Pedro Sánchez ha propuesto a la Comisión europea la aplicación, a partir del 2020 y de forma progresiva, de la denominada “mochila austriaca”. Un plan de pensiones privado que se cobra de forma diferida.

No son “Fake News“, no son noticias falsas. No es invento de la derecha derechona con ánimo de restar electorado a la izquierda (en especial al PSOE). Es una propuesta seria, muy seria, tan seria que fue enviada al Consejo Europeo pocos días después de que Pedro Sánchez ganara las elecciones. El nombre del documento es: Programa de estabilidad 2019-2022[1] (las líneas económicas del futuro gobierno). En paralelo, también se envió el denominado Programa Nacional de Reformas [2] (las leyes y decretos que piensa aprobar el ejecutivo).

En estos documentos se definen las líneas fundamentales y algunas concreciones en temas como relaciones laborales, pensiones, recortes, previsión de déficit público, etc. Es la hoja de ruta del nuevo gobierno, que se pondrá en marcha con la bendición de la Comisión Europea. Nuestro país, no lo olvidemos, perdió su soberanía cuando Zapatero y las derechas, estatales y nacionalistas, modificaron la Constitución para asegurar el pago de la deuda.

Es un documento que, al margen de su contenido económico, fija indirectamente la orientación social del ejecutivo entrante, el grado de cumplimiento de las promesas electorales y la política de alianzas. Pedro Sánchez habrá de pactar sus apoyos.

Simplificando, son tres los grandes bloques que se han propuesto a Bruselas: las grandes magnitudes económicas y el control del gasto (del que hablaremos en otros artículos), las pensiones y, especialmente, los compromisos legislativos. El gobierno (aún no formado) se compromete entre otras cosas a mantener el salario mínimo interprofesional en torno a los 1.000 euros, se impondrá la mochila austríaca y simplificarán los contratos dejándolos en tres (acercándose a la propuesta de Ciudadanos con su contrato único). Esta es la hoja de ruta que Pedro Sánchez ha enviado a la Comisión europea. Evidentemente faltan concreciones en algunos casos, aunque hay propuestas que ya se han ejecutado.

¿A qué se ha comprometido Pedro Sánchez con Bruselas?

Pedro Sánchez pretende que, hasta el 2022, las pensiones crezcan según el IPC (la presión social obligó a incluir esta medida). Esa fecha, según el ejecutivo entrante, es la frontera; a partir de ahí la revalorización será solo del 0,25%. Es decir, se volvería a aplicar el invento de Rajoy del 2013 (el llamado índice de revalorización de pensiones o IRP). Recordemos que la norma que impedía la subida de pensiones no fue derogada.

¿Qué es la mochila austriaca?

El otro gran tema que Pedro Sánchez ha propuesto a la Comisión europea es la aplicación, a partir del 2020 y de forma progresiva, de la denominada “mochila austriaca”. Un plan de pensiones privado que se cobra de forma diferida (y no es el chiste de la Cospedal).

Tiene tres grandes objetivos. El primero, reducir el costo de las pensiones futuras; una parte será cubierta por el Estado y otra por los planes de pensiones privados generados con la “mochila”. El segundo, reducir hasta hacer desaparecer las indemnizaciones por despido (además de que el despido ya es libre, se consigue hacerlo gratis). El tercero, refinanciar a la banca con 144.000 millones que es el monto actual de las pensiones en nuestro país (se crean las bases futuras para la apropiación privada de los recursos producidos por las pensiones públicas). La propuesta enviada a Bruselas ya dibuja el compromiso del PSOE con el denominado Plan pan-europeo de pensiones individuales (PePP) que hemos analizado en otros artículos.[3]

Su historia

No es un invento nuevo, ni siquiera original. Es copia, como su nombre indica, del método adoptado en Austria. Con una salvedad: la economía española no se parece en nada a la del país centroeuropeo, ni en empleo (paro en Austria 4,8% –pleno empleo–; nosotros 16% de paro), ni precariedad (ellos 9,2%; nosotros 30%), ni riqueza (son el doble de ricos que nosotros, medido en PIB), ni sueldos (su salario mínimo es casi el doble que el nuestro). La mochila en Austria fue instaurada en 2003.

