Hay lemas que, de gritarlos tantas veces y desde hace tanto, parecen estar pasados de moda. Y, sin embargo, hay momentos y circunstancias en las que recuperan toda su actualidad y condensan en pocas palabras todas las contradicciones, problemas e injusticias que sufrimos. Una de esas frases es: “Gastos militares para escuelas y hospitales”, frase que gritaron millones de personas en las movilizaciones anti-OTAN de los 80; después en las movilizaciones antimilitaristas de los 90; para entrar después en un lento olvido, salvo momentos concretos como las movilizaciones contra la Guerra de Irak a principios de los 2000.

El Capitalismo es un sistema criminal, basado en la explotación del trabajo, en la miseria de la mayoría y el egoísmo. Pero es seguramente en su necesidad de la guerra, donde el capitalismo muestra su cara más brutal. La guerra imperialista en el capitalismo no es sólo un medio para conquistar mercados, materias primas, zonas estratégicas o vías de comunicación. La guerra se ha convertido en una necesidad del propio sistema para su supervivencia.

La guerra es, junto a la explotación del trabajo, la mayor fuente de obtención de beneficios: además de lo ya citado (dominio de mercados, control de recursos naturales…), la guerra supone un enorme negocio para los oligopolios de la construcción o el transporte, y, por supuesto, para la industria armamentística. Según el informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, en 2018 los gastos militares mundiales ascendieron a más de 1,8 billones de dólares y el negocio de la industria armamentística ascendió a 420.000 millones de dólares, un 4,6% más que en 2017, casi un 50% más que 2002.

El liderazgo de Estados Unidos en el macabro negocio de la muerte es indiscutible. Con cerca de 650.000 millones de dólares en gasto militar casi triplica al siguiente país (China) y suma tanto gasto como los diez siguientes países juntos. Igualmente, los oligopolios estadounidenses dominan el mercado armamentístico: acaparan el 57% del negocio de armas y las 5 primeras empresas mundiales de armamento son de EEUU; 59 entre las 100 primeras. El nivel de concentración oligopólica en la industria del armamento es cada vez mayor. Los continuos avances tecnológicos sólo están al alcance de grandes emporios empresariales con enorme capacidad de inversión e investigación. Entre las 10 principales empresas mundiales de armamento controlan cerca del 50% del mercado.

Se trata de un negocio enorme y de un método para desviar dinero público de la clase obrera y el pueblo hacia grandes corporaciones: se infunde miedo sobre peligrosos enemigos (desaparecida la URSS los principales señalados son el yihadismo, Rusia y China) para justificar el gasto militar y la participación en guerras a miles de kilómetros. Mientras nos imponen recortes en derechos laborales y sociales y se privatizan empresas y servicios públicos, los gobiernos capitalistas aumentan el gasto militar. Y más que planean aumentarlo: en la cumbre de Gales de 2014, la OTAN aprobó exigir a los estados miembros (España incluida) que el gasto militar alcanzase al menos el 2% del PIB en 2024.

¿Cuál es la supuesta amenaza militar que puede sufrir España? ¿Quién supuestamente va a invadirnos? En los últimos 80 años, España sólo ha sufrido un ataque desde el exterior: los atentados del 11-M, provocados precisamente por el apoyo del gobierno de Aznar a la invasión de Irak.

Por el contrario, la actual crisis sanitaria del COVID-19 está causando miles de muertes y recupera como plena actualidad el “Gastos militares para escuelas y hospitales”: ¿cuántas de esas muertes podrían haberse evitado si el gasto militar se hubiese destinado a evitar recortes en sanidad, a tener más personal sanitario, más materiales, más instalaciones? ¿Lo que necesitamos son más militares patrullando las calles o más sanitarios? ¿Cuántas personas seguirían viviendo si se hubiese tenido como prioridad la salud pública y la seguridad de millones de trabajadores de sectores no esenciales que siguen siendo obligados a acudir a sus puestos de trabajo?  ¿Cuál es la guerra que verdaderamente libra la clase obrera? ¿Quiénes son nuestros auténticos enemigos?

Eloy Baro

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