Cuando nos aproximamos a las memorias de Pablo Neruda aprendemos a entender la Historia del siglo XX. A poco de nacer Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto tuvo lugar la matanza de los trabajadores del salitre en Santa María de Iquique. Aunque Neruda comienza sus memorias con un preámbulo donde se retrotrae a las fuerzas telúricas, tan fascinantes para él, precede a sus recuerdos de infancia. Fue corresponsal de la revista de la Federación de Estudiantes en Temuco. El incesante viaje de Neruda es un largo trayecto de la poesía modernista hasta aterrizar en el mundo, en el periodo histórico que le tocó vivir.

A través de la inmensidad de vivencias desde sus remotos viajes, muchos lugares inhóspitos de la geografía, hasta llegar a su incursión política en la Historia del siglo XX. Neruda descubrirá a lo largo de los años que la literatura también es un arma política de extraordinaria calidad y de enorme efectividad. Durante la II República Española y la lucha antifascista aprendió más que en todos sus fantásticos viajes exóticos de antaño. Rememora a Miguel Hernández o el crimen de Federico García Lorca.

Visitó la Unión Soviética y la República Popular China. Había sufrido persecución en el Chile de González Videla. Durante lo que le quedó de vida, la literatura y la lucha por el socialismo fueron dos claves imprescindibles hasta el final de sus días. Entendió que escribir magníficamente la mejor poesía del siglo XX, en aquel momento, era tan importante para la revolución como ganar grandes campañas en las contiendas del siglo. Sus memorias son un canto a la vida y a la lucha revolucionaria, a la existencia de millones que sacrificaron todo, incluso sus propias vidas.

M. Ángel Rojas

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