En nuestro país, ese método de capitalización fue propuesto en la época del gobierno Zapatero (2010) aunque se olvidó en un cajón. La situación que se avecinaba, de recortes a “troche y moche”, no recomendaba exacerbar más a la ciudadanía. Lo mismo hizo el PP, pero en su caso optó por “tirar” de la hucha de las pensiones hasta dejarla exhausta (en ese período se volatilizaron más de 70.000 millones de euros). Posteriormente fue recogida en el acuerdo “non nato” entre PSOE, Cs y Podemos en 2016. En febrero del 2019, el PSOE lo incluyó en la denominada “mochila social” que tanto publicitaron y ahora la presentan en solitario con el apoyo, podemos anticiparlo, de Cs y los poderes económicos fácticos; la CEOE en el documento enviado a Bruselas[4] la menciona de forma literal, al hablar de “método austriaco”. El ejecutivo en funciones utiliza una mistificación lingüística; habla de: “abordar la implantación gradual de un sistema de cuentas individuales de capitalización para la movilidad” .

¿En qué consiste la mochila austriaca?

Simplificando, es una especie de plan de pensiones privado que acompaña al trabajador a lo largo de su vida laboral. La mochila austríaca está asociada a la implantación del Contrato único propuesto por Cs (Ciudadanos). La empresa, en vez de pagar el despido, aporta un 1,53 % mensual del salario bruto del trabajador a un fondo de capitalización. Este dinero se acumula independientemente del contrato que se tenga. El trabajador dispone de ese dinero en el momento en que es despedido (y por tanto se elimina la indemnización por despido) o cuando desee crear su propia empresa o dejarlo, llegado el día, para que complemente su pensión de jubilación; incluso se podrá heredar. En Austria, donde se ha aplicado desde el 2003, se suprimieron inmediatamente las indemnizaciones por despido.

Un ejemplo. Según la propuesta del PSOE enviada a Bruselas, un trabajador que cobre 1.000 euros/mes dedicaría 15,3 euros mensuales. (183,6 anuales) a esa “mochila austríaca”; esa cantidad se acumularía y serviría para cubrir su despido. La derecha y la patronal están de enhorabuena. La CEOE se ha apresurado a explicar sus propuestas sobre el tema en un documento titulado “Estudiar la implantación del fondo de despido similar al modelo austriaco”. Insistimos: en Austria la aplicación de este método implica que, para obtener el equivalente a la indemnización por haber trabajado 25 años, ahora necesitan 37, es decir 12 años más. Todo ello dependiendo de que la rentabilidad de los fondos de capitalización donde se haya invertido el dinero sea como mínimo de un 6% anual; cosa más que improbable en la situación actual. Se pretende que sea discutido en las reuniones del Pacto de Toledo.

Hay, como es obvio, varios interrogantes. ¿Se implementará? ¿Quién pagará, trabajadores o empresarios? ¿Cuánto se pagaría? Como decimos, es una propuesta perfectamente seria. Muestra los límites de un gobierno que, una vez dejada atrás la vorágine electoral, se apresta a desarrollar las propuestas de los sectores financieros. La participación, o no, de Unidas Podemos en los futuros gobiernos estatales o autonómicos tendrá una importancia relevante y no será para bien, como analizaremos posteriormente.

En Austria es el empleador el que paga ese 1,53%. En nuestro país no está definido, la presión de los poderosos ha llevado a declaraciones de algunos ministros sobre la inconveniencia de aumentar la presión fiscal sobre las empresas, lo cual sólo nos deja un posible donante: el propio trabajador.

La segunda cuestión es aún más compleja. En Austria, con sueldos mínimos muy cercanos a los 2.000 euros, el aporte a la mochila es, como hemos señalado, un 1,53% del salario bruto. En España, teniendo en cuenta que nuestro salario mínimo es la mitad, para igualar la cantidad “ahorrada” se nos debería retraer entre el 3 al 5%.

