La Habana (Prensa Latina).- Las últimas noticias deportivas están lejos de ser alentadoras. El mes de abril continúa su marcha y la mayoría de los torneos previstos pierden espacio en el calendario. El mundo atlético está en pausa y muestra serias lesiones tras hincar sus rodillas ante el virus SARS-CoV-2, su verdugo.

Tenis, fútbol, béisbol, baloncesto, ciclismo, ajedrez, atletismo. La lista de víctimas resulta extensa y la cuenta de eventos suspendidos o postergados crece sin detenimiento. El presente está lejos de sugerir un futuro estimulante y ni la historia salva a citas como Wimbledon, Roland Garros o Liga de Campeones.

Incluso, algunos escépticos no pierden tiempo en colocar entre signos de interrogación la edición 32 de los Juegos Olímpicos modernos. Sí, la justa de Tokio, esa que cambió de fechas y pasó al 2021, todavía anda entre paños tibios en un contexto actual incapaz de otorgar lecturas exactas.

Empedrado, muy empedrado está el camino hacia la capital de Japón. La incertidumbre toca niveles insospechados y aumentan los decibelios de desespero entre los fieles amantes de los deportes. En este punto, lo único seguro es que el Comité Olímpico Internacional colocó el programa entre el 23 de julio y el 8 de agosto.

La pandemia de la Covid-19 dejó en cuarentena a la mayor fiesta deportiva del orbe. Obstaculizó los sueños de millones de personas. Pospuso las fantasías de miles de atletas. Dinamitó las ansias de ver a los mejores en un mismo espacio, reunidos como una familia bajo la sombra de los cinco aros.

Ahora vendrán ajustes en los ciclos de entrenamientos. Tal vez emerjan atletas noveles dispuestos a forjar sus leyendas y otros históricos abandonen el barco por la presión del Dios Crono. Seguramente existirán nuevos contratos televisivos y publicitarios. No pocos detalles variarán.

Pero hoy existen tareas más sustanciales: preservar la salud y la vida de todos transciende cualquier suceso atlético. Así, cuando llegue el instante de gloria, ya con el pebetero de Tokio encendido, respiraremos profundo y ovacionaremos el éxito colectivo después de tanta adversidad y aflicción.

LA CALMA SE AGOTA

Algunos pierden las esperanzas. Uno de ellos, el tenista alemán Jan-Lennard Struff, ya dejó de creer y no escondió su pensamiento: 'En mi opinión, no habrá más torneos a nivel internacional. Simplemente porque no será posible que los jugadores se trasladen debido a las diferentes restricciones de viaje'.

En declaraciones al medio especializado Advantage, Struff, escaño 34 del ranking mundial, abrió la caja de pandora y fue directo. Articuló una idea que ?en este punto- no suena quimérica, porque realmente 'será difícil retomar el tenis de la temporada profesional de 2020', como refirió el europeo.

Tampoco arranca la MotoGP y su vigente monarca, el español Marc Márquez, anhela pilotear su Honda marcada con un número 93 que se extraña en los circuitos.

No obstante, los principales directivos del motociclismo mantienen la fe, a pesar de recibir duros golpes en las últimas semanas.

Ahora debieron entender que será imposible comenzar el periodo competitivo con el Gran Premio de Alemania, por la extensión del gobierno local de las restricciones a los grandes eventos con público hasta eñ 31 de agosto, como medida ante la Covid-19.

La carrera de Sachsenring, en la ciudad de Hohenstein-Ernstthal, estaba programada para el 21 de junio y aparecía con opciones reales de inaugurar la agenda de velocidad. Pero no será así y el maximizado optimismo deja continuamente a la MotoGP en el suelo, como si el trazado fuera un infierno.

El fútbol tampoco escapa a la tempestad. Ni su poder económico hizo claudicar al nuevo coronavirus, el causante de una herejía deportiva nunca vista.

Las ligas domésticas conforman un océano de dudas, aunque en Alemania y en Inglaterra planean volver a puertas cerradas, con el favor de las autoridades gubernamentales y sanitarias.

Sí, el deporte universal vive un impasse mayúsculo y lo más cercano llega desde las redes sociales con disímiles consejos sobre cómo combatir el ocio.

El planeta Tierra saca lecciones cuasi eternas y las estrellas del ámbito dejaron de estar en el espacio de juego. Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, LeBron James, Serena Williams, Roger Fededer están en casa, en cuarentena, como buena parte de sus millones de seguidores.

No hay ganador(es) en esta época de pandemia. Las megaempresas igualmente ceden espacio y se aferran a una tabla salvadora, los canales especializados en la materia recurren a viejas hazañas para proteger una programación desfasada, y, por ende, sus cortos publicitarios pierden vigor ante una audiencia hambrienta de nuevos capítulos.

La humanidad insufla desconfianza y el deporte -bálsamo muchas veces en el pasado- tiene los brazos cruzados y nada puede hacer para oxigenar un 2020 que pasará a los anales de la historia como una auténtica falacia. Solo resta esperar.

La única opción viable es ver pasar la tormenta, prepararse para la recuperación ?que se avizora harto exigente- y esperar la llegada de la calma.

¿Cuándo existirá quietud? He ahí la principal interrogante. Mientras tanto, el arrogante imperio del deporte seguirá temblando ante la inclemente dictadura de la pandemia.

Jhonah Díaz González

Periodista de la redacción de Deportes de Prensa Latina.

Fuente: Prensa Latina

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