Maruja Mallo (1902-1995) es la pintora más representativa del movimiento surrealista español. Original, feminista, marxista y extravagante se enfrentó a la sociedad patriarcal de su tiempo en plena dictadura de Primo de Rivera.

Nació en Vivero (Lugo) el 5 de enero de 1902, y fue la cuarta de una numerosa familia de 14 hermanos y hermanas. Su nombre verdadero era Ana María Gómez González, pero tanto ella, como su hermano Cristóbal, también pintor, decidieron utilizar el segundo apellido de su padre, Mallo.

Su formación artística comienza en Avilés, cuando su familia se traslada a esta ciudad, en la Escuela de artes y oficios, algo que complementaba con clases particulares. En 1922 se instala en Madrid eligiendo la Real Academia de San Fernando para comenzar en los estudios de pintura, ese año, fue la única mujer que logró aprobar el examen de ingreso. Es en la Academia donde comienza su amistad con Dalí y, a través de él conocerá al grupo de la Residencia de Estudiantes Buñuel, Lorca, Alberti, Margarita Manso, María Zambrano, Concha Méndez, etc. estableciéndose entre ellos y ellas una notable influencia.

Recordemos que a las mujeres de la generación del 27 se las conoce como “las sin sombrero” por la famosa anécdota que protagonizó Maruja junto a Federico, Dalí, y Margarita Manso cuando decidieron quitarse los sombreros porque decían que les estaban congestionando las ideas y, atravesando la Puerta del Sol, les apedrearon llamándolos de todo.

Maruja, participaba activamente en la vida social y cultural de Madrid viviendo su vida de forma transgresora para el momento histórico que le tocó vivir, convirtiéndose en una pionera en este sentido, lo que abrió un camino a muchas mujeres artistas que vinieron detrás.

El 26 de mayo de 1928 tuvo lugar una exposición suya en los Salones de la Revista de Occidente, que dirigía Ortega y Gasset, y que nunca había cedido este espacio a ninguna pintora y, sin embargo, decidió hacerlo en esta ocasión porque admiraba profundamente a Maruja Mallo y respetaba su obra. La exposición fue todo un éxito.

En 1932 viaja a París donde expondrá en la Galería Pierre Loeb, André Bretón compra su cuadro Espantapájaros (1929, allí conocerá a René Magritte, Max Ernst, Joan Miró y Giorgio de Chirico, comienza su etapa como pintora surrealista

Cuando regresa a España, comprometida con las ideas revolucionarias de la República  y sus proyectos participa activamente en la Sociedad de Artistas Ibéricos. Trabaja sobre temas sociales, directamente relacionados con su amistad con Miguel Hernández.  Da clases en el Instituto de Arévalo (Ávila), de dibujo y cerámica. En 1936 viaja a Galicia ejerciendo como docente en las Misiones Pedagógicas. Allí se encuentra cuando estalla la Guerra Nacional Revolucionara, logra huir del Portugal y allí coincide con Gabriela Mistral, quien le ayuda a trasladarse a Buenos Aires. En Argentina recibe un rápido reconocimiento, colabora en la famosa revista de vanguardia Sur, en la que también participaba Borges.

Durante el desarrollo de esta guerra toda su obra cerámica es destruida.

Cuando regresa a España, en 1962 se encuentra un país muy distinto al que dejó, sin libertades, amordazado, y ella se ve condenada al olvido y a la soledad.

Soledad en la que prácticamente vive hasta su fallecimiento en 1995. Hoy en día es una de las pocas mujeres de la que podemos decir que su obra forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Madrid.

Entre sus obras destacamos El canto de la espiga, Sorpresa del Trigo, Airagu, La verbena.

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