A la desaforada satisfacción que experimentamos cuando supimos de la compra de la casita de Pablo e Irene le sigue ahora una desazón inmensa por el barullo que se armó entre los insolentes y descarados enemigos de la pareja.
Un chalet, Señor, un chalecito en Guadarrama para acoger a dos niños preciosos y guarecerse de miradas indiscretas, una chocita para construir una familia como Dios manda ¿es algo tan bochornoso y escandalizante? ¿Es ésa una decisión tan insensata? Pero..! qué cuento es éste!
Entonces.. ¿dónde viven ustedes? ¿Tienen ellos la culpa de su pésimo gusto cuando eligen para vivir casuchas de 60 metros y se empeñan en hacinarse allí padres, hijos y suegros? ¿ Tienen ellos la culpa de que en sus reducidas viviendas ni siquiera dispongan de un cuarto donde acomodar a la interna? ¿ Son ellos responsables de que ustedes no sean personajes enigmáticos y distinguidos y se embutan en el metro apretujados con los de “abajo”?
Y claro, ante tantos enredadores y chismosos la pareja se ha visto forzada, haciendo un ejercicio democrático sin parangón en las inmobiliarias españolas, a salir a la palestra y con una vocecita muy pobre y constreñida convocar un plebiscito solemne y ceremonioso sobre la cuestión:”Vamos a ver, ciudadano ¿juzga usted necesario que la parienta y yo renunciemos al cargo, estando ella como está gestante de gemelos y yo con el peligro de ser reconocido en las calles madrileñas? Juzga usted, ciudadano, que mi señora y yo no tenemos derecho a trazarnos un porvenir y que nos estén aniquilando de este modo tan injusto? ¿Considera usted que tenemos que renunciar al acta de diputados de una forma tan penosa o, por el contrario, entienden que podemos disfrutar en la parcelita de tardes íntimas y plácidas la Irene, los niños y el menda, sin soltar el acta?”
No se hable más, Pablo, tú no te vas. El círculo morado se ha cerrado y ha convenido que eres nuestro héroe que nos quedamos con el chalet, con la finca, con la carretera de la Coruña, con el Valle de los Caídos y con el acta de diputado. !Estaría bonito! Nosotros no vamos a dejar a dos criaturitas en la calle, ni vamos a consentir que tú te pasees por las populosas y concurridas calles vallecanas como si fueras uno de los de abajo, nosotros no vamos a consentir que tú enfermes de una congestión pulmonar por cruzar semáforos entre tubos de escape y frenadas de autobuses. Nosotros no vamos a permitir que tu enérgica melena se quede lacia por falta de oxigenación en un pisito de 80 metros. Tú no te vas porque somos legión los que estamos contigo y es que a nosotros nos gustó el chalet y nos gusta Guadarrama y nos gusta la finca florida y nos gusta la gente que sonríe, y nos gustan los pájaros que cantan, nos gustan las cosas del amor y nos gusta la santísima virgen ...
Es más, alabamos tu capricho, porque si tuviéramos nosotros que elegir una vivienda, con el mal gusto que tenemos los de abajo, optaríamos por un piso interior, sin ascensor, con paredes de gotelé (con lo poco que se llevan), con media bañera y en un barrio masificado y aburrido y encima nos meteríamos en una vergonzosa hipoteca que hasta al banco le daría risa concedérnosla.. Y es que los de abajo tenemos un gusto atroz. Sin embargo, Irene y tú sois ejemplo de sofisticación y elegancia. No podemos imaginar lo largas, profundas y reflexivas que fueron las meditaciones hasta encontrar un casita como las que eligen los buenos ingenieros, los químicos, los periodistas, los políticos, los dentistas y comerciantes, los metafísicos y traficantes, en una palabra, como las personas de genio, las personas de casta. !Vaya acierto has tenido, hijo! Como comprador has tenido un ascenso vertiginoso. Buena diferencia con aquel chamizo en el Parque de las Tetas. No hay color, Pablo, no hay color, en realidad, nunca ha habido color
Pero hemos de sincerarnos y darte también alguna réplica porque no todo van a ser parabienes. A los de abajo, lo que menos nos ha gustado de la temeraria inversión es el terreno, el terreno ideológico, y es que nos parece muy espacioso pero poco firme y expuesto a movimientos especulativos de grado 8. Tampoco hemos visto adecuadas las dimensiones de la casita de invitados, Pablo, ahí no cabemos todos ni de coña, debiste estirar un poquito el gasto porque no hay manera de celebrar ahí ni un congreso, ni una asamblea general, ni un güateque sesentero, y qué decir de la irresponsable decisión de formar una familia sin celebrar una liturgia, Pablo, te has regido por fórmulas que son ajenas al universo de los mortales, ¿a quién se le ocurre?
Afortunadamente, la perspicacia de Pablo, con aquel aspecto desaliñado y garboso pero con un palique y una erudición que daba gusto escucharle, solicitando la opinión de las bases fue un puntazo. Irene, con la calma y el sosiego que otorga la gravidez, con un supremo lenguaje inclusivo puso los cargos y las cargas a disposición, y nosotros, que estamos ávidos de plebiscitos y consultas populares, todavía no hemos entendido si el pláceme era para la renuncia al cargo o para la renuncia a la casita del barrio alto con rejitas y antejardín.
Por favor ¿sería mucho pedir que se nos repitiera la pregunta?
Telva Mieres