La nueva crisis socio-económica, derivada de la pandemia del coronavirus (COVID-19) que azota a todo el mundo y, en particular, a nuestro país, trae consigo una consecuencia que podríamos tildar de positiva a pesar de la dureza del momento. Dicha consecuencia es la constatación, más evidente aún si cabe, de que el sistema social fundamentado en el modo de producción capitalista no puede dar respuesta a las verdaderas necesidades sociales. Para muestra, un botón.
Según hemos conocido recientemente por informaciones de eldiario.es, el grupo de sanidad privada HM Hospitales, el cual gestiona cerca de (casualmente) una cuarentena de centros sanitarios distribuidos entre la Comunidad de Madrid, Galicia, Castilla y León y Cataluña, está presionando a parte de su personal para que abandone sus puestos de trabajo a través de diferentes modalidades. Más en concreto, uno de los párrafos de la circular dirigida a los trabajadores de HM Hospitales y a la que ha tenido acceso eldiario.es reza así: «Se están barajando diferentes alternativas a las cuales podéis acogeros si en vuestro ánimo está arrimar el hombro y colaborar, y que vuestros responsables, supervisores y RR.HH. os han ido y os irán trasladando: disfrute de vacaciones de forma rotatoria, posibilidad de permisos o suspensiones de empleo y sueldo, periodos de excedencia temporales, distribución irregular de la jornada con días a recuperar más adelante, reducciones de jornada, etc. Todo ello con el ánimo de poder organizar adecuadamente los recursos de que disponemos y adaptarnos a este escenario. Es imprescindible».
Es decir, esta compañía persigue un recorte de personal en el momento en el que ha quedado demostrado que los actuales recursos sanitarios son insuficientes para hacer frente con éxito a la crisis del coronavirus. ¿Por qué no poner a estos trabajadores y las instalaciones de HM Hospitales al servicio de la sociedad en su lucha por la superación de la presente crisis? Parece el mundo al revés, ¿verdad? Sin embargo, ¿qué es lo que ocurre? Pues bien, parece ser que, a consecuencia de los efectos del estado de alarma, se ha producido una disminución en el número de clientes de HM Hospitales. Con objeto de mitigar la subsiguiente caída de su tasa de beneficio, este grupo privado busca, como es lógico bajo la óptica capitalista, la contención de sus costos de producción (más concretamente, de sus costes laborales o capital variable). Así de sencillo.
En esta misma línea, otro ejemplo también ilustrativo es el de Hospitales San Roque, uno de los buques insignia de la sanidad privada en Canarias, que acaba de presentar un ERTE para el 20% de su personal. La empresa se escuda en que son 158 trabajadores que no son sanitarios sino personal de administración. Se da la circunstancia de que esta empresa se ha enriquecido a manos llenas gracias a fondos públicos desde hace más de 40 años, a través de los conocidos «conciertos sanitarios». Por ello sorprende el primer párrafo de la carta que el presidente de la empresa dirige a la plantilla, en la que comienza diciendo «Resulta doloroso tener que dirigirme a todos en las circunstancias actuales dependientes de la pandemia por el COVID-19 que ha venido a agravar una situación previa de precariedad económica de la empresa en los dos últimos años que la ha llevado al borde de la supervivencia». Es indignante que esta empresa haga un ERTE que por un lado se costeará en parte con fondos públicos y que, por otro lado, debilita su propio funcionamiento en un momento crítico para el sistema sanitario público, ya que tras el real decreto por el que se declara el estado de alarma, los centros de titularidad privada podrán ser intervenidos por el Estado.
La quintaesencia del modo de producción capitalista es la maximización de la tasa de beneficio. Por tanto, este es el objetivo primero y último de todo capital, independientemente del sector en el que se invierta, esto es, ya se invierta en la compra de deuda, en la producción de bienes de consumo, en sanidad o en educación, por poner algunos ejemplos. Debemos ser conscientes de que hechos como el protagonizado por HM Hospitales o por Hospitales San Roque no corresponden a una mala gestión ni se resuelven en un plano moral, como si verdaderamente se pudiese realizar ese concepto naíf denominado capitalismo de rostro humano. Muy al contrario, resulta crucial comprender que el criterio de maximización de la tasa de beneficio entra en contradicción con la posibilidad de un proceso económico que satisfaga las verdaderas necesidades sociales de un modo racional y equitativo. En los ejemplos de HM Hospitales y Hospitales San Roque, esta idea se objetiva en la imposibilidad de sostener la tasa de beneficio de las compañías y, simultáneamente, dar apoyo a la lucha contra el coronavirus. En resumen, es preciso articular un nuevo sistema sobre un modo de producción racional y justo que garantice un proceso económico destinado a satisfacer el bienestar colectivo, dado que el modo de producción capitalista, por definición, es incompatible con tal objetivo. ¿Cuántas crisis sociales más necesitamos para asimilarlo?
Iván López y Javier Delgado