que le permita mantener su tasa de ganancia, al mismo tiempo que expolia el planeta a través de la guerra y la destrucción.

Las trabajadoras, por nuestra condición de mujeres obreras sufrimos, además, la opresión del patriarcado que nos enfrenta a toda una serie de discriminaciones e incluso vejaciones que es necesario erradicar y dejar de aceptarlas como lo normal y común en nuestro día a día. Los ejemplos son múltiples:

- Recepcionistas, dependientas, conserjes, que son obligadas a utilizar falda o minifalda y tacones y a maquillarse cada día para acudir a su puesto de trabajo y quiénes se niegan son despedidas de manera fulminante, aunque existen varias sentencias que declaran estos despidos nulos, y obligan al empresario a readmitir a la trabajadoras, muchas lo asumen, como decíamos, por considerarlo lo más normal del mundo.

- Entrevistas de trabajo, hechas por supuestos expertos, en las que se les pregunta a las mujeres de qué color es su ropa interior, con el fin de saber qué tipo de respuesta darán, pues así sabrán si se someterá a cualquier cosa que le pidan o la clasificarán como “conflictiva, no contratar”. En un curso del INEM, en el módulo de Inserción Laboral el profesor les dijo que por eso, debían decir, si querían ser contratadas, el color de su ropa interior, lo que resulta lamentable, pues lo que realmente habría que hacer es impedir este tipo de preguntas en las entrevistas de trabajo, y más si el propio INEM es conocedor de lo que está ocurriendo.

- Trabajadoras del campo, como las de los tomateros, que recolectan estos productos con pantalones cortos y camisetas de tiros, mientras sus compañeros fumigan casi encima de ellas, con todo tipo de protección, traje, guantes, máscaras. Estas mujeres se pasan la vida respirando esos productos tóxicos, asimilándola también por su piel y padeciendo todo tipo de enfermedades, algunas mortales, como cáncer de pulmón o de piel.

- Camareras de piso obligadas a realizar 21 habitaciones diarias, en lugar de las 14 que están fijadas, estableciendo que deben limpiarlas, a lo sumo, en 15 minutos. Encima, estas habitaciones cada vez son más grandes y tienen muebles más pesados, lo que les supone secuelas físicas irreversibles, además de un fuerte estrés, porque muchas veces esta sobreexplotación les supone tener que trabajar hasta dos y tres horas fuera de su horario laboral, horas que por supuesto no les son remuneradas y que pierden cada día de su tiempo de ocio. En pleno boom turístico, los grandes beneficiados, la patronal hotelera, además, subcontrata estos servicios a las ETT que contratan mujeres para realizar estas tareas, no como camareras de piso, si no como auxiliares de limpieza y a las que les pagan 700 euros mensuales, algo que es ilegal y que sabe que se está haciendo en todo nuestro territorio, pero que se permite y se hace la vista gorda.

- Trabajadoras que se someten a tratamientos de inseminación y son despedidas antes incluso de saber el resultado de este tratamiento y otras, que se quedan embarazas y lo comentan en su trabajo y al día siguiente reciben la carta de despido, muchas veces tras dedicarle a la empresa 10 ó 12 años de su vida. Una compañera cuenta que al anunciarlo en su trabajo, el propio jefe decidió comprar unos pasteles para celebrarlo, recibiendo 24 horas después un burofax con la carta de despido, en el juicio, alegó que cuando la despidió desconocía que estuviese embarazada.

Por ello, este 1º de Mayo, no puede ser una fecha más, debe ser una jornada de lucha, pero también el momento de decir ¡BASTA YA! Desde el PCPE y los CJC decimos, “Porque nada avanza sin tu lucha, ven con el PCPE”, no sólo podemos quedarnos en la denuncia, debemos avanzar en la lucha, reconquistar los derechos perdidos e ir siempre una paso más allá.

Las mujeres trabajadoras somos la mitad de la clase, por tanto, parte del motor que llevará a la clase obrera a la toma del poder.

Secretaría Feminista

 



 



 



 



 

uyl_logo40a.png