La única cuestión que ha quedado definida es quién se responsabiliza de la gestión: las entidades privadas. Pero, como hemos analizado en otros artículos anteriores, la situación de la banca española y europea es muy crítica. Recordemos que la “mochila austriaca” se constituirá como Planes de capitalización privados. Las entidades financieras no se hacen responsables de la rentabilidad de esos fondos; si la inversión da un resultado negativo y los fondos se pierden, el Estado se hará cargo del 100% (si tiene dinero, claro), con lo que el riesgo para las entidades financieras es igual a 0. En ese supuesto los trabajadores pagarían dos veces. La primera, cuando se les retiene esa cantidad. La segunda, vía impuestos porque, en caso de quiebra el Estado cubriría ese “agujero” con los impuestos recaudados. De nuevo pretenden que llenemos sus arcas a costa de nuestras pensiones futuras.

Consecuencias para el empleo

Dirán que se mejora con el contrato fijo que se propone, pero… ¿qué más da si pueden despedir en cualquier momento y gratis? En realidad se facilita el despido, puesto que dejan de existir las indemnizaciones. Los empresarios podrán despedir sin coste. Se ataca ferozmente la negociación de los convenios, la antigüedad, o cualquier derecho conseguido hasta ese momento. En España hay tres millones de parados, un ejército de reserva suficientemente grande para cubrir la rotación laboral, que crecerá en el futuro inmediato con la implantación de la robótica a todos los niveles. El empresariado necesita aún más flexibilidad y peores condiciones de contratación para asegurar su tasa de beneficios.

Consecuencias para las jubilaciones

Cuando nuestros hijos lleguen a la edad de jubilación, el trabajador podrá recuperar el capital acumulado en su mochila (si ha tenido suerte de trabajar todos esos años), pero se puede encontrar con tres desagradables sorpresas:

La primera. Suponiendo que el banco, caja o entidad que haya gestionado su dinero no haya quebrado (estamos hablando de muchos años), no recibirá todo lo aportado, el saldo final se verá reducido por los costes que aplique el banco en la gestión de esos fondos. Además, como la rentabilidad en bolsa es negativa (la mayoría de los planes de pensiones privados actualmente dan pérdidas), nos encontraríamos con que nuestra hucha en lugar de crecer, se ha reducido.

Segundo. En la actualidad las indemnizaciones por despido están exentas de tributación. La “mochila” en cambio es un fondo de Capitalización sobre el que caerá Hacienda en su momento. En la actualidad la retención a IRPF es la siguiente:

0 a 12.450 € se paga un 19%
12.451 € a 20.200 € se paga un 24%

Y así sucesivamente.

Repetimos. Estamos frente a un Plan privado de pensiones. Esta propuesta vendría a complementar otra aprobada por la UE con alevosía, nocturnidad y premeditación, el denominado Plan pan-Europeo de pensiones privadas (PePP).

Un ejemplo:

Trabajador que cotizó 35 años, acumuló en su mochila la cuantía de 11.245.5 €
El banco cobra una comisión del 0,85% (renta fija) Rescata     9.524,94 €
Si decide retirarlo todo, el Estado aplica una retención cuya media es el 19% Rescata   7.715 €
O bien, si prefiere diferirlo, una pensión mensual durante dos años de 161 €/mes.

 

Sintetizando: ¿perdemos o ganamos?

Ejemplos de la aplicación del modelo propuesto por el PSOE:[5],[6]

El nuevo método implica continuas pérdidas para los trabajadores respecto a la situación actual. En caso de contratos temporales la pérdida por la indemnización no cobrada sería del 45,9%, en caso de despido y, suponiendo 35 años cotizados, las pérdidas fluctuarían entre el 36,6 % y el 81,9 %.

Trabajador con Contrato Temporal (12 días/año).
En la actualidad: contrato de 6 meses Indemnización 300 €
Con la mochila Recibe 137,7 €

 

Pérdida a cargo del trabajador…….. 45,9 %

 

Causa del despido[7] Indemnización
Trabajador con Cont. Indefinido, 35 años cotizados, despido improcedente[8] 62.136,99 €
Cont. Fomento de la contratación indef. Desp. Obj. improcedente 35.506,85 €
Despido por causas objetivas 17.753,42 €

 

En todos los casos la mochila acumularía……………….……. 11.245,50 €. El trabajador pierde del 36,66 % al 81,90%

 

 ¿Dónde está la izquierda?

Hasta el presente, el gobierno de Pedro Sánchez se ha caracterizado por su blandura respecto a los grandes poderes financieros y políticos. Desde una posición vergonzosa, ha aceptado un golpe de estado en Venezuela, tuvo dificultades para aceptar la revalorización de las pensiones según IPC, que ahora plantea suprimir en 2022. El rosario de propuestas, algunas interesantes, que ha dejado en el camino a la Moncloa es ya interminable: ¿dónde queda la eliminación de la ley mordaza?, ¿dónde la derogación de la Reforma laboral impuesta por Rajoy? ¿Dónde la renegociación de la regla de gasto cuando es imposición de Bruselas? ¿Se enfrentará Pedro Sánchez a los grandes poderes financieros? Valga un detalle. Solo dos semanas y media después de tomar posesión se entrevistó con George Soros antes que con Merkel.

En estos pocos meses el ejecutivo socialista ha demostrado que se construyó de manera improvisada (un ministro duró 6 días, la ministra de sanidad se apuntaba al “método Cifuentes” para obtener su tesis doctoral), era un ejecutivo plagado de “celibrities” que finalmente pasaron inadvertidas o, peor aún, demostrando una enorme ignorancia en temas que deberían ser de su incumbencia, como en el caso de Pedro Duque.

La patronal está de enhorabuena. La presión de los poderes financieros ha encontrado un primer eco en este gobierno ¡y aún no ha tomado posesión! Pedro Sánchez ya tiene lo que quería, ha conseguido una mayoría holgada utilizando el espantajo de Vox. Pablo Iglesias, tras la debacle electoral, pretende paliar su fracaso “vendiendo” su acuerdo de “izquierdas” y un posible ministerio. En realidad no ha ganado el “bloque de izquierdas”, sino el PSOE gracias a la derrota de Podemos. Esta organización ha acentuado su declive iniciado en 2016. Sánchez gana no tanto por méritos propios sino por demérito de los demás. La polarización que se produjo en la campaña reactivó a las fuerzas de izquierda y los nacionalismos. Esta amalgama no tiene un proyecto real de cambio, mientras la derecha sí tiene proyecto, aunque la competencia por la hegemonía acabó por pasarles factura.

El PSOE es nuevamente el partido del régimen. Del probable naufragio en 2016, cuando era posible el “sorpasso” de Podemos, ha pasado a convertirse en el punto central del sistema político. Fue capaz de realizar una catarsis interna con tintes izquierdistas aunque ésta solo sea una gran impostura. La capacidad camaleónica del PSOE permitió que las movilizaciones sociales pasaran sin tocarlo. Incluso el flanco feminista fue desbordado y cooptado en el discurso socialista, evidenciando la facilidad con que se pueden manipular ese tipo de movimientos. En estos momentos, el PSOE tiene una nada desdeñable capacidad de maniobra y aún más si fuera capaz de incluir a Pablo Iglesias en el organigrama gubernamental. Los socialistas han evidenciado que tienen una gran robustez interna. En cambio Podemos es un partido de personajes, que se va desacreditando hasta el extremo de que en estas elecciones locales los candidatos rehúsan presentarse con la marca.

Adopte una u otra fórmula, la alianza PSOE-UP ni cuestionará ni será una alternativa real de cambio. Se mantendrá dentro de la ortodoxia neoliberal. Unidas Podemos no ha muerto como representación, aunque ha muerto al abandonar su objetivo fundamental: constituirse como eje de una mayoría alternativa al “statu quo”. Unidas Podemos será a partir de ahora un socio secundario, desgarrado y desgarrándose en luchas internas. De una forma u otra (como ministro o como cargo importante en el gobierno) UP corre el riesgo cierto de convertirse en una palanca más del propio sistema. Las responsabilidades institucionales pueden convertir a esta organización en la vía para paralizar las demandas sociales, al tiempo que genera una nueva “casta” de políticos profesionales.

UP ha abandonado una visión de cambio estratégico para imbuirse en la filosofía del mal menor. En esta fase su objetivo es formar parte de las instituciones. Lo han dicho por activa y por pasiva. Pablo Iglesias necesita personalmente ocupar algún cargo institucional; las críticas que le piden mantener a UP fuera del gobierno, lanzadas desde Andalucía, Valencia y muchas localidades, parecen no hacerle mella. Pablo Iglesias ha olvidado sus diatribas contra la “cuasi dictadura” que representaba la constitución del 78, convirtiéndose en su valedor principal en el período electoral. De pisotearla hace unos cuantos meses, ahora la pasea por los escenarios como las “Tablas de la Ley” de un nuevo Moisés. En esta fase de la negociación, UP está poniendo en sordina u obviando los elementos que supongan un punto de fricción con el PSOE, como la “mochila austriaca” o el PePP. UP ha callado, también en parte, porque era prioritario presentar algunas pequeñas victorias que justificaran su inacción frente a los grandes problemas nacionales y su alineamiento en la práctica con la derecha independentista, lo que provocó una enorme desafección en Cataluña. La victoria de Cs en las últimas autonómicas fue una de las consecuencias.

Como analizaba Josep María Antentas en el “Topo Exprés”, la participación de UP en un gobierno del PSOE exacerbará las contradicciones internas en el seno de la organización. El tándem Iglesias-Garzón tendrá que adoptar las medidas antipopulares que impondrá Pedro Sánchez (el PSOE, como bien sabemos, solo es de izquierda en período electoral). Todos los retrocesos que apunta el Plan de Reformas enviado a Bruselas habrán de ser admitidos por UP. El resultado final sería su pérdida de independencia política, la aceleración de su degradación interna cuando colisione inevitablemente con su propia base social. Ya es evidente que la presencia de Podemos en las instituciones no cambiará las políticas del PSOE, sino al propio Podemos.

Eduardo Luque


Notas:

[1] http://www.mineco.gob.es/stfls/mineco/prensa/ficheros/noticias/2018/Prog...

[2] http://www.mineco.gob.es/stfls/mineco/prensa/ficheros/noticias/2018/PNR2...

[3] PEPP: el austericidio de las pensiones públicas. Los nuevos adivinos (I). https://www.cronicapopular.es/?s=pensiones. También en Viejo Topo nº 376 Mayo 2019.

[4] Plan Nacional de Reformas.

[5] Los cálculos se han realizado siempre sobre un salario bruto de 1.500 €/mes, 21.000€/año. Los datos han sido extraídos de Informe de COESPE sobre la Mochila Austriaca de Victoria Portas, ex-portavoz de COESPE.

[6] Las indemnizaciones actuales provienen del bolsillo de la empresa. Con la propuesta sobre la mesa el 1,53% de la mochila te lo detrae el empresario de tu nómina para ingresarlo en el fondo que él quiera.

[7] Los datos han sido extraídos de Informe de COESPE sobre la Mochila Austriaca de Victoria Portas, ex-portavoz de COESPE.

[8] Trabajador indefinido con 35 años cotizados, con un salario bruto de 1.500€/mes y es despedido a 12.02.2018


Publicado el 22 de mayo de 2019 en www.elviejotopo.com


Victoria Portas Mariño (Pontevedra, 1976), experta en Relaciones Laborales, compagina su trabajo de Asesoría Laboral y de Seguridad Social con sus actuales funciones como portavoz de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones (CEDSPP), como colaboradora de la Federación de Sindicatos Mundial (FSM) y como miembro del Movimiento Gallego en Defensa de las Pensiones (MODEPEN). A pesar de su juventud, tiene tras de sí una larga trayectoria como activista social desde el año 2000 en actividades de asesoramiento a emigrantes retornados (presidenta de la Asociación Galega de Emigrantes Retornados entre 2006 y 2009) y de gestión y administración en temas de Seguridad Social Internacional y en otros de índole laboral en la Confederación Intersindical Galega.